Alan Fairlie Reinoso
La campaña electoral entre dos propuestas tan disímiles, polarizan al electorado. Al mismo tiempo, los candidatos tratan de convencer a los indecisos o los votantes de opciones más centristas en la primera vuelta, mientras sus aparatos satanizan al adversario.
Se ha llegado a los extremos de plantear o alentar un golpe militar si gana uno, y de amenazar con guerra civil si gana la otra con fraude. Eso es inaceptable. La población ha puesto a los dos candidatos en la segunda vuelta y elegirá por uno de ellos y deberemos aceptar democráticamente los resultados. Aunque es una lucha desigual, dadas las asimetrías en recursos, apoyo de los medios de comunicación de masas, y múltiples formas de propaganda. Pero, los resultados pueden ser un boomerang, como ya ha ocurrido en el pasado.
Lamentablemente, hay demasiadas puyas y no muchas propuestas concretas. Anuncios populistas para la tribuna, sin adecuado financiamiento, se dan de ambas partes. No se ha dado el sentido de trágica urgencia a la pandemia y como enfrentarla, ni la recuperación de la economía y los empleos que saquen de la calle a trabajadores y empresas.
Esos dos temas deberían ser de unidad nacional. Un compromiso mínimo de implementar medidas consensuadas en el Ejecutivo y el Congreso, independientemente de quien salga elegido. Una Comisión Científica que plantee salidas concretas a la pandemia, incorporando a representantes de los candidatos buscando un consenso. Por ejemplo, como lo que ha venido proponiendo el Dr. Edward Málaga Trillo.
Otra comisión técnica-con profesionales avalados por los partidos. que vea el tema de medidas de corto plazo, perfeccionando lo que se ha venido haciendo, definiendo los bonos y mecanismos de apoyo a la población vulnerable. La defensa de la producción nacional frente a la competencia desleal del exterior, y a nuestros pequeños agricultores para evitar una emergencia alimentaria. Hay propuestas concretas hechas por partidos e instituciones en la primera vuelta, que podrían retomarse. Hay puntos de encuentro posible entre las candidaturas, que el ruido de los ataques ideológicos y de propaganda, impiden rescatar.
El gobierno de transición puede jugar un rol clave, con la información y coordinación que es necesaria para ver la continuidad de la campaña de vacunas de toda fuente, y políticas económicas en curso positivas, que no deberían detenerse en julio. Puede ser una instancia que coordine como la Secretaría Técnica del Acuerdo Nacional, por ejemplo.
No se trata de “hojas de ruta”, pedidos de perdón, ni condicionalidades a imponer a los candidatos. Simplemente, puntos concretos de consenso sobre la emergencia sanitaria y económica. Eso contribuiría también —por lo menos en parte— a reducir la turbulencia financiera típica de procesos electorales, o los ataques especulativos de algunos.
Sobre el modelo de desarrollo, la Constitución del 93 o Asamblea Constituyente, las reformas políticas, las estrategias de seguridad ciudadana, que decida la población en las urnas. Ambos candidatos, han anunciado que gobernarán para todos los peruanos o gabinetes de unidad nacional, si ganan. Hay que tomarles la palabra. Nuevamente habrá que dialogar —en un segundo momento— sobre los cambios que hay que hacer, respetando el orden democrático y los mecanismos institucionales establecidos, tomando en cuenta lo que la mayoría ciudadana ha decidido con su voto.
No debería haber espacio para la improvisación y las aventuras, en el Perú del Bicentenario. Ni para golpes, ni enfrentamientos fratricidas. ¿Cuál es la visión de país de largo plazo que tienen, hacia donde vamos, cuales son las estrategias para conseguirlo? No hemos escuchado mucho de eso. Aún queda -poco- tiempo.