Alan Fairlie Reinoso
Jessica Portocarrero
La UNESCO estima que más de 160 millones de estudiantes en América Latina, se han visto afectados por el cierre de sus escuelas y universidades a consecuencia de la pandemia. Es así como, la educación a distancia se ha convertido es la principal alternativa establecida para garantizar la continuidad de los aprendizajes durante la suspensión de las clases presenciales. Los recursos más utilizados en esta modalidad han sido los tecnológicos, principalmente el uso de plataformas en línea, empleadas por más del 85% de los países (UNESCO, UNICEF y Banco Mundial, 2020)[1]. No obstante, es importante precisar que la transición de clases presenciales a remotas se dio en un contexto marcado por la brecha digital. De acuerdo con la CEPAL (2020), 26 países de la región han implementado formas de aprendizaje por Internet, 24 de ellos establecieron estrategias de aprendizaje a distancia en modalidades fuera de línea y en 8 países han contemplado la entrega de dispositivos tecnológicos; entre este grupo se encuentra el Perú[2].
Sin embargo, los paises de la región no estaban preparados para ello, puesto que la mayoría no contaban con estrategias de educación en línea o por medios digitales, aunado al acceso desigual a servicios de conexión, por lo cual garantizar una educación de calidad e inclusiva bajo esta modalidad requiere superar algunas barreras. Ello con el fin de evitar que la brecha tecnológica existente acreciente aún más las desigualdades.
En ese sentido, el BID (2020)[3] ha identificado cuatro factores que deben de ser trabajados por los gobiernos en materia de educación a distancia: i) garantizar el acceso a educación de todos los estudiantes; ii) adaptar los contenidos y currículos al entorno en línea; iii) garantizar que tanto docentes como alumnos estén preparados para la educación a distancia o semipresencial, propiciando el desarrollo de sus habilidades digitales y el acceso a dispositivos tecnológicos para sus actividades escolares; y iv) identificar aquellos estudiantes que requieren de apoyo para adaptarse a esta modalidad de enseñanza.
Gráfico N.°1: Porcentaje de estudiantes de 15 años con acceso a una computadora para uso escolar o conexión a Internet, 2018
Si bien la educación a distancia se ha convertido en la modalidad que viene siendo empleada por los países a consecuencia de la pandemia, ha existido un debate en torno a esta con argumentos a favor y en contra de la misma.
Gráfico N.º 2: Resultados de la educación a distancia comparados con el escenario sin acceso a educación
Fuente: BID 2020
De un lado, autores como Acemoglu et al. (2014)[4], Deming et al (2018)[5] y Goodman (2019)[6], sostienen que la educación a distancia posee diferentes beneficios: masifica el acceso a la educación de calidad, reduce los costos asociados para los estudiantes, además de permitir a los estudiantes acceder a sus cursos desde diferentes espacios físicos y en diferentes momentos teniendo una mayor flexibilidad para avanzar en sus trayectorias educativas. No obstante, existen algunas desventajas, tales como: altas tasas de abandono y la pérdida de sociabilización que impacta en las actividades socioemocionales, y en algunos casos podría aumentar las brechas de aprendizaje entre las distintas poblaciones.
Teniendo en cuenta que la mayoría de las escuelas de los países de la región no cuenta con las condiciones de tamaño de aulas que permita el cumplimiento de los protocolos de distanciamiento físico para un regreso presencial, la educación a distancia o remota continúa siendo la mejor opción para evitar la pérdida de capital humano durante esta pandemia. Por ello es urgente que los países de la región establezcan medidas para dar solución a las dificultades señaladas previamente.
Es necesario garantizar el cumplimiento de condiciones mínimas a fin de evitar el aumento de las desigualdades en cuanto al acceso a la educación. Los gobiernos deben de garantizar que los estudiantes puedan contar con acceso y conexión a internet, siendo éste el principal desafío qué enfrentan los países de la región en el actual contexto, además de equipos tecnológicos. Asimismo, es necesario que tanto los docentes como los alumnos estén en la capacidad de poder tomar y dictar clases virtuales, para lo cual se deben de promover el desarrollo de habilidades digitales, habilidades pedagógicas para la enseñanza en línea, y habilidades socio emocionales que permitan garantizar el aprendizaje efectivo en los estudiantes. Aunado a ello se deben establecer mecanismos de evaluación que permita identificar a aquellos estudiantes que se encuentran menos aventajados académicamente y puedan recibir programas de apoyo y acompañamiento.
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[1] UNESCO, UNICEF y Banco Mundial. 2020. What Have We Learnt? Overview of Findings from a Survey of Ministries of Education on National Responses to COVID-19.
[2] CEPAL (2020) La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19”.
[3] BID (2020) Hablemos de Política Educativa América Latina y el Caribe Educación a distancia, semipresencial o presencial. ¿Qué dice la evidencia?
[4] Acemoglu, D.; Laibson, D. y List, J.A. (2014). “Equalizing Superstars: The Internet and the Democratization of Education.” American Economic Review, Vol. 104 (5): 523-27.
[5] Deming D.J., Lovenheim M. y Patterson R.W. (2018) “The Competitive Effects of Online Education”. In: Productivity in Higher Education (Caroline Hoxby and Kevin Stange, eds.).
[6] Goodman, J.; Melkers, J. y Pallais, A. (2019). “Can Online Delivery Increase Access to Education?” Journal of Labor
Economics, Vol. 37(1): 1-34.