Por Humberto Pinedo Mendoza (*) / Raúl Allain (**)
En el 2014 el concepto de lo cholo desarrolla un determinante significado camuflado en base a desprecio social. Esto sucede porque ciudadanos de raíces andinas o amazónicas cuentan con mejores recursos económicos, pero no así una mejor preparación cultural y de conciencia social. Denominados "cholos cosmopolitas", se blanquean para asumir un nuevo estatus social. Son reconocidos como "la derecha bruta y achorada". Si no implementamos un proyecto nacional de integración social podríamos recaer en banalizaciones. Se concebiría una vergüenza más porque somos un país diverso con respecto a patrimonios culturales.
Los cronistas de la colonia testifican sobre el perro pelado como un animal chusco y vulgar (Pedro Cieza de León y Bernabé Cobo). Este animal también se hallaba en Centroamérica o en algunas etnias como Anahuac. El vocablo “cholo” ya existía durante esa época pero con otra connotación.
El historiador Juan José Vega sostenía que cuando llegaron los europeos a Tumbes y Piura estuvieron acompañados por indígenas de Nicaragua y Guatemala. Ya se conocía el vocablo “cholo” para calificar a los perros marrones o pelados. Los españoles llegaron con sus propios canes que eran feroces y conocidos como "comeindios", incomparables con los que pertenecían a naturales.
Felipillo y Gonzalillo eran indígenas tallanes que fueron transportados a la fuerza a Europa para ser adoctrinados, cristianizados y usados como traductores al servicio de los invasores. Explotaron y acusaron a su raza. Este cholo con poder ya choleaba a otro cholo. De la misma forma como lo hizo Mateo Pumacahua antes de darse cuenta del engaño de los chapetones. Es decir que estos cholos con poder ya choleaban. Actuaron de la misma forma con los negros (Arroyo).
En la colonia los curacas eran intermediarios entre los españoles y los naturales (Maria Rostoroswki). Muchos de estos curacas seguían con sus privilegios ancestrales. Sirvieron de puente social para que los invasores (corregidores y encomenderos) pudieran explotar mejor a los andinos tanto en los obrajes como en las minas (Cuadernos de visitas). Este enclave social de explotación entre hermanos de raza se legitimó.
En la época de la sublevación de Túpac Amaru encontramos en el aymara Túpac Katari, uno de sus más importantes lugartenientes, quien acompañado de su ejército andino arrasaba con todo lo que fuera español, mestizo o negro. Este tipo de racismo andino tampoco es justificable. Muchas veces la ostensión de poder político y social conseguido corrompe y convierte a las personas resentidas en seres discriminatorios e intolerantes.
En la época de la Emancipación los enfrentamientos entre realistas y patriotas en la Batalla de Ayacucho y de Junín fueron entre un ejército de indígenas realista contra otro ejército de indígenas y mestizo patriota. Es decir cholos contra otros cholos. Siempre existieron comunidades separatistas que no estaban de acuerdo con los gobierno de turno.
En la República los hacendados y gamonales usaban a los mestizos, negros e indios robustos para que obligaran a trabajar a los campesinos (José María Arguedas). En El zorro de arriba y el zorro de abajo esta situación de discriminación entre andinos o cuasi andinos se halla de manifiesto en las ciudades. De esta incomunicación y marginación entre nacionales se percataron por los viajeros extranjeros Raimondi, Darwin y Humboldt.
Es cierto que con la llegada de los europeos amestizados (latino, africano, árabe, persa, judío) se logró un nuevo tipo de mestizo americano. El cholo de la sierra, del norte, del sur y de la selva culturalmente y socialmente son diferentes a pesar de algunas diferencias de identidad local o pueblerina, pero en el fondo son iguales (Stefan Varese). Cada tipo de cholo con su propia característica. El cholo aymara es muy diferente del cholo piurano. Ambos con sus propias identidades pero cholos o indígenas para los extranjeros.
Nos podemos topar con comerciantes como intelectuales aymaras de mucho valor. Pero también alguno de ellos con cierto carácter intolerante. No aceptan tan fácilmente a los quechuas en donde se encuentran. Como apreciaríamos, la discriminación racial se da también entre etnias y grupos humanos. Por eso es importante que exista el liderazgo de un político o Presidente que aglutine en un proyecto cultural y político a toda esta diversidad social respetando sus costumbres. Es decir una identidad chola moderna.
El problema de la diferenciación social entre quechuas, aymaras o amazónicos se agudiza cuando se produce la segunda ola de migración en el 60 hasta nuestros días. Comienzan a diferenciarse entre cholos que se han quedado en sus pueblos y los que residen en Lima y asumen una nueva actitud social. En cambio muchos provincianos que residen en Lima se encuentran con la espada desenvainada llena de resentimientos. Es parte de la baja autoestima de muchos de ellos. Debiéramos vivir con la gente de los pueblos donde son más honestos y aman sus identidades.
PROGRESO
En Lima a comienzos del siglo XX la "choledad" era propiamente racial como lo definiría José Varallanos. En cambio Nelson Manrique agrega variables económicas y sociales. Cuando Juan Velasco Alvarado le rompe el espinazo social a la oligarquía no implementan nuevos valores ni sociales ni culturales como diría el Periodista Paco Igartua en sus memorias. Fue en ese momento en que se jodió el Perú y por lo tanto se cultivaron resentimientos sociales y mezquindades y mediocridades. No teníamos un proyecto nacional que guíe a las futuras generaciones. Nos dejaron acéfalos de dirección cultural y social. Fue una invasión social de grupos humanos contra otros. El “¡sálvese quien pueda!” se concebía determinante. Del ensayista español Ortega Gasset podemos afirmar que hay rebeliones de masas que se entienden positivas al comienzo… cuando se actúa para buscar mejores condiciones de vida. Pero en nuestra patria nos están dejando una nueva “choledad” resentida en Lima y por eso estamos viendo las consecuencias de diferentes tipos de violencia. Con una tercera generación que no tiene valores y son prepotentes y sin conciencia de sus ancestros. Esta choledad se ha dividido en tres formas que se plantean así: los que se quedaban en pueblos, los ancianos, los niños, los discapacitados, los pequeños agricultores y artesanos; los que llegaron a Lima, los emprendedores que formaron empresas con su propia voluntad y creatividad. Los otros cholos son el lumpen que esta diversificado en diferentes lugares sociales.
Fue la primera generación que se ubicó entre los pueblos jóvenes y conos. En el camino construyeron sus casas en las urbanizaciones. Este nuevo tipo de cholo andino o amazónico ganó una nueva posición social en Lima. Se enfrentaron ante el racismo del limeño prohispánico que se concibe como una extensión muy reducida en la capital. De allí nace la nueva conducta de un cholo moderno. Lo encontramos progresista en sus fiestas regionales como en los clubes departamentales. Muchos regresan durante fechas patronales a su terruño. Algunos ayudan a sus paisanos a construir obras en sus pueblos y otros regresan por entretenimiento.
En cambio en la otra vertiente de la “choledad” se encuentran los resentidos sociales, los achorados, los pandilleros, los sicarios… toda una gama de individuos que desean conseguir dinero y bienes de mala forma. No respetan normas y no tienen valores de convivencia, como los de construcción civil o los microbuseros. Hay muchos andinos que están metidos de pandilleros o de informales. Debería implementarse un nuevo proyecto social donde se integre a todos estos grupos con un derrotero de país. Y ya no avergonzarnos con la corrupción imperante que existe en la mayoría de las autoridades municipales y regionales en nuestro país, como manifiesta la Contraloría General de la República. Es decir autoridades cholas que roban a sus propios paisanos.
CONTRADICCIONES
Hay provincianos que han ganado una posición social con honradez y trabajo como los que circundan Gamarra, conos de Caquetá y mercados populares, pero también se procrean diferenciaciones sociales entre andinos y amazónicos pobres y los que gozan de dinero. Este detalle se percibe en los clubes departamentales. Muchos de ellos se encuentran en lugares residenciales. Esta es otra forma de “choledad” discriminativa o alienada.
No nos olvidemos que quienes van a votar en las próximas elecciones en su mayoría son jóvenes de la tercera generación de padres migrantes con una particular mentalidad de dependencia improductiva con base en la desmesura que produce la Internet y la pérdida de identidad y que viven en Lima. Muchos dirán que estos defectos también son padecidos por los migrantes asiáticos, africanos y europeos, es cierto pero estas son las minorías en nuestra patria. En comparación con los andinos y amazónicos. Ya no hay limeños puros y los que los dicen serlo son limeños hijos de provincianos y por su ignorancia y falta de autoestima de amor a su identidad son los más racistas. Los vemos en los pueblos jóvenes, en los barrios populares y en las urbanizaciones.
¿Hasta dónde este cholo peruano informatizado es reaccionario en su trato diario? Cuando conversamos con turistas europeos sumamente cultos que nos visitan en Cuzco o Puno, observamos cómo aman con mayor profundidad nuestras costumbres, las bailan y comen sus platos típicos, aprenden el quechua, se enamoran de jóvenes de dichos lugares y se sienten orgullosos. En cambio esta “choledad” se inserta en la derecha bruta o achorada, por no decir: estos “cholos de mierda” reniegan de sus ancestros. Esta situación tiene que cambiar con una verdadera Reforma Educativa.
Para mayores datos de esclarecimiento socioracial la National Geographic determinó que en nuestra patria casi el 75% de su población es indígena o de un mestizaje particularmente peruano. Entonces podemos preguntarnos por dónde sale ese racismo de cholos contra cholos, de la ignorancia mediocre de pueblos sin educación ni conciencia de quienes son.
INFORMALIDAD
Cuando una autoridad como Susana Villarán desea realizar reformas sociales tanto en el transporte como en el mercado mayorista vemos cómo reaccionan estos grupos de desadaptados. Están acostumbrados a coimear a las autoridades y convivir sin normas. Como notamos que el problema actual es racial pero ya no perteneciente al blanco, sino del indígena y el mestizo que tratan de imponer nuevas condiciones de vida y cholean a sus paisanos en la urbe.
Queda la impresión de que en todos estos sectores sociales de comerciantes e informales existe tal grado de conformismo que están satisfechos con la nueva posición social que poseen y no quieren que ninguna institución o persona la modifique. Qué diferencia con el indígena ecuatoriano y boliviano que sí aman su identidad y terruño sin menospreciar los aportes culturales, sociales y científicos que nos da la cultura universal.
(*) Historiador, Poeta y Periodista.
(**) Escritor, Poeta y Editor. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud y codirector del sello independiente Río Negro.