APEC y políticas económicas de los países asiáticos
Por Humberto Campodónico
La reunión de la APEC en el Perú tiene una importancia central. Representan el 41% de la población mundial, el 55% del PBI mundial y el 49% del comercio mundial. Están presentes 2 de las 3 primeras economías de los países industrializados (EEUU y Japón), así como Rusia y Australia, destacando los principales países emergentes del Asia Pacífico sobre todo China y los "tigres": Corea del Sur, Taiwán (China), Singapur, Tailandia, Indonesia, Malasia, Filipinas y Vietnam.
Por Humberto Campodónico
La reunión de la APEC en el Perú tiene una importancia central. Representan el 41% de la población mundial, el 55% del PBI mundial y el 49% del comercio mundial. Están presentes 2 de las 3 primeras economías de los países industrializados (EEUU y Japón), así como Rusia y Australia, destacando los principales países emergentes del Asia Pacífico sobre todo China y los "tigres": Corea del Sur, Taiwán (China), Singapur, Tailandia, Indonesia, Malasia, Filipinas y Vietnam.
En el primer cuarto de este siglo los países asiáticos de la APEC (a los que se debe añadir India) disputarán la hegemonía económica con EE. UU. La crisis financiera y la recesión de los países industrializados podría acelerar la transición a un mundo multipolar que deberá buscar nuevos mecanismos e instituciones que reemplacen al obsoleti Bretton Woods (1944).
Esta constatación debe servirnos para entender que estos países no se han desarrollado con las recetas del "libre mercado" del FMI y el Banco Mundial. El mejor ejemplo es China, país que tiene un régimen de economía mixta, con un rol mayoritario del Estado y de empresas estatales. En el resto de los países asiáticos sucede algo parecido, lo que llevó al Banco Mundial a autocriticarse de sus recetas liberales, afirmando que aplicaron "políticas equivocadas", pero que han dado excelentes resultados.
Por el contrario, Joseph Stiglitz nos dice que quienes siguieron a rajatabla el modelo del libre mercado del FMI, como Rusia, sufrieron graves crisis económicas en la década del 90, de las que recién se están recuperando mediante la aplicación de políticas económicas que combinan el rol del mercado y del Estado.
El problema es que la propaganda gubernamental no enfatiza ese rol central y nos sigue diciendo que "el libre comercio y la entrada irrestricta de la inversión extranjera son condición necesaria y suficiente para alcanzar el crecimiento y el desarrollo". Pero sucede que en las negociaciones comerciales de la OMC los países asiáticos han defendido sus economías y mercados nacionales. La crisis de la Ronda Dohá en Cancún en el 2003 se debe a que ellos, junto a Brasil, India y Sudáfrica, entre otros, impidieron que se impongan las condiciones de los países industrializados.
En materia de inversión extranjera directa (IED), los países asiáticos han priorizado la entrada de inversiones que promueven la creación de mayor valor agregado, lo que les ha permitido entrar a la competencia mundial de productos industriales (allí están las exportaciones chinas y coreanas). Pero aquí se sigue sobrevendiendo la idea de que basta con la IED en actividades extractivas (minería, petróleo, gas), lo que consolida el modelo primario exportador.
No solo eso: las reglas de juego para las nuevas inversiones en recursos naturales debieron haberse modificado para que el Estado participe de las sobreganancias (mayor regalía a mayor precio, participación en las utilidades). Pero no. Se ha mantenido el mismo marco contractual cuando casi todos los países del mundo ya lo han readecuado.
Hace unos días, la Cámara de Comercio de Lima afirmó que APEC traería US$ 100,000 millones de IED del 2009 al 2011, es decir, US$ 35,000 millones anuales, lo cual es falso. En Brasil, en el 2007, se alcanzó el record de IED con US$ 34,000 millones, mientras que México y Chile tuvieron US$ 21,000 y 15,000 millones. Como en el 2007 Perú tuvo US$ 5,300 millones, lo que la CCL dice es que, en esta época de crisis, las inversiones se van a multiplicar por 7 durante 3 años consecutivos. Ya, pues.
La reunión APEC tiene, qué duda cabe, una gran importancia para un país pequeño como el Perú. Pero no se debe cometer el error de pensar que las soluciones "vienen de afuera" y que la solución a nuestros problemas está en la apertura irrestricta del mercado interno y en la inversión extranjera directa. Cuando pase la parafernalia mediática, volverá al primer plano la puesta en marcha de la "agenda interna" que permita reducir la pobreza y la desigualdad: educación, salud, infraestructura, descentralización, mayores empleos y salarios. Para lograrlo, los países asiáticos de la APEP nos muestran el camino: se trata de una adecuada relación entre el mercado y el Estado.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
Esta constatación debe servirnos para entender que estos países no se han desarrollado con las recetas del "libre mercado" del FMI y el Banco Mundial. El mejor ejemplo es China, país que tiene un régimen de economía mixta, con un rol mayoritario del Estado y de empresas estatales. En el resto de los países asiáticos sucede algo parecido, lo que llevó al Banco Mundial a autocriticarse de sus recetas liberales, afirmando que aplicaron "políticas equivocadas", pero que han dado excelentes resultados.
Por el contrario, Joseph Stiglitz nos dice que quienes siguieron a rajatabla el modelo del libre mercado del FMI, como Rusia, sufrieron graves crisis económicas en la década del 90, de las que recién se están recuperando mediante la aplicación de políticas económicas que combinan el rol del mercado y del Estado.
El problema es que la propaganda gubernamental no enfatiza ese rol central y nos sigue diciendo que "el libre comercio y la entrada irrestricta de la inversión extranjera son condición necesaria y suficiente para alcanzar el crecimiento y el desarrollo". Pero sucede que en las negociaciones comerciales de la OMC los países asiáticos han defendido sus economías y mercados nacionales. La crisis de la Ronda Dohá en Cancún en el 2003 se debe a que ellos, junto a Brasil, India y Sudáfrica, entre otros, impidieron que se impongan las condiciones de los países industrializados.
En materia de inversión extranjera directa (IED), los países asiáticos han priorizado la entrada de inversiones que promueven la creación de mayor valor agregado, lo que les ha permitido entrar a la competencia mundial de productos industriales (allí están las exportaciones chinas y coreanas). Pero aquí se sigue sobrevendiendo la idea de que basta con la IED en actividades extractivas (minería, petróleo, gas), lo que consolida el modelo primario exportador.
No solo eso: las reglas de juego para las nuevas inversiones en recursos naturales debieron haberse modificado para que el Estado participe de las sobreganancias (mayor regalía a mayor precio, participación en las utilidades). Pero no. Se ha mantenido el mismo marco contractual cuando casi todos los países del mundo ya lo han readecuado.
Hace unos días, la Cámara de Comercio de Lima afirmó que APEC traería US$ 100,000 millones de IED del 2009 al 2011, es decir, US$ 35,000 millones anuales, lo cual es falso. En Brasil, en el 2007, se alcanzó el record de IED con US$ 34,000 millones, mientras que México y Chile tuvieron US$ 21,000 y 15,000 millones. Como en el 2007 Perú tuvo US$ 5,300 millones, lo que la CCL dice es que, en esta época de crisis, las inversiones se van a multiplicar por 7 durante 3 años consecutivos. Ya, pues.
La reunión APEC tiene, qué duda cabe, una gran importancia para un país pequeño como el Perú. Pero no se debe cometer el error de pensar que las soluciones "vienen de afuera" y que la solución a nuestros problemas está en la apertura irrestricta del mercado interno y en la inversión extranjera directa. Cuando pase la parafernalia mediática, volverá al primer plano la puesta en marcha de la "agenda interna" que permita reducir la pobreza y la desigualdad: educación, salud, infraestructura, descentralización, mayores empleos y salarios. Para lograrlo, los países asiáticos de la APEP nos muestran el camino: se trata de una adecuada relación entre el mercado y el Estado.
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