Alan Fairlie Reinoso
En junio, el Gobierno de Italia presentó su proyecto Coalición Alimentaria, mecanismo multisectorial que promueve la participación de múltiples actores sociales, que tiene como objetivo hacer frente a los efectos de mediano y largo plazo de la crisis por coronavirus, en los sistemas alimentarios y la agricultura. según la FAO, la Coalición está tomando cada vez más fuerza, lo cual está beneficiando a su Programa de Respuesta y Recuperación de la COVID-19. (*)
La Coalición busca brindar apoyo político, financiero y técnico a países afectados por la crisis actual. Más de 35 Estados se han unido a la iniciativa o han ofrecido su apoyo, es el caso de Argentina, Egipto, Estados Unidos, Nigeria, Países Bajos, entre otros. Adicionalmente, la Coalición busca convertirse en una plataforma de dialogo entre el sector privado, círculos académicos, organizaciones no gubernamentales y otras entidades, de manera que se mejore la respuesta conjunta a la pandemia.
La FAO ha dado su apoyo a la Coalición, puesto que respalda sus esfuerzos y es congruente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El objetivo de la Coalición de brindar apoyo a los más vulnerables es similar a los objetivos de corto y mediano plazo del Programa de la FAO lanzado en julio. En dicho Programa, especialmente en las Áreas de Acción 3 y 6, la FAO contempla impulsar programas de resiliencia para los pequeños agricultores y proteger empleos en áreas rurales. En contraste, el objetivo de largo plazo de la Coalición de promoción del diálogo es un nuevo paso “que servirá de foro para el intercambio de ideas y conocimiento entre diversos países a fin de hallar soluciones para los Miembros que se enfrentan a problemas similares”.
Y aunque la FAO ha continuado apoyando a los más vulnerables a través de sus programas, se necesitan mayores esfuerzos para mitigar los riesgos de inseguridad alimentaria en el mundo. El último informe sobre seguridad alimentaria y nutrición del mismo organismo, alertaba que el mundo no estaba en vías de lograr el objetivo de hambre cero para 2030, si continuaban las tendencias recientes[1]. Un dato alarmante del informe era que cerca de 690 millones padecían de hambre en 2019 (8.9% de la población mundial). Con la pandemia, se estima que entre 83 y 132 millones de personas se sumarian al número de personas subalimentadas en el mundo en 2020, si es que no se toman acciones.
La pandemia tiene diversos impactos en los sistemas alimentarios. En principio, genera disrupciones en las cadenas globales de suministro y pone en peligro la disponibilidad de alimentos para hogares de escasos recursos. En segundo lugar, ha ido deteriorando sus fuentes de ingresos y reduciendo su capacidad adquisitiva. En tercer lugar, el aumento de los costos de los alimentos está poniendo en riesgo el acceso a alimentos de hogares en países desarrollados y en desarrollo, dinámica que amenaza la asequibilidad a dietas saludables y seguridad alimentaria en general.
La FAO resalta que la pandemia empeora crisis preexistentes como desastres naturales, el cambio climático, plagas e infestaciones que ya ejercían presiones sobre las cadenas de suministro de alimentos. Por ejemplo, la seguridad alimentaria y los medios de vida agrícola en Kenia y Etiopia, ya estaban amenazados por la plaga de langostas de desiertos desde febrero. Con la pandemia, son parte del grupo de países en los que potencialmente podría ocurrir una crisis alimentaria[2].
El Perú debe tomar políticas y acciones más contundentes a las que inicialmente ha impulsado. La gravedad de la situación internacional y nacional, lo ameritan.
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[1] Revisar informe de la FAO http://www.fao.org/3/ca9699es/CA9699ES.pdf
[2] Ver último reporte de la FAO http://www.fao.org/3/cb0258en/CB0258EN.pdf