Herbert Mujica Rojas
Un fenómeno de nuestros días se repite constantemente en las redes sociales: aventureros que escriben con faltas de ortografía, huérfanos de concordancia y encima confundidos en sus párrafos, largos, densos, difíciles, abstrusos. Estos reyezuelos se sienten elevados a la categoría de formadores de opinión y vierten la suya con aires de suficiencia, doctrina y alta sabiduría.
A los reyezuelos no importa la opinión ajena. No pocas veces yerran el análisis ¡precisamente! por no prestar oído a pareceres disímiles o discordantes. El sectarismo atenta contra la serenidad y produce momentos de vulgaridad más o menos señalada.
Hay reyezuelos en todos los partidos, agrupaciones de cualquier clase, gobiernos, congresos, colectivos. Todos cojean del mismo pie: su “verdad” es inmutable, supuesta ciencia infusa que no admite variaciones de ninguna clase.
El conde Galeazzo Ciano estuvo casado con Edda Mussolini, hija del Duce grandilocuente y también amante de sí mismo. En algún momento de la fragorosa contienda entre 1939-1945, Ciano harto de los dislates y demagogia de su suegro Benito, le llamó “César de carnaval”. La especie llegó a oídos del mandamás y simplemente lo mandó a fusilar y dejó viuda a su hija. Al referirse al emperador, Ciano ridiculizaba la imagen ya debilitada de Mussolini. Por lo menos lo dijo y acabó a balazos.
Pero a los reyezuelos no les entran balas. Se imaginan a sí mismos como profetas y reputan a sus “análisis” como la última Coca Cola del desierto. Y por eso se equivocan y luego de años repiten lo que otros ya habían previsto con un mínimo de sensatez.
Lo más dramático es que Internet y sus redes sociales han creado a un lector pasivo que asimila conceptos, los repite acríticamente o apoya lo que ¡NO ha leído! Los resultados no pueden ser peores, ciudadanos vociferando monsergas y dando por cierto lo que son disparates monumentales.
Como no hay partidos políticos que sean escuelas de interpretación de la realidad, estudios geopolíticos, socio-historiográficos, los reyezuelos equivalen al tuerto en país de ciegos y sus trabalenguas son cohonestados con frases huecas y de cliché.
Basta con recorrer las redes sociales y se encontrarán las más desopilantes “opiniones” a cargo de gavillas que enfilan su media ciencia contra alguien y le “pescan” defectos por millares e insuficiencias a causa de la cual hay que “exigir” su renuncia si es ministro o presidente.
A Umberto Eco le disgustaban mucho los ámbitos de Internet porque sostenía que eran refugio de no pocos imbéciles. A veces no queda sino estar de acuerdo con el magnífico escritor italiano ya desaparecido.
Los reyezuelos son mitómanos, se creen sus propios ensayos de interpretación y gozan hasta el paroxismo cuando reciben “likes” o “forward” a sus “análisis” casi siempre grises y atiborrados de frases comunes y lenguaje apocado.
Estoy plenamente seguro que a estos cultores de la semi o media verdad, habrá que ajustarles las cuentas en el debate sano e ilustrador, aunque, eso sí, hay que prepararse porque la procacidad será herramienta de aquellos.
22.01.2021