”...estamos llegando ya a un límite donde se rinde cuentas a un gobierno extranjero que en el pasado y hoy ha tenido gestos y actitudes inamistosas y de agresión...”
El profesor Alan Fairlie es uno de los economistas que más destaca en el estudio de las relaciones económicas peruano-chilenas, quien brinda declaraciones en entrevista concedida a Por Nuestro Perú. Enterémonos de sus serias advertencias sobre la grave situación entre ambos países.
―En la historia económica del Perú, ¿ha visto alguna similitud con el actual entreguismo económico a Chile?
―Creo que lamentablemente las circunstancias que se dieron en el siglo XIX, previas a la Guerra del Pacífico, se están repitiendo en buena medida, es decir, la necesidad de recursos naturales mineros y estratégicos en el caso de Chile, el apetito expansionista hacia el norte, por las debilidades y deficiencias de su economía, la debilidad de las élites, la frivolidad, la falta de conciencia que llevó no sólo a una lucha interna, sino a un desarme suicida que es como el que estamos repitiendo ahora; la presencia de fuerzas transnacionales que operan en función de esos intereses y ponen en riesgo la nación peruana. Ese es el período histórico al que podríamos remitirnos, que ahora está dándose en el caso del gas, de los recursos naturales y de la subordinación de la economía peruana.
―Comparativamente, ¿estamos en una situación equiparable, mejor o peor que la época que precedió a la Guerra del Pacífico?
“...la opción chilena sigue siendo totalmente realista, siguiendo la tradición portaliana (*) y pinochetista, mientras nosotros somos unas palomas yendo directamente a recibir el bocado.”
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―Recordemos que en el siglo XIX tuvimos la bonanza del guano y después del salitre, pero esos excedentes no se utilizaron adecuadamente para el desarrollo nacional. Hoy también hemos tenido una bonanza en los últimos años, pero en vez de utilizar la renta minera para el desarrollo y la defensa se le está pidiendo limosna a los empresarios, que además van a decidir cómo emplearla.
Mientras el estado chileno controla el cobre, tiene una empresa del petróleo, aunque no lo tenga y lo busque afuera, el Perú privatizó todo, casi incluso hasta las propias Fuerzas Armadas. Todo esto me parece muy grave, porque recordemos que lo que inicia la guerra es el impuesto de 10 centavos que plantea el gobierno boliviano a una empresa chilena de salitre. Lo que Chile hace es invadir Bolivia, porque se había generado el incumplimiento de un compromiso con el gobierno chileno. Ahora nosotros ―el ejecutivo― de manera suicida e irresponsable hemos suscrito un tratado de libre comercio con Chile, que en el capítulo de inversiones, servicios y solución de controversias, da los instrumentos jurídicos para que ante una violación “del tratado internacional” tengan derecho de tomar recursos y se generen las condiciones conflictos que pueden escalar de estado a estado.
―Desde ese punto de vista, comparativamente ¿la situación actual sería más grave que la que precedió a la Guerra del Pacífico?
―Sería más grave en el sentido que habría un instrumento jurídico de validez internacional que el estado peruano ha dado voluntariamente y sería también más grave porque la capacidad disuasiva de las Fuerzas Armadas están totalmente disminuidas a pesar de que hay un cierto dinamismo económico. Lo peor es que habiendo recursos ―hay diez mil millones de soles y más depositados en el Banco Central― que si decidieran usar, pueden usar una parte; no hay voluntad política y realmente es difícil de explicar por qué hay tanta ceguera.
―El TLC firmado con Chile es inconstitucional y en algún momento el Congreso tiene que revocarlo.
―Si nuestros congresistas dejan de estar peleándose por gollerías, por qué puesto tienen, qué comisión o qué ubicación tienen en la mesa directiva y se preocupan por los intereses del Perú y no de las menudencias, deberían haber planteado hace mucho no sólo una interpelación o recusación, sino un recurso de nulidad constitucional porque tengo entendido que hubo informe del propio Mincetur, del área legal, que decía que el TLC tenía pasar por el Congreso porque era un tratado. Entonces, necesitamos en paralelo generar estos recursos legales y al mismo tiempo informar a la población y tener una movilización organizada dentro de los cánones que la Constitución permite.
―¿Existe algún indicador económico que indique que un país ha llegado a un punto en que se encuentre, respecto de otro, en un estado de colonización económica de forma irreversible?
―Lo que hay son trabajos que plantean que cuando hay más interdependencia, y cuando esta interdependencia es simétrica, o sea cuando ganan ambos países, las posibilidades de conflicto se reducen. Pero cuando lo que existe son asimetrías y cuando tenemos una subordinación de una economía a otra, donde una produce materias primas y la otra manufacturas, donde en el pasado ha habido conflictos, donde el dominio económico pasa a ser dominio político y también se trata de tener una hegemonía cultural con psicosociales y revisión de la historia, estamos hablando de una empresa de conquista y esa empresa de conquista incluye la preparación de la población chilena a la cual están preparando no sólo con Epopeya, sino una telenovela, van a sacar un documental. Ya han comenzado con O'Higgins y se están preparando para el bicentenario. ¿Qué es lo que preparan para el bicentenario y para qué se está dando este tipo de avance y ofensiva integral? Eso es lo que tenemos que preguntarnos y realizar las acciones que se necesiten en lugar de estar actuando como el gobierno, reprimiendo a la población que decide movilizarse en su propio territorio.
―Se estarían repitiendo las mismas acciones que ejecutaron los países que entraron en conflicto para la Segunda Guerra Mundial, es decir, campañas y manifestaciones en las que el culmen ya fue una campaña belicista por medio de películas.
―Así es. Se empieza, se prepara a la población, se despierta el espíritu de fervor patriótico con nombres como Epopeya, los héroes, la gran gesta histórica y todo eso tiene que ver con el Perú y el dominio del Perú. Entonces es algo sumamente peligroso, que hay que tomar en consideración y frente a lo cual no podemos estar inermes.
―Desde esa óptica, ¿qué le parece que la presidenta Bachelet nos envíe un busto de un delincuente de la Guerra del Pacífico, como Pratt, que murió intentando asesinar a Grau, para que le pongamos monumento en el Perú y que el ejecutivo lo haya aceptado, porque no pueden anunciar envío sin aceptación local?
―Realmente me parece el colmo que se esté buscando ya no sólo el olvido de nuestros héroes sino el reconocimiento de los héroes del invasor. Eso ya es la última fase y etapa, en la cual toda la autoestima y dignidad de las Fuerzas Armadas y del país se está simplemente tratando de vulnerar, creo que debemos evitarlo a como dé lugar y si el ministro de Relaciones Exteriores dice que es muy complejo tratar el problema de los límites marítimos y llevarlo a La Haya y si cree que excede a sus capacidades, debe renunciar. Y si el gobierno todo es incapaz de defender la soberanía y prefiere reprimir al pueblo peruano en vez de defender sus intereses nacionales, también debería hacer lo mismo. En todo caso, creo que la población conciente, de manera digna, democrática y organizada, puede enfrentar, sobre todo desde las regiones, esta ofensiva que pone en riesgo la nación misma.
―En cuanto a la situación peruana respecto de Chile, ¿cuáles le parecen los indicadores más graves respecto de la asimetría en materia económica?
―Tenemos asimetría desde los grupos de comercios en balanza comercial, a pesar del superávit último, el hecho de que ese tipo de comercio es exportación de materias primas para que ellos le den valor agregado, lo último más grave ha sido lo de las gasolinas, las importamos de Chile, sin que Chile tenga petróleo, exportamos el crudo y les importamos gasolina, que es exportación de materias primas para que ellos le den valor agregado, gracias a la inversión de Enap en el Perú, con el grupo Romero de fachada y el control de la distribución de un sector de energía tan estratégico. Esa es sólo una muestra de todo lo que está ocurriendo. En inversiones están en todos los sectores estratégicos, 4500 millones de dólares de Chile en el Perú frente a 26 millones del Perú en Chile, con lo que eso representa en poder e influencia, en publicidad, en poder sobre los medios, en poder sobre el gobierno, en la articulación que tienen con sus propias fuerzas armadas y estado chileno, actúan de manera corporativa integral y el estado chileno defiende su presencia, y tenemos el tema del TLC que busca perpetuar esa situación. Los últimos bastiones que quedan son las regiones, la Tacna heroica que resistió casi 50 años un intento justamente de borrar la historia y de chilenización, y no pudieron hacerlo, y ese es el ejemplo que hay que seguir y retomar. El pueblo de Tacna ha sido agredido, ha sido vulnerado en sus derechos, me solidarizo con ellos, he estado allá en una exposición esta semana y creo que es ese pueblo y esa acción es la que debe impulsar. Creo que Tacna puede iniciar, junto con otras regiones del sur del Perú, todo un proceso de movilización y un proceso de concientización general hasta que el gobierno entienda que tiene que ponerse del lado de su población y no al servicio de un país extranjero.
―¿Como vio la recepción de Tacna al foro que se realizó el 4 de abril?
―La población está ávida de información, está harta de las campañas de propaganda y desinformación que se dan desde el gobierno, desde los gobiernos peruano y chileno de manera concertada, que dicen que todo está perfecto y somos hermanitos mientras se pone debajo de la alfombra los problemas de fondo, como son la solución de los límites marítimos y la defensa de los límites terrestres que han desconocido. La gente está dispuesta a enfrentar la situación.
―¿Qué le ha parecido el hecho de que el gobierno haya ofrecido al canciller Foxley detener la marcha y que no haya protestado por el sembrado de minas en nuestro suelo de parte de Chile?
―Me parece una vergüenza, estamos llegando ya a un límite donde se rinde cuentas a un gobierno extranjero que en el pasado y hoy ha tenido gestos y actitudes inamistosas y de agresión, que se alía con este gobierno y esas élites para frenar a una población que reivindica su derecho al territorio y a su dignidad.
―¿Qué deberían hacer las organizaciones civiles ante esta situación, porque se advierte cierta falta de reacción?
―Creo que efectivamente hay dispersión de los sectores que cuestionan esta situación, pero al mismo tiempo, que en cuanto se sepa la magnitud de lo que está en juego, esos segmentos, esas poblaciones van a ser canalizadas en un solo puño. Creo que todos los sectores y todas las organizaciones debemos dejarnos de protagonismos o de figuretismos, o de dispersiones o de cuchillazos infraternos y mutuos, para poner por delante el país y hacer un gran frente único de defensa de la soberanía frente a la chilenización.
―¿Qué le parece que frente a la pretensión de la venta del gas a Chile, como organización, solamente el Colegio de Ingenieros alce la voz y exista un mutis de parte de sectores empresariales, académicos, de sectores diversos de la ciudadanía?
―Me parece que el Colegio de Ingenieros no está solo. En Arequipa y otros departamentos del sur del Perú se ha planteado no vender ni una molécula de gas a Chile y creo que no están dando sólo declaraciones, sino que están dispuestos a evitarlo tomar las acciones que sean necesarias. Por eso creo que el gobierno está jugando con fuego, está subestimando la capacidad de reacción de la población, está provocándola innecesariamente en vez de aglutinar y crear un consenso nacional en defensa de la soberanía.
―¿Qué le parece la propuesta, aunque no sea todavía una decisión aprobada del gobierno de Chile, de elegir como punto probable para la construcción de una planta nuclear no la Patagonia ni el centro de Chile, sino precisamente el norte y la cercanía con el Perú?
―Es preocupante, porque como sabemos, en Puno y otras zonas hay uranio, tenemos una serie de recursos y se supone que en la doctrina oficial se plantea la seguridad cooperativa, que estamos en una zona totalmente libre, no sólo de armas nucleares, sino de conflictos, y esa es la visión que se define oficialmente desde el gobierno; mientras tanto la opción chilena sigue siendo totalmente realista, siguiendo la tradición portaliana (*) y pinochetista, mientras nosotros somos unas palomas yendo directamente a recibir el bocado.
―¿Tiene algo más que añadir?
―Sólo instarlos a ustedes a que continúen con esta tarea patriótica, en ese camino muchos van a coincidir y todos los sectores nos daremos cuenta de que pronto tendremos que hacer una marcha de los cuatro suyos, pero ya no contra una dictadura, sino por la supervivencia nacional. (*) Diego Portales fue ministro promotor de la hegemonía chilena mediante la violencia, que condujo a la Guerra del Pacífico.