Herbert Mujica Rojas
Henry Kissinger, controvertido personaje nacionalizado estadounidense, falleció. Y el mensaje (de algún modo hay que llamarlo) de la Cancillería del Perú le rinde loas y lo pone al nivel de prohombre ilustre y dechado de virtudes de que careció el señor de marras.
El comunicado de Relaciones Exteriores pareciera anunciar el envío de embajadores hasta para cargar el ataúd del referido señor de quien se destacan algunas acciones interesantes para EEUU pero no se amplía el espectro para denotar qué hizo con respecto a algunos países, en particular Chile y Argentina.
¿Hay alguna duda que los regímenes de Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla, en Chile y Argentina, respectivamente, constituyeron baldones infames y sangrientos contra los derechos humanos? Miles de hombres y mujeres fueron asesinados. Hasta la fecha hay detenidos-desaparecidos de quienes nunca se ha podido saber su destino.
El lamentable servilismo del comunicado respecto del deceso de Kissinger cuya edad era avanzada, no puede exacerbar e irse a la antípoda para elaborar un rosario de elogios ajenos al lenguaje diplomático, en esta clase de circunstancias.
¿No habría bastado tan solo enviar al Director de América o al Jefe de Carpeta de Estados Unidos a que presente las condolencias por la muerte del ex Secretario de Estado? ¿O se ha impuesto la antigua dinámica de portarse bien para hacer puntos con la gran potencia del norte?
¿Hay otras cancillerías latinoamericanas con igual talante de bombos y platillos con quien, él mismo lo dijo y está en documentos desclasificados, tuvo muy cuestionable participación en el quiebre gubernamental de los países antecitados?
No son momentos fáciles para las relaciones internacionales del Perú. Por largos meses y gracias a la torpeza casi consuetudinaria de Cancillería, “conquistamos” un aislamiento muy lejano de nuestras aspiraciones de acción común con Latinoamérica.
Pocas semanas atrás, el tragicómico asunto de un presidente llevando de la mano y subiendo una escalera a otra jefe de Estado, nos hundió en abyecto ridículo. ¿No hubo un alma misericordiosa en Torre Tagle que le dijera a doña Dina que esas payasadas se ven muy mal?
El espíritu de cuerpo y derecho a las dinastías en Cancillería, persiste vigente en su tozuda estructura y comisiones importantes como la de ascensos que pertenece a familiares relacionados entre sí. Ellos y solo ellos determinan a los escogidos. Aquí la meritocracia es el apellido y el color de piel.
Extraño país el nuestro. No importa la carencia de seso y tino, sí valen las frívolas credenciales de colegio y universidad de origen; lugar de residencia y, no faltaba más, apellido (si es de “abolengo” mejor) ostensible. De otro modo ¡kaputt!
El Departamento de Estado en Washington, meses atrás, hizo saber de su preocupación por los derechos humanos al gobierno de Dina Boluarte. Para entonces, los más de 60 peruanos abatidos a balazos por armas militares, ya eran un hecho condenable en todo el mundo. Y no hay, ni habrá nunca justificación posible para esa barbarie.
¿Qué hizo el régimen de Augusto Pinochet en Chile? De todo, lo único que se encargó fue de no respetar los derechos humanos. Las víctimas fueron miles, el país en manos de los Chicago boys aplicó el capitalismo salvaje y también hay serias desigualdades en la nación del sur.
Las fracturas vistas y alentadas por funcionarios importantes como Henry Kissinger, fueron pan diario en Chile y se “justificaban” por la lucha “contra el comunismo”. No parece que dicha excusa, fuera suficiente para la matanza que aconteció y que fracturó Chile malamente hasta nuestros días.
La trabazón Kissinger y el gobierno de Jorge Rafael Videla en Argentina, tampoco fue un secreto macabro. Tanto en Chile como en Argentina vi in situ cómo se detenía gente, se la maltrataba y muchas veces, desaparecía. Eran tiempos tenebrosos.
Nada de lo dicho anteriormente, hubiera sido factible sin el respaldo logístico, militar y de inteligencia de la potencia a la que representaba Henry Kissinger. Por tanto un comunicado tan servil y de hinojos, no merece sino la censura más categórica.
Todo lo anterior es público. Es decir, alguien que ha sido funcionario internacional como el actual canciller González Olaechea, no puede pasar por alto los gruesos embates antidemocráticos del señor Kissinger. ¡Y mucho menos, la emisión de un ditirambo francamente indigesto como el que comentamos!
¿No es la dignidad prudente, el gesto adusto y la solidaridad frente a lo inevitable, gestos y actitudes de una cartera importante como la de Relaciones Exteriores?
No queremos pensar que estamos volviendo al pasado bananero y pro domo sua que tanta venguenza han causado en la historia latinoamericana.
Así de simple.
01.12.2023
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