En estos meses de espera del Metropolitano, que no tiene cuando echarse a andar de manera oficial, nos enteramos de un nuevo detalle que constituye un peligro y un atentado que vulnera la reserva de la información personal de los limeños: las llamadas “tarjetas inteligentes”.
Este sistema de vehículos del llamado Metropolitano exige presentar DNI para poder adquirir los pasajes, que se pagan con las “tarjetas inteligentes”, que son algo parecido a las tarjetas que se adquieren para llamadas telefónicas, con la diferencia de que para comprar estas tarjetas de telefonía no es necesario identificarse.
En ningún país del mundo (por lo menos en los desarrollados) se obliga a identificarse y dar sus datos y nombre a las personas para pagar un boleto de transporte urbano. Cualquiera, nacional o extranjero, puede adquirir boletos en cualquier modalidad sin necesidad de hacerlo.
Peligro para los limeños
Estas tarjetas irán alimentando a una base de datos que al registrar los saldos arrojará el movimiento de transporte de la persona. De esta manera, la municipalidad estará en posesión de información sobre el moviento individual de los limeños, lo cual más parece un intento de establecer un aparato represivo sobre la población.
Son numerosos los casos de información personal que se filtra, por ejemplo, de los bancos y otras instituciones hasta el hampa. En ciertos lugares se puede adquirir los CD conteniendo datos personales de cientos de miles de peruanos.
Este peligro se agrava con la precariedad laboral existente en las municipalidades, hay services, servicios no personales (ahora llamados CAS) y una serie de modalidades creadas para no dar estabilidad al trabajador. Siendo esto así, nadie puede asegurarnos que estos datos no sean filtrados hasta el hampa.
Y qué peligroso será que el hampa se entere de los trayectos diarios de los limeños. Sabrá donde atracar o sabrá si hay más probabilidad de que su vivienda quede sola.
Esta situación es mucho más seria después que el Reniec entregó la concesión de impresión de las DNI a una empresa chilena, atentando contra la seguridad nacional e individual, pues están en posesión de información que es peligrosa en manos de una empresa proveniente de un país hostil, como es Chile.
¿Para qué quiere Castañeda saber los nombres de las personas y horas en las cuales suben al Metroplitano? Además, requerir estos datos complica la atención, pues tomará más tiempo vender cada tarjeta.
Urge legislar para proteger la información personal de los ciudadanos, pues Catañeda está aprovechando de un vacío legal para ir más allá de toda razonabilidad y obligar a los limeños a revelar su identidad. Conociendo sus aficiones dictatoriales, nada bueno podemos esperar de este extraño sistema que le atañe a usted amigo lector, a su familia y todos los limeños y personas nacionales o extranjeras que transiten por Lima empleando el Metropolitano.
Los políticos y las organizaciones deberían exigir poner punto final a este sistema de tarjetas, pues amenaza con extenderse a otros medios de transporte urbano. Así tendríamos que podría emplearse en empresas de taxi, colectivos, microbuses, que constituirían todo un sistema de espionaje.