La campaña para alcanzar la alcaldía de Lima muestra cómo a todos los candidatos no tienen ningún plan contra el proxenetismo, lo cual muestra que nada les importa la esclavitud sexual a la cual son sometidas un número creciente de mujeres, principalmente venezolanas y colombianas por parte de proxenetas, que han llegado a extremos nunca vistos como enfrentarse a balazos en las calles por el control de este grave delito.
En el debate, a la pregunta sobre la creación de una zona rosa que brinde seguridad a prostitutas, Urresti respondió: “No estoy de acuerdo, por experiencia se los digo. Una zona rosa es muy difícil de construir. No tenemos un área, las áreas industriales en donde se ejercen o existen prostíbulos que tienen todos los permisos del ejecutivo se han quedado en áreas centrales”, dijo y añadió: “Eso se hace muy difícil. Es mucho el dinero que se maneja en este tema, son muchos millones, manejan más que los mismos narcotraficantes”.
Esta respuesta contrasta con la habitual grandilocuencia del candidato en materia de seguridad ciudadana, pues habla de lo que haría incluso prometiendo acciones que no competen al alcalde, como contratar policías. Urresti hasta llega a ignorar preguntas diferentes a la materia de seguridad para repetir una y otra vez casi prácticamente sus mismos planes contra la inseguridad, que demuestran que tiene poco o casi nada para el las demás obligaciones de una gestión municipal.
Además, si hablamos de seguridad, Urresti ya fue ministro del Interior y la delincuencia y la prostitución continuaron como antes a su salida, pese a que no existía entonces el problema de la invasión venezolana que ahora ya sobrepasa el millón 600 mil inmigrantes sólo de esa nacionalidad, sin contar otras.
Resulta grotesco que Urresti diga que como los proxenetas manejan mucho dinero entonces es difícil poner en vereda al comercio sexual.
Ejecutivo, Congreso, Defensoría, Fiscalía, alcaldes, gobernadores y ONG aplauden a proxenetas
Así como Urresti no quiere hacer nada contra la explotación sexual, lo mismo se observa desde hace años:
Ejecutivo. En lugar de gastar en consultorías para diagnósticos sobre la trata, pero escasa acción. No vemos a los cientos de proxenetas que deberían estar encarcelados, dado el alto crecimiento exponencial del comercio sexual con los “ejércitos” de extranjeras que invaden muchas calles. Tampoco vemos la creación de casas de acogida para rescate de las mujeres explotadas, con un plan para encaminarlas a un autosostenimiento decente.
Congreso. No fiscaliza la inacción del Ejecutivo, Fiscalía, Defensoría, etc., ni actualiza la normatividad para combatir este delito.
Defensoría. En el Día de la Mujer, sin falta preparan bonitos mensajes, pero en los hechos nada les interesa la trata ni la inacción del Estado. Ejemplo: En una oportunidad este medio les indicó que en ciertas municipalidades habría corrupción para favorecer al proxenetismo, lo cual se evidenciaría en la falta de protocolos de acción en caso de sospecha, denuncia o constatación de trata, pues los fiscalizadores harían la vista gorda ante las denuncias de los vecinos. En lugar de responder diciendo que elaborarían un protocolo para sugerir su aplicación obligatoria, simplemente respondieron como un holgazán, indicando que nosotros nos encarguemos de escribir a la municipalidad para pedir acciones. Es decir, se trata de burócratas que no quieren moverse de su escritorio ni echar a trabajar su cerebro para proponer lineamientos de acción.
Fiscalía. La Fiscalía tiene una sección de Fiscalía de Prevención del Delito, la cual no previene nada. Están muy contentos esperando que la Policía haga lo poco que puede hacer.
Alcaldes. Muchos de ellos sospechosamente fingen ignorar la presencia de la prostitución callejera y de los lenocinios clandestinos, además de hacer caso omiso a las denuncias de los vecinos. ¿Reciben cupo de los proxenetas?
Gobiernos regionales. Brillan por su sospechosa inacción.
¿Para qué mantenemos a todos estos burócratas que están permitiendo que el tráfico de carne humana avance por el país? Ellos, con su inacción o complicidad avalan a los proxenetas.