Cuando García quiere promover medidas injustas o aquellas que nada de bueno significan para la población, sino para unos pocos, allí están para el pregón los periodistas de ciertos medios que viven de la publicidad estatal y los favores presidenciales; esta vez García quiere imponer el traslado de los indígenas de las zonas altoandinas hacia las ciudades.
Veremos el caso de un par de sirvientes, uno de escaso intelecto y cultura, otra, una abogada ignorante, ambos obedeciendo los caprichos presidenciales y construyendo la más burda de las defensas del alanismo.
Aldo Mariátegui
Con la finalidad de apoyar esta brutalidad presidencial, ha saltado a la palestra el inefable Aldo Mariátegui, quien más que por su intelecto destaca por su vulgaridad dirigiendo Correo; basta ver sus bodrios cotidianos.
Para servir a García, el menú de Mariátegui consistió en tratar como animales a los indígenas, diciendo que “engendran como conejos” y que hay que “mudarlos a sitios más accesibles a los servicios básicos y más ricos en posibilidades”. “No puede ser que el 80% (55 mil) de los centros poblados rurales tengan menos de 200 habitantes”, añadió.
Quienes vivimos en una urbe como Lima deberíamos más bien ser criticados por quienes viven en el campo, pues la corrupción y la falta de previsión del presidente García y del alcalde Luis Castañeda sostienen el crecimiento urbano sin una planificación responsable, matando las pocas áreas verdes que quedan, con el agravante de tener uno de los niveles más altos de contaminación.
Como ya habíamos visto*, este brutal desarraigo atenta contra los derechos humanos de los indígenas, garantizados por la Constitución Política del Perú, y pretende colocar a esta poblaciones pastoras y agricultoras en lugares donde no sólo perderían su identidad, sino que estarían en una terrible desventaja para conseguir trabajo, pues para la industria o el comercio tienen la limitación de la formación y de su lengua, además, si se intentara reinsertarlos como agricultores, los campos cercanos a las ciudades y pueblos ya tienen dueño.
Esta pretensión de García no sólo es antidescentralista, sino que se opone a las tendencias de los países desarrollados, que promueven la población en zonas alejadas y alientan a quienes viven en las ciudades a desplazarse a esas zonas, mejorando a la vez las condiciones de vida de esos lugares.
En fin, de Mariátegui no podía esperarse mayor análisis, ya estamos acostumbrados a sus malolientes líneas, propias de un individuo de bajo nivel intelectual, pero es bueno recordar su mercenarismo.
Rosa María Palacios
Con el mismo propósito de servir a García, este martes 10, Rosa María Palacios, entrevistando al ministro Jorge Del Castillo, abordó el asunto del desplazamiento de los indígenas deseado por el Presidente, por supuesto, defendiendo el desalojo de los indígenas de las alturas.
El menú que utilizó para aderezar el plato para su patrón fue una gran ignorancia, pues dijo que el virrey Toledo instauró las reducciones “para dar mejores servicios” a los indígenas.
Refresquemos la memoria sobre la verdadera historia de las reducciones
Francisco de Toledo, uno de los virreyes con el gobierno más prolongado en el Perú (1569-1581), era una persona muy influyente, primo del rey Felipe II; llegó con el propósito de organizar mejor al virreinato, claro está, ordenándolo a los intereses de la potencia colonial.
El carácter represivo se evidencia por la preocupación del virrey por que no falte una cárcel en cada reducción. El descentralismo andino no convenía a los intereses de la corona, era un serio impedimento para acceder a la fuerza de trabajo que se requería para extraer las riquezas de las minas. En el virreinato se decía que estas y otras medidas apoyaban la labor de evangelización, pero era en realidad una medida económica, la evangelización no se produjo. La prueba es ver que hasta ahora se reproducen los ritos de “pago” a la pachamama (madre tierra), las adivinaciones con hojas de coca, etc.
Resultados y características más saltantes de las reducciones:
- Se abandonó incontables hectáreas de tierras y andenes construidos y trabajados desde tiempos ancestrales.
- Se obligó a los nativos, cuyo comercio se realizaba mediante el trueque, a conseguir y emplear monedas para pagar los tributos.
- Se les obligó a adquirir productos europeos que no necesitaban.
- Se redujo drásticamente el territorio poblado.
- Se empleó la fuerza para desalojar a los indígenas de sus tierras y llevarlos a las reducciones.
- Se les obligó a pagar tributos por el derecho de trabajar las tierras de las reducciones, que en realidad eran de los propios nativos.
- De las reducciones se envió a los aborígenes a los socavones de las minas; si sobrevivían, regresaban a sus tierras a pagar las deudas contraídas con el encomendero.
Las reducciones fueron un factor que contribuyó a diezmar la población nativa, pues en las minas morían muchos. Se estima que de 12 millones al inicio de la colonia, la población indígena se redujo a un millón al término del virreinato.
Se llamaba “primitivos indios” a la población originaria peruana por su descentralismo, pero esta política demográfica descentralista hoy la tienen los pueblos más desarrollados del mundo.
Analizada la historia, resalta la descomunal ignorancia de Rosa María y su gran audacia al hablar de lo que no sabe, todo con el propósito de defender al amo del Canal 4: Alan García, pues, según ella, las reducciones se crearon para brindar “mejores servicios a los indígenas”. ¡Tragicómico!
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