Si no puedo, otros cargan con el bulto
La situación de violencia y guerra civil permanente que vive Colombia tiene sus raíces más “cercanas” en el año 1948, cuando se produjo un levantamiento popular por el asesinato del caudillo Eliezer Gaitán. Desde esa fecha hasta hoy, no existe paz en Colombia. Poco a poco se fueron desarrollando guerrillas que adquirieron con el tiempo considerable poderío militar. Algunas de ellas, como las FARC, han incurrido en acciones que motivan que el gobierno de Colombia y otros países las califiquen de terroristas. Aquí sucede una curiosa y cruel situación. Ni el gobierno colombiano ni la cobarde cúpula militar colombiana quieren tomar el toro por las astas, por diferentes razones. Primero está la cobardía de los militares colombianos1, y luego el aprovechamiento político y económico de la violencia. En otras palabras, a quienes dirigen Colombia les resulta provechoso que las FARC continúen en acción, por lo cual no les interesa mucho combatirlas y por eso las tenemos hasta hoy, ocasionando intranquilidad e inquietud en otros países.
Colombia es expansionista
El Perú debe tener en cuenta que Colombia es un vecino peligroso, no sólo porque se apoderó del trapecio amazónico2 sino que con el pretexto de las tropas de las FARC infiltradas en el Perú puede atacarnos igual que al Ecuador; además, como Chile, es un país que desacata la ley internacional y roba territorios. Aparte de apoderarse del mencionado territorio peruano, ocupó el archipiélago de San Andrés, que pertenece a Nicaragua. Cuando recientemente, en respuesta a un pedido de Nicaragua y Honduras, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya estableció en el mar una línea divisoria entre Honduras y Nicaragua, ambos países centroamericanos acataron la sentencia; pero como dicha línea se proyecta a favor de Nicaragua hasta un sector que Colombia (como el Chile usurpador) considera suyo, se niega a aceptar esa realidad jurídica, desconociendo los derechos de Nicaragua.
Nada de terceros ni menos Hugo Chávez
La prensa mercenaria y los políticos corruptos que reflejan los puntos de vista de Chile y de los EE. UU. repiten con satisfacción y hacen suyas las palabras de Alan García, quien reconoce que Colombia agredió a Ecuador, pero piden a Venezuela que se mantenga al margen del conflicto. Sabiendo las simpatías que el Apra y Alan García tienen por Chile y Colombia (despojadores de territorio peruano), las palabras de Alan García dirigidas al presidente del Ecuador, Rafael Correa, significan: “Entiéndete tú solo, sin ningún apoyo de Venezuela, para que mis amigos colombianos te agredan cuantas veces quieran”. En la mente de políticos y diplomáticos peruanos prochilenos, que aíslan a nuestro país para facilitar las usurpaciones de Chile, país delincuente y enemigo del Perú, no existe ni una mínima noción de que un país debe tener aliados. Si no fuera por el firme apoyo político, diplomático y militar de Venezuela, ya los colombianos estuvieran nuevamente bombardeando e incursionando a su regalado gusto en territorio del Ecuador; pero como buenos parásitos y cobardes que son los militares colombianos, saben que cualquier incursión que realicen en suelo ecuatoriano provocaría una inmediata reacción militar de Venezuela, que ya tiene suficientes tropas en su frontera con Colombia. Otro aliado significativo para Ecuador es Nicaragua, que en solidaridad con el Ecuador ha roto relaciones diplomáticas con Colombia (hasta la cumbre de ayer, en la cual decidió reanudarlas).
La actitud solidaria de Venezuela y Nicaragua es un ejemplo valioso de lo bueno que es tener amigos consecuentes3, algo que hasta ahora no pueden entender los políticos y diplomáticos peruanos. La de ahora es una buena oportunidad de acercarnos al Ecuador manifestándole clara solidaridad frente a la agresión colombiana, sin entrar a la alcahuetería de mencionar a Hugo Chávez (¡cada país sabe qué aliados tiene, y el gobierno del Perú aislacionista y sirviente de Chile es quien menos puede dar consejos en esta materia de alianzas!).
Los cobardes e incapaces
Tanto en lo político como en lo militar la cobarde conducta de gobernantes y militares colombianos prolonga el drama del vecino país por tiempo indefinido. La situación de los rehenes a quienes la fuerza armada colombiana se niega a rescatar es la demostración más clara de la tolerancia e incluso aprovechamiento de la crisis por parte de las cúpulas políticas y militares de Colombia.
Si hay una organización terrorista hay que combatirla, y eso tiene un costo político y en vidas que se debe pagar. Un ejemplo de cómo no tolerar al terrorismo viene de Rusia. Todas las veces que los terroristas han tomado rehenes, el gobierno ruso ha intervenido enérgicamente, con gran pérdida de vidas entre rehenes, terroristas y militares; el pueblo ruso comprende lo difíciles que son estas situaciones y apoya a su presidente. Por su parte, los EE. UU. resuelven el problema de toma de rehenes con francotiradores que disparan a la cabeza. ¿Por qué no hace algo así el gobierno de Colombia, esto es, entra a un enfrentamiento franco y viril, con miles de pérdidas de vidas de militares y terroristas, en vez de causar zozobra largo tiempo en todo el continente por su pusilánime actuación? ¿Quién es el rival de las fuerzas armadas colombianas? Principalmente son los terroristas de las FARC que, además, por ser propiciadores del tráfico ilícito de drogas, es muy posible que —como sucede con los talibanes en Afganistán— sean también consumidores de dichos estupefacientes, lo que lleva a pensar que antes de entrar en combate los terroristas se drogan para pelear en enloquecido frenesí, como energúmenos. Por supuesto que un enemigo así es peligroso, ¿pero no son acaso los militares profesionales quienes los combaten? ¡Es una vergüenza que militares formados en escuelas de su país y del extranjero tengan miedo de un grupo de zarrapastrosos terroristas adictos a la droga! Y entonces nos transfieren su problema a todos los países de América del Sur.
La incursión colombiana a Ecuador es un patético y grotesco ejemplo de imitación engañosa de lo que hacen otros países. En particular los colombianos remedan algo de los ataques israelíes con soldados transportados en helicóptero, que a veces han resultado exitosos en el Medio Oriente. Pero ni esa clase de ataques o asesinatos selectivos que realiza Israel contra los terroristas que dirigen Hamas ha podido doblegar la resistencia de estos palestinos que, entusiasmados por la idea de morir en lo que llaman “guerra santa”, siguen lanzando cohetes contra Israel y cometiendo atentados suicidas. Si tenemos en cuenta que las FARC son mucho más fuertes que Hamas, se comprenderá el engaño que realizan el presidente colombiano Álvaro Uribe y sus fuerzas armadas. Los acobardados militares colombianos rehúyen el combate directo y para disimular su falta de valentía distraen a la opinión pública matando a dirigentes de las FARC, lo cual militar y políticamente tendría sentido sólo si fuera el preludio de una ofensiva antiterrorista verdadera, enfrentando a las FARC cuerpo a cuerpo, con granadas de mano y bayoneta calada, pisando minas y recibiendo el fuego de tiradores emboscados, lo cual significaría un elevado número de bajas de la fuerza armada colombiana, pero podría conducir a la victoria anhelada por Álvaro Uribe y sus uniformados. Eso ocurrirá cuando éstos se armen de valor y decidan entrar a pelear en los bosques donde se refugian las FARC.
Lo que faltaba
Si bien es cierto que el ataque colombiano en suelo del Ecuador es gravísimo, hay que entender que luego se retiraron y Ecuador recuperó el control de la zona. Pero mucho más grave es lo que Chile, país delincuente, hace con el Perú al usurpar el triángulo de suelo tacneño en el cual el Perú no ejerce su soberanía, para beneplácito del gobierno aprista que no toca este tema porque tiene la intención de ceder tierra tacneña a sus patrones chilenos4. ¿Por qué Alan García no aprovechó la presencia del visitante presidente ecuatoriano para denunciar la usurpación chilena de nuestro territorio? ¿Por qué? Porque en el corazón de Alan García pesa más la defensa de los intereses chilenos (venta de gas, permitir volar a Lan en cielos peruanos, no expulsar a empresas chilenas en sectores estratégicos, permitir que chilenos controlen la actividad portuaria, etc.) que la defensa de los intereses del Perú, al cual dudamos que considere su patria verdadera. Como una muestra de dignidad del presidente Rafael Correa —que hay que reconocer aunque sea aliado de nuestro enemigo chileno— están sus declaraciones de que si una próxima reunión de cancilleres no emite una condena explícita y castiga a Colombia, Ecuador verá la manera de arreglar la situación por otros medios (¡obviamente, por la vía militar!). ¡Aprendan, políticos peruanos corruptos! ¡Así se habla!
Para terminar, toda la opinión pública espera ver qué va a pasar con las denuncias que interpondrá Álvaro Uribe, cuyo partido y quizá él mismo están vinculados a los asesinos paramilitares de derecha, contra Hugo Chávez por patrocinio de organización genocida. El jurista Javier Valle Riestra, conocedor del derecho internacional, en entrevista televisada ha anticipado basándose en detallada argumentación que desde ningún punto de vista se podría someter a juicio internacional a Hugo Chávez. Si se confirma esto, nada salvará de la vergüenza pública al presidente colombiano, cuya incapacidad e ignorancia quedarían una vez más puestas en evidencia. Su condición de sirviente de los EE. UU. le impide ver la realidad tal como es.
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1 Cuando en 1932, ante la traición de Augusto Bernardino Leguía, civiles armados peruanos recuperaron Leticia, la guarnición militar colombiana allí instalada, sorprendida por la impetuosa arremetida de los patriotas peruanos, mayormente del departamento de Loreto, se desbandó y sus integrantes huyeron en un vergonzoso sálvese quien pueda. Que los militares colombianos son cobardes es algo indiscutible, pero sí tienen el apetito de agredir cuando están en ventaja. Si hay infiltración de las FARC en territorio del Perú, ya hemos advertido que en caso de incursión colombiana en nuestro suelo los militares peruanos estarán en el deber de matar a todos los miembros de las FARC y también a todos sus posibles perseguidores; hay que acabar con ellos, a unos por terroristas y a otros por cobardes y rateros.
2 Por traición del presidente Augusto Bernardino Leguía, en 1922 se firmó con Colombia el tratado Salomón-Lozano, mediante el cual Leguía, cediendo el trapecio amazónico que incluía la ciudad de Leticia, permitió el acceso de Colombia al río Amazonas. Esta traidora cesión, ocultada al público por el gobierno de entonces y avalada en silencio por el Apra, encontró el rechazo de los peruanos. Así, en setiembre de 1932 civiles peruanos armados recuperaron Leticia, pero fueron desautorizados por el gobierno. Para arreglar este abuso el presidente Sánchez Cerro movilizó la fuerza armada para enfrentar la usurpación colombiana, pero fue asesinado por un individuo a quien se atribuyó filiación aprista (de haber sido aprista, necesariamente habría sido adicto a la política de despojo que cometía Colombia contra el Perú).
3 Ver Diferendo con Chile. El frente político-diplomático
4 Aunque los colombianos controlaron poco tiempo esa parte del territorio ecuatoriano durante su incursión, Ecuador ha reaccionado de la manera en que vemos. ¿Se imagina, amable lector, que los ecuatorianos consentirían ceder control de su territorio como lo hace el Perú con Chile en el caso del triángulo de Tacna y en el mar? Rafael Correa no es como los sinvergüenzas y ladrones de acá; es seguro que en su hogar aprendió lo que es tener dignidad y patriotismo.