Herbert Mujica Rojas
Son cientos de miles en todo el país. Infestan la burocracia, entorpecen cada vez que pueden las buenas leyes y traban no pocos desarrollos. Meten la pata y luego hacen el cambio, los embragues podrían constituirse en partido político y, por su cantidad, ganar elecciones.
“Sería injusto no dejar de reconocer que este es uno de los peores Congresos de que pueda avergonzarse la historia nacional. Con rarísimas excepciones decentes y sinceras, hay chamulladores baratos, mitómanos feraces, mentecatos profesionales, logreras con bonitas piernas y escaso cerebro, en síntesis una colección inenvidiable para cualquier pueblo. Se asemejan al dispositivo mecánico de los autos, el embrague, porque ¡primero meten la pata y después hacen el cambio! Si aquí existiese la justicia, los parlamentarios debían de pagar en lugar de cobrar”. (24-11-2005 Congreso: ¡embragues al por mayor!* http://senaldealerta.pe/pol%C3%ADtica/congreso-%C2%A1embragues-al-por-mayor
Un país que no educa en la eficiencia a su burocracia y que se deja vencer por el cáncer de la rutina y sus demostraciones nocivas en el servicio público, sólo obtiene resultados negativos, desalentadores y que el lenguaje burocrático lleno de azúcar empalagoso, no alcanza a disimular, y muestra su impúdica lentitud a diario.
Cuando el metepata profesional o sea el embrague, hace de las suyas, no hay mecanismo que lo corrija, a lo más una que otra llamada de atención o el silencio cómplice porque ¡todos hacen lo mismo! Entonces, nace un “espíritu de cuerpo” y el recuerdo del refrán: “si del mundo quieres gozar: ver, oír y callar”.
Los partidos políticos debieran ser la cantera de cuadros preparados en la acción pública y bajo la premisa fundamental que la honradez prime en todas sus acciones. Robar, esquilmar el dinero de los contribuyentes, es un acto criminal.
El cuadro real es que los así llamados partidos políticos son simplemente agrupaciones que medran para las elecciones a ver qué pescan. Los dirigentes, casi siempre con pasados vergonzantes en denuncias, sospechas de malos comportamientos y uñas largas en contratos con nombre y apellido, son los que acceden a los puestos.
Como es de inferirse fácilmente, todo aquél que tenga esa clase de hoja de vida, tendrá deudas que pagar, tarde o temprano. Es decir, casi sin haber hecho uso del puesto, ya debe honrar la coima o el derecho de piso.
¿Y cómo hacen los escogidos para no “quedar mal” con sus patrocinadores? ¡Muy simple, se enrolan en toda clase de trapacerías y pagarán y pagarán con tal de reunir la deuda y cancelarla! El mecanismo perverso se repite, años de años y desde tatarabuelos a tataranietos.
Los embragues no tienen sentido de patria, sólo otean cómo sacarle jugo al puesto y desde esa tarima favorecer a los conocidos que alimentan, por fuera y copiosamente, el premio a los favores. En buen castellano, lo que debiera ser servicio, se convierte en mercancía con valor de cambio, al mejor postor.
¿Cuántas leyes están sin reglamento? ¿Alguien puede decir que todas son malas o inútiles? Tengo la impresión que una cosa es la conciencia sobre la profunda mediocridad del Congreso, la burocracia, su orfandad de miras superiores y su incultura escandalosa, pero otra es poner freno adrede a modificaciones importantes.
El metepata profesional requiere de cocachos efectivos y regeneradores. Aunque todo tiene un límite, el adiestramiento para el funcionario público debiera ser muy exigente. Van a manejar los dineros del pueblo y eso solo basta para demandar exhaustivo examen en todos los órdenes.
Cuando los metepatas se creen el cuento que su concurso es imprescindible, nos atrincheramos negativamente en el fango y la oscuridad. Los mecanismos ladrones le hurtan el dinero y el desarrollo a un país.
¿Notó que algún movimiento incluya estudios sobre la profunda crisis de la burocracia nacional? Más allá del eslogan de propaganda, de promesa demagógica o verborrea incontenible, no hay nada.
¡Es que a nadie interesa tocar temas medulares, sino bagatelas para las tribunas!
Creer que ignorando este tema, es posible vivir, es condenarse a una farsa permanente. Y las mentiras tienen patas cortas, llega el momento en que el caos inunda todo. Y tirios y troyanos serán arrollados por el desmadre descomunal previsible.
Una última reflexión: ¿Cómo elevar el nivel del Congreso? Los títulos universitarios o los doctorados no hacen ninguna diferencia. Sabemos de delincuentes que poseen ambas calificaciones y usan cuello y corbata y roban con descaro de generación en generación y en nombre de la globalización o de las famosas consultorías.
25.11.2023
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