Crían gallinas en andenes y las alimentan en forma natural
Empezaron con ocho gallinas criadas a punta de maíz, trigo, zanahoria, beterraga, alfalfa y agua de manantial. Pronto, los huevos orgánicos que se obtuvieron de estas empezaron a ser del agrado de los propietarios de los restaurantes gourmets que comenzaron a proliferar en Lima hace ocho años.
Empezaron con ocho gallinas criadas a punta de maíz, trigo, zanahoria, beterraga, alfalfa y agua de manantial. Pronto, los huevos orgánicos que se obtuvieron de estas empezaron a ser del agrado de los propietarios de los restaurantes gourmets que comenzaron a proliferar en Lima hace ocho años.
Tan exitosa fue la experiencia de criar a las aves de forma natural para su venta, que los jóvenes esposos Jaime Suyo Barahona y Araceli Igreda Lix-Flores tienen ahora más de 2000 gallinas que semanalmente producen 400 kilos de huevos orgánicos. Estos últimos son requeridos por los más reconocidos chefs y exclusivos hoteles de la capital, así como por los consumidores de la Bioferia de Miraflores, el mercado ecológico más grande del país.
La historia empezó cuando Araceli (ingeniera industrial) y Jaime (ingeniero químico) compraron el cerro Puquio, ubicado en el kilómetro 28 de la carretera a Canta, a la comunidad campesina de Jicamarca para construir cuatro andenes de piedra, donde finalmente instalaron su granja ecológica productiva. Al no encontrar trabajo al salir de la universidad, ambos tomaron esta decisión para así convertirse en empresarios avícolas.
No se equivocaron. Instalados los corrales, compraron verduras a las chacras vecinas para alimentar a sus aves. Luego, con las ganancias del negocio, adquirieron tres hectáreas de terreno en el valle Chillón para la siembra escalonada de maíz y alfalfa con certificación ecológica. Así, esta familia logró completar el círculo de los productos orgánicos para producir huevos y carne de gallina, alimentos para una vida saludable.
Jaime cuenta que ellos compran pollitos de pocas semanas de nacidos. Luego estos crecen y se reproducen respetando el ciclo natural de desarrollo, es decir, sin utilizar ninguna hormona o producto químico para acelerar el crecimiento y la reproducción en pocos meses. Por ello el pigmento de la yema de los huevos es de color anaranjado intenso, muy cotizado por prestigiosos gourmets.
Los planes no cesan para la pareja. Como esta granja no cuenta con energía eléctrica, Jaime y Araceli están instalando un molino de viento que permita generarla y así tener a la mano la cadena de refrigeración para sus productos, ya que por ahora deben trasladarse varios kilómetros hacia donde han alquilado un local refrigerado. El molino servirá también para que en un futuro se pueda bombear agua de un pozo.
La historia empezó cuando Araceli (ingeniera industrial) y Jaime (ingeniero químico) compraron el cerro Puquio, ubicado en el kilómetro 28 de la carretera a Canta, a la comunidad campesina de Jicamarca para construir cuatro andenes de piedra, donde finalmente instalaron su granja ecológica productiva. Al no encontrar trabajo al salir de la universidad, ambos tomaron esta decisión para así convertirse en empresarios avícolas.
No se equivocaron. Instalados los corrales, compraron verduras a las chacras vecinas para alimentar a sus aves. Luego, con las ganancias del negocio, adquirieron tres hectáreas de terreno en el valle Chillón para la siembra escalonada de maíz y alfalfa con certificación ecológica. Así, esta familia logró completar el círculo de los productos orgánicos para producir huevos y carne de gallina, alimentos para una vida saludable.
Jaime cuenta que ellos compran pollitos de pocas semanas de nacidos. Luego estos crecen y se reproducen respetando el ciclo natural de desarrollo, es decir, sin utilizar ninguna hormona o producto químico para acelerar el crecimiento y la reproducción en pocos meses. Por ello el pigmento de la yema de los huevos es de color anaranjado intenso, muy cotizado por prestigiosos gourmets.
Los planes no cesan para la pareja. Como esta granja no cuenta con energía eléctrica, Jaime y Araceli están instalando un molino de viento que permita generarla y así tener a la mano la cadena de refrigeración para sus productos, ya que por ahora deben trasladarse varios kilómetros hacia donde han alquilado un local refrigerado. El molino servirá también para que en un futuro se pueda bombear agua de un pozo.