Jorge Manco Zaconetti
 
Desde Juan Velasco Alvarado (1968/1975) no existe un presidente de la república que tenga una relativa autonomía frente los grupos de poder económicos, los poderes fácticos, y todo lo que significa “El Comercio” y su control en los medios de comunicación.
 
 

Pedro Castillo sindicalistas

 

 
El despliegue de una agresiva campaña de prensa derrumbó la candidatura del acciopopulista Jhony Lescano y de la social demócrata Veronika Mendoza. El azar en la historia y la teoría del caos hizo el resto.
 
Se ha terminado de elegir a un candidato de la izquierda más zurda, como Pedro Castillo que va con un partido radical “Perú Libre” que tendrá que aprender a gobernar un país de 32 millones de habitantes con un PBI de 250 mil millones de dólares, y con un 30 % de su población sumida en la pobreza. Es más, con una economía que depende para su crecimiento básicamente de la inversión privada.
 
De una u otra forma Fernando Belaunde, Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPK y Vizcarra, pertenecían a la clase política o fueron captados por los grandes intereses empresariales en eso que se ha denominado las “puertas giratorias”. Política criolla puesta en práctica con altas dosis de corrupción, donde resulta normal hacer riqueza asaltando el presupuesto público.
 
Ha resultado elegido presidente de la república un profesor de primaria, provinciano, sindicalista, con un pasado político interesante. En sus antecedentes consta que ha candidateado en las filas de Perú Posible para ser autoridad local, también ha postulado por el fujimorismo y el Frente Amplio del excura Arana, tratando de ocupar un cargo público.
 
De allí, el pánico de los intereses empresariales, grupos de poder económico frente al futuro gobierno de Pedro Castillo. Es un candidato de abajo que hace cuatro meses era un ilustre desconocido para el gran público, pero no para el sufrido magisterio nacional.
 
Antes de postular a la presidencia era un destacado dirigente magisterial que encabezó la huelga de los maestros en el 2017 siendo recibido con los brazos abiertos por la bancada fujimorista, entre otros por el inefable Becerril en su campaña contra el gobierno de PPK. En una lucha magisterial que duró semanas capturó los reflectores de los medios de comunicación.
 
Es más, es un abierto critico de la “izquierda aburguesada” de Patria Roja que controla el banco de los profesores, la Derrama Magisterial, pues cuestiona la hegemonía del Sutep, y también a la llamada “izquierda caviar”.
 
Este es el planteamiento que está en la introducción del programa de “Perú Libre” donde se cuestiona a las ONGs ambientalistas, y se exponen planteamientos propios de la década de los años setenta del siglo pasado como las expropiaciones y nacionalizaciones de empresas del sector minero, gasífero, eléctrico entre otros.
 
SOCIALISMO MODERNO
 
Sería un grave error pensar que los más de ocho millones que han votado por el lapicito han decidido su voto por una alternativa socialista y marxista. Esta votación expresa el rechazo a un modelo económico que los ha empobrecido y desamparado sobre todo en el rol protector del Estado, pero que ha permitido un crecimiento espectacular de la economía profundizando la desigualdad social con la crisis de las camas UCI y balones de oxígeno.
 
Cuando era alumno de economía en la universidad de San Marcos en los años setenta del siglo pasado, recuerdo a mi profesor del curso de Economía Política Ñuflo Chávez Ortiz uno de los protagonistas de la revolución boliviana de 1952, liderado por el MNR, Movimiento Nacional Revolucionario de Paz Estenssoro, que en abril del 52 derrotó al ejército profesional en las calles de La Paz, Oruro, Cochabamba, con movilizaciones de obreros, mineros y campesinos. Tomaron el poder en un movimiento popular.
 
Allí, se nacionalizaron las minas de la llamada “rosca boliviana”, de los Patiño, Hoschild, Aramayo, los barones del estaño pasando al control obrero. También se realizó una radical reforma agraria, afectando a los grandes latifundios terratenientes.
 
Se controlaron las fuentes de acumulación de la economía boliviana, y cuando se quería vender el estaño al mercado mundial ninguna empresa demandaba el mineral del cual el país altiplánico era un líder internacional. Hubo un boicot del capital transnacional y de los Estados Unidos de Norteamérica. No tenían a quién vender y se cerraron todas las puertas. El gobierno del MNR controlaba la producción pero no había demanda externa.
 
Tuvieron que negociar préstamos con los organismos multilaterales y con los propietarios expropiados. La lección aprendida es que debes negociar con los grupos de poder económico, los inversionistas, sobre todo para hacer crecer la economía y generar empleo.
 
En el país, se abre un espacio político de incertidumbre mientras no existan señales claras sobre el rumbo a seguir en una economía golpeada por la crisis sanitaria donde no se ha vacunado ni al 10 % de la población. Se tiene a favor el gran respaldo popular que durará un verano, mientras no empiecen los problemas económicos, subida del precio de los alimentos, escasez relativa de bienes, incrementos tarifarios producto del incremento del precio del dólar.
 
Se ha escrito tanto sobre las supuestas fortalezas macroeconómicas del modelo instaurado desde los años noventa, que existe una explicable incertidumbre, expectativas, preocupación sobre las medidas que adoptaría un nuevo gobierno de orientación socialista que debe gobernar en un mercado abierto y global. ¡Después de todo no hay nada más cobarde que un millón de dólares!
 
 
Doario Uno, 19.06.2021