Investigadores analizaron la relación entre las instituciones y la productividad para 22 países de América Latina. La corrupción dentro de las instituciones estropea gravemente el funcionamiento habitual de la actividad económica.
A medida que la COVID-19 se propagaba por el mundo, su impacto socioeconómico era cada vez más evidente y, si bien será la causa de la más reciente crisis económica y social, no será el fundamento del bajo crecimiento económico en Latinoamérica en los últimos años, comparado con otras regiones del mundo. Para los expertos, el indicador clave para entender el crecimiento de una economía a largo plazo es la productividad, al menos así lo afirma Joan Torrent Sellens, catedrático de Economía de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Cuando los modelos de crecimiento se basan en la acumulación de factores sin tener en cuenta la eficiencia en su combinación, a largo plazo las economías tienden a tener problemas, y este es el caso de América Latina. Para que las economías tengan un importante potencial de crecimiento, deben preocuparse por la eficiencia y la productividad».
Según el profesor de la UOC, las instituciones juegan un papel clave no solo en los niveles de productividad, crecimiento y desarrollo económico de los países, sino además para garantizar la incorporación de tecnología a la economía y la igualdad de oportunidades en todas las esferas de la vida económica.
«Aunque los efectos de la globalización no han cambiado considerablemente, ni los modelos de crecimiento, ni la distribución de la riqueza, Latinoamérica viene presentando muchas particularidades en el contexto de globalización económica, y en este contexto, el papel de las instituciones como agentes de cambio estructural o como agentes de distribución de riqueza es muy importante», indica.
En los últimos veinte años, el papel de las instituciones en la vida económica de los países de esta región no ha variado, de acuerdo con el profesor de la UOC e investigador del artículo científico «Las instituciones en América Latina y su incidencia en la productividad», y esto se debe al bajo costo de salud y los elevados niveles de percepción sobre la corrupción, «factores que han afectado de manera importante la correlación con los niveles de productividad, pues la corrupción es inversa a la calidad institucional, y no garantiza ni la igualdad de oportunidades, ni el correcto funcionamiento de los mercados, lo que acaba por estropear gravemente el funcionamiento habitual de la actividad económica».
Es así como, para aumentar el indicador de productividad de los países en América Latina, no solo es importante tener población educada, sino también sana, como indicador de eficiencia y bienestar. «Una de las principales lecciones de la pandemia: los resultados en términos de salud deben añadirse a los resultados en términos de viabilidad económica, social y ambiental como retos de sostenibilidad en la América Latina del siglo XXI», concluye el profesor de la UOC.
Influencia de las instituciones en la productividad de países de América Latina
Joan Torrent Sellens, profesor de la UOC, junto a los investigadores Jhon Pinedo, Dario Quiroga y Carmen Lora, de la Universidad Cooperativa de Colombia, en una reciente publicación en Revista Espacios, han analizado en profundidad estas cuestiones en «Las instituciones en América Latina y su incidencia en la productividad».
Tomando como indicadores clave de análisis el gasto público en educación y el gasto público en salud —como indicadores de bienestar de un país— y el grado de corrupción —para medir la calidad de las instituciones—, los investigadores analizaron la relación entre las instituciones y la productividad para veintidós países de América Latina, además de la correlación de los tres indicadores con el PIB per cápita.
Durante el análisis, se pudo constatar la relación entre el papel de las instituciones y la productividad, aunque con distintos niveles de intensidad en función de los países y del indicador de instituciones. Además se evidenció que las bajas dotaciones de capital humano y salud en el conjunto de países de América Latina limitan muy notablemente el potencial de crecimiento a largo plazo en muchos países de la región.