Preguntas sin respuestas en el tiempo

pradera_amazonica.jpgPor Mag. Félix Murazzo Carrillo*

Nuestro país el Perú, milenaria nación, forjada en los antecedentes de la historia como una civilización, en donde el incario prevalece en el tiempo con majestuosidad para el orgullo de todos los peruanos —hay que reconocer— ha tenido episodios, que lo privilegian singularmente frente a otros países del mundo.

Las características incontrastables de su costa, sierra y selva —país que está en dimensiones geográficas dentro de los veinte países más grandes del mundo— muestran al Perú como una fuente inagotable de recursos en su diversidad de  flora y fauna; su ubicación geopolítica estratégica en el globo terráqueo; la riqueza de suelo y subsuelo; su multiplicidad de microclimas que la hace proveedora de las reservas energéticas del mundo, no pueden ser simples coincidencias de la naturaleza.

El destino ha sido bondadoso con el Perú y los peruanos —quienes al parecer—  al igual que sus gobernantes en el tiempo, no han tomado conciencia de esta especie de “maná del cielo”, que se tradujeron en hechos que pudieron convertirse en el impulso hacia un desarrollo  real, integral, sostenido e inclusivo de nuestro país como Estado; bastaría recordar acontecimientos como el boom del Salitre, del Guano de la Isla, del Caucho, del Petróleo, de los minerales preciosos; y en estos últimos años del gas y por qué no decirlo de la “coca”; que como siempre han sido fenómenos que no hemos sabido administrar.

Qué ha pasado en el Perú, con sus ciudadanos y gobernantes para tener en el tiempo, actitudes que colindan con la carencia de una visión de desarrollo frente a prodigios engendrados en nuestra propia tierra y que están allí, en procura de una adecuada administración que beneficie a todos los connacionales; de qué manera la forma en que hemos sido educados  en el Perú, ha influido para ser indiferentes con nosotros mismos y la historia nacional, al hacernos esencialmente consumistas de los recursos y no transformadores de los mismos. Preguntas pendientes por resolver.

El tren de la historia tiene ahora una gran velocidad y los fenómenos comentados tienen su periodicidad y oportunidad, para que éstos no se reviertan negativamente en el colectivo nacional y mundial, como es el caso, de la problemática de la comercialización y consumo de drogas, verbigracia: La Cocaína; producto de la ancestral hoja de coca y cuyo valor alcaloide es de gran pureza en la zona del Valle del Río Apurímac y el Ene (VRAE) desplazando por dicha razón a otros países en cuyas latitudes se cosecha y cultiva hojas de coca —se podría decir— de menor calidad.

No por coincidencia la zona del VRAE tiene forma de un gusano agazapado, ubicado en una zona agreste de difícil acceso y que a su incontrastable ubicación  geográfica en zona de ceja de selva, que comprenden y colindan con diversas regiones  (Junín, Cusco, Apurímac y Ayacucho), a lo que se debe agregar también, que comprenden  sendas regiones políticas con visiones y gestiones diferentes que colisionan y que no priorizan la visión unitaria, integral, compartida, sostenida y mantenida en el tiempo; lo que obviamente acrecienta el mal y cunde el mismo; en una zona en donde crece la planta, como se ha dicho de alto contenido alcaloide, sin necesidad de cuidados especiales, sin riegos permanentes, sin fertilizantes y con cosechas múltiples en el año a diferencia de otras latitudes.

La zona en donde se produce la hoja de coca en el VRAE promedia las 15,000 hectáreas y con una población de aproximadamente 150,000 personas precariamente identificadas; y es allí, en donde se produce una droga (cocaína) que en suma total, se estima que sobrepasaría las doscientas toneladas anuales, cuya demanda no es para el ámbito nacional; sino por el contrario, para el ámbito internacional en donde se encuentra el real mercado de demanda y para el cual el Perú se convierte en su principal proveedor; situación de triste privilegio que nunca nuestros gobernantes  en el tiempo han sabido adecuadamente administrar y solucionar.

Preguntas:

¿Es posible que una zona como el VRAE que en dimensiones constituye el 0.01% del territorio nacional ponga contra la pared al 99.99 de todo el país?

¿Es posible que una población  en donde habita un número que alcanza el 0.05% nacional ponga en jaque al 99.95% que constituye la población en el país?

¿Es conveniente seguir aplicando-comprometiendo ingentes recursos-métodos operativos y de inteligencia clásicos en una zona agreste y peligrosa, en donde  este accionar es improductivo y en el cual, moran los protagonistas de la producción de drogas mimetizados en el medio, sin que se asegure reales éxitos en los resultados?

¿Debemos acostumbrarnos a las noticias de pérdidas de vida de los miembros de las Fuerzas del Orden involucrados en improductivos planes de operaciones en la zona del VRAE; y contrariamente no aplicar una estrategia diferente que aísle a los traficantes de droga de la población y del aprovisionamiento de los insumos químicos, sin los cuales, no se podría producir drogas?.

¿Continuarían los traficantes de drogas en el VRAE haciendo grandes inversiones de dinero en un lugar alejado,  inhóspito y riesgoso, sin tener la seguridad —por múltiples factores—  que su producto llegue a su destinatario en el extranjero en donde se encuentra la  real demanda del mercado?

 Ayúdennos a encontrar las respuestas a estas preguntas.

*Teniente General PNP ( r )
 Abogado