Rescate de Grecia, Europa y democracia
Xavier Caño Tamayo (*)
La historia empieza con el anterior gobierno griego que, con la inestimable ayuda de Mario Draghi (nuevo Presidente del Banco Central Europeo) y Jorge Borges (director del FMI en Europa) maquillaron, disimularon, falsearon y ocultaron la gigantesca deuda de Grecia. A espaldas de la ciudadanía, por supuesto.
Por cierto, ambos sujetos fueron vicepresidentes de la banca Goldman Sachs que vendió millones de títulos con hipotecas basura, contribuyendo así a que estallara la crisis financiera.
Tiempo después, otro gobierno (éste, socialdemócrata) desvela que Grecia debe mucho y está muy mal. Pide ayuda a la Unión Europea, que inicia un primer rescate. El rescate no deshace el entuerto, pero ahoga a una inmensa parte de ciudadanos griegos.
No basta con un rescate y se prepara un segundo. Pero los rescates no benefician al pueblo griego, porque en realidad los destinatarios de los rescates son bancos alemanes y franceses que prestaron dinero a Grecia, fiándose de los números de los chicos de Goldman Sachs. Como las condiciones que Europa y el FMI imponen al gobierno griego son leoninas, el primer ministro Papandreu llegó a pensar que, de perdidos, al río. Se había marcado un órdago y decía que consultaría en referéndum si la ciudadanía está de acuerdo con el segundo rescate y sus condiciones.
Entonces se arma la marimorena y los variados actores de esta penosa tragicomedia se retratan del todo. Merkel, Sarkozy y otros dirigentes europeos presionan a Papandreu para que desista de la consulta, en tanto que los medios titulan noticias y editoriales de esta guisa: Consultar a la ciudadanía desquicia a los mercados; el referéndum es un error colosal; el referéndum de Papandreu es una pésima opción…
Los líderes de la zona euro amenazan claramente a Grecia, mientras diversos videntes europeos de la clase política y económica (los mismos que ni siquiera olieron la crisis) predicen catástrofes varias, quiebras y ruinas diversas de persistir el gobierno griego en la celebración del referéndum.
¿A quién se le ocurre consultar al pueblo? Pero nadie en las alturas ha roto una lanza por lo correcto de que un mandatario consulte a la ciudadanía depositaria del poder político y de la soberanía. El rosario de sandeces pronunciadas o escritas sobre la convocatoria de un acto solo democrático (un referendo para que la ciudadanía decida sobre lo que le afecta), indica hasta que punto la democracia interesa solo mientras no se toquen los sagrados intereses de la minoría que controla y mangonea gobiernos y políticas.
Si los ciudadanos lo pasan mal y se les niegan los derechos sistemáticamente, ¿por qué salvar a los bancos a toda costa? Porque salvar a los bancos es lo que está tras la posibilidad de que Grecia diga no al segundo rescate por las condiciones impuestas. ¿Vivirá mejor la inmensa mayoría ciudadana griega si los bancos alemanes y franceses cobran lo que les debe Grecia? Más bien no. ¿El mundo se va al garete si, como dicen, hay otra crisis financiera más grave por el impago de Grecia? Hasta la fecha la mayoría de juicios y predicciones de organismos internacionales, gurús de la economía y voceros varios de este fracasado sistema han errado del todo. ¿Por qué no van a errar ahora?
Este escrito empezaba diciendo que todo empezó con el gobierno conservador griego que ocultó su contabilidad real, pero no es del todo cierto. Esto empezó con la progresiva rebaja de impuestos a empresas y a quienes más tienen en aras del crecimiento económico desde los ochenta; seguido del descontrol financiero impuesto más la privatización de lo público; más la burbuja inmobiliaria y las hipotecas basura; con la culpable titularización de hipotecas incobrables ocultas para que el sector financiero continuara haciendo negocio; más los rescates billonarios de bancos culpables de la crisis con dinero de todos; más la cobarde, torticera y suicida actitud del G20, del FMI, de la Unión Europea y del BCE negándose a meter mano al sector financiero y reincidiendo una y otra vez en los mismos errores o algo peor. Solo faltaba comprobar que los mercados y quienes los sirven se pasan la democracia por el arco del triunfo. Como proclaman los jóvenes indignados de todo el mundo, este sistema no interesa, porque solo beneficia al 1%. Y nosotros somos el 99%. O la salida es democrática (de verdad) o no se sale de la crisis in secula saeculorum. Amén.
(*) Periodista y escritor