La lucha de los pueblos de nuestra Amazonía por la derogación del decreto ley 1090 y otros que buscan dejar a los nativos sin poder de decisión ni control de sus territorios va ganando intensidad. Frente a la declarada voluntad que tienen los indígenas selváticos de defender sus tierras, se alza la abierta oposición del gobierno y la intervención de la Procuraduría del estado que imputa al dirigente indio Alberto Pizango el delito de rebelión.
O sea que defender a su pueblo es ahora rebelión o subversión. Pronto oiremos noticias de que el señor Pizango es terrorista o traficante de drogas; todo vale cuando el objetivo del gobierno es eliminar la resistencia de los nativos para hacer entrar a empresas consentidas por el poder central que desean apoderarse de los territorios de los indígenas y obtener ganancias depredando los bosques y contaminando las aguas.
Faenón en la raíz del problema
Siempre se pensó que los gobernantes peruanos entraban a ejercer el poder y a robar; la gente incluso decía “Que roben, pero que hagan algo”. Sobre los políticos peruanos todo el tiempo ha habido una sospecha permanente de corrupción. Pero de la sospecha se pasó a la certidumbre total cuando el público tomó conocimiento de las cintas de video y audio de Vladimiro Montesinos. Entonces, por ese lado, se sabe en general que los políticos peruanos entran al poder con intención de robo y beneficio personal, sólo que no siempre es posible tener pruebas tan claras.
En el tema particular de los recursos naturales también ha habido sospecha de corrupción: es decir, si un empresario desea obtener concesiones para minería, hidrocarburos o tierras de cultivo tiene que pagar a los corruptos de turno que parasitan en el aparato estatal. El golpe de estado de 1968 del general Juan Velasco se produjo justamente por documentos probatorios de un faenón que daba todas las ventajas a la empresa extranjera (International Petroleum Company (IPC)) y casi nada al estado peruano. Y la prueba concluyente, actualísima, de que en el Perú se obtiene lotes de explotación minera o de hidrocarburos o de tierra agrícola mediante corrupción es el caso de los audios de Alberto Químper y Rómulo León, que no tiene cuando acabar porque el poder judicial anda con pies de plomo (todos ya sabemos por qué).
Salen los indígenas, entran los faenones
El tira y afloja que vemos en el caso de la selva y el interés y apuro que tiene el gobierno en acallar la protesta de los aborígenes selváticos se explican por compromisos adquiridos bajo cuerda con empresas y capitales que quieren explotar petróleo y gas, y otras que buscan depredar bosques para dar lugar a sembríos de plantas de las que se pueda obtener combustibles (biocombustibles). Entre los que desean meterse hay capitalistas como el grupo Romero, que ya sabemos siempre está de la mano con los chilenos. Para toda esta gente los indios que hacen valer sus derechos son un estorbo, son un obstáculo para el “progreso” (léase depredación).
Para qué sirve la selva
Como hemos señalado anteriormente1, la Amazonía no es un territorio libre para que lo invadan excedentes demográficos de la sierra ni para que se metan empresas madereras, explotadoras de hidrocarburos o de minerales; no. La selva está para mantenerla íntegra y dejarla al cuidado de quienes durante milenios nunca la han dañado, y éstos son los indios de las tribus y etnias, como los asháninkas, los witotos, los ashuares, los matsiguengas, los candoshi, los boras, los awajún, etc.
El gobierno y los empresarios (entre los que hay chilenos) tienen el propósito de destruir la selva, para lo cual deben aplastar la oposición de los aborígenes, sea reprimiéndolos o corrompiendo a sus dirigentes, quienes ya adoctrinados se encargarían de demostrar los “beneficios” de dejar entrar a las empresas destructoras de la selva. Hay que estar atentos a esto, apoyar a los nativos y evitar que los hagan partícipes de cualquier repugnante faenón.
¿Qué se puede hacer de provecho en la selva?
Es posible hacer varias cosas productivas y positivas, siempre y cuando se mantenga lejos a los capitalistas depredadores. Entre las cosas que pueden hacerse en la selva sin daño ecológico, en alianza de los indígenas con universidades estatales de la región, tenemos:
1) Acuicultura. Fomentar el desarrollo de piscigranjas, que sirven para el consumo local y para exportar (pescado seco o en conserva).
2) Explotación forestal. En determinados lugares se puede explotar madera y resembrar, para que esta actividad sea sostenible, como en Finlandia o Canadá. A la fecha, desde la colonia, sólo se tala árboles pero no se resiembra
3) Turismo ecológico. En unos pocos lugares es posible que las comunidades de aborígenes, si es necesario con la participación de dinero de empresarios peruanos, establezcan alojamientos y rutas de observación de flora y fauna.
4) Insumos medicinales. En la selva hay miles de plantas con propiedades medicinales, que no sólo se deben recolectar sino también cultivar2. Trabajando en asociación con universidades nacionales, y mediante la firma de convenios que aseguren el secreto científico3, se debe desarrollar investigación que empiece por el inventario de las plantas útiles —algo a la fecha parcialmente realizado—, la identificación de sus propiedades y componentes activos y su posible utilización en la elaboración de medicinas4.
Con la intención de destruir la selva y extirpar a sus aborígenes, el estado peruano intencionalmente ha debilitado los controles policiales5 y dejado corromperse al Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inrena), de manera que no ejerce un control y defensa efectivos del medio ambiente, lo cual posibilita que se cumplan dos objetivos del estado peruano, que son la destrucción del ecosistema y el robo de nuestra biodiversidad2.
Estas actividades, entre otras que no dañen el ambiente, mejorarían el nivel de vida de nuestros compatriotas selváticos y el estado peruano se beneficiaría doblemente: por la conservación del medio ambiente y por la recaudación de impuestos que pagarían las empresas de los indígenas.
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1 Leer Nativos amazónicos tienen razón
2 De tiempo en tiempo se sabe que algunos extranjeros roban plantas y consiguen patentes para tener derechos de explotación de estas especies vegetales y su utilización en la medicina , la industria y la alimentación.
3 Para evitar filtraciones corruptas, que al final pongan en manos extranjeras lo que pertenece a los indios de la selva y al Perú.
4 Trabajando bien los indígenas selváticos y los especialistas de las universidades, se podría tomar contacto con laboratorios farmacéuticos peruanos que se encargarían de darles la forma y presentación necesarias para su comercialización.
5 Para el tamaño de la población del Perú, se necesitan por lo menos 50 000 policías más de los que hay ahora, pero a pesar de la proclamada bonanza de nuestra economía no sólo no se busca cubrir este déficit sino lo que hacen es quitar más policías de circulación. Leer Cómo se mata la autoestima de los peruanos