Dahiana Cusnir
El esqueleto de un cerdito entero encontrado, para sorpresa de arqueólogos, en el lugar menos esperado, una residencia de judíos del siglo VIII antes de Cristo en Jerusalén, genera dudas de cuándo data la prohibición judaica de consumir porcino.
"Aunque el consumo de carne de cerdo claramente no era el preferido en la región de Judea, la presencia de un esqueleto de un cerdo pequeño parece indicar que no solo se consumía carne de cerdo en pequeñas cantidades, sino que los cerdos se criaban para este propósito en la capital de Judea", escribieron los autores del descubrimiento, Lidar Sapir-Hen, Joe Uziel y Ortal Chalaf, arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI).
La importancia del descubrimiento tiene implicaciones de largo alcance, no solo para comprender el tabú de la carne de cerdo que a menudo se atribuye al antiguo Israel y Judea, sino del origen del judaísmo tal y como se conoce actualmente y de cuándo fue escrita la Biblia.
EL CERDITO EN CUESTIÓN
El esqueleto, de unos 2.700 años de antigüedad, fue encontrado aplastado por grandes vasijas de cerámica y una pared caída, en la llamada Ciudad de David, el núcleo original de la antigua Jerusalén, en Jerusalén oriental.
El hallazgo de puerco se agrega a investigaciones previas que indicaban que el animal estaba ocasionalmente presente en el menú de los antiguos israelitas y que los tabúes bíblicos de este y otros alimentos solo comenzó a tomar vida siglos más tarde, durante el período del Segundo Templo.
El cráneo del animal indica que es un cerdo doméstico y su presencia señala que eran criados como alimento en la capital del antiguo reino de Judea, según la arqueóloga Lidar Sapir-Hen.
El que fuera encontrado intacto sugiere que este cerdito en particular, de menos de 7 meses de edad, no fue comido, sino que murió accidentalmente cuando el edificio fue destruido en algún momento del siglo VIII a.C.
Sin embargo, como se encontró en una habitación junto con los huesos de otros animales preparados para su consumo como ovejas, cabras, vacas, aves y pescado, es indicio de que, de no haber muerto accidentalmente, hubiera servido como alimento.
La arqueóloga dijo que la novedad del descubrimiento reside en la constatación de lo variada de la dieta de aquellas gentes, que incluso contenía "una pequeña cantidad de carne de cerdo".
"Este hallazgo arqueológico es infrecuente, y aporta datos significativos e importantes que reflejan la complejidad religiosa y social de la sociedad que vivía en Jerusalén hacia el final del período del Primer Templo", aseguró. Y pone en duda el alcance de las leyes judías alimentarias en la Edad del Hierro.
CERDO COMO MARCADOR CULTURAL
Si bien los arqueólogos veían anteriormente los restos de cerdos como un marcador confiable para distinguir los sitios israelitas de los habitados por cananeos u otros pueblos, la investigación ha demostrado que los antiguos judíos también consumían y criaban carne de cerdo.
Y para salir al paso de quien quiera decir que estos consumidores de porcino en realidad eran extranjeros, los arqueólogos aseguran en su artículo que eran judíos: "Los hallazgos recuperados cerca del cerdo muestran que los residentes eran judíos y no extranjeros: entre otros artefactos, encontramos bullae (sellos de documentos de arcilla) inscritos con nombres judíos como "Hahanyahu" y "Ashiyahu" en escritura paleo-hebrea", según Uziel y Chalaf, directores de excavación de la AAI.
El descubrimiento, en lugar de socavar cualquier creencia o tradición, parece ofrecer un panorama de comportamiento humano menos rígido y, por lo tanto, más humano.
Con información de Sputnik