Alan Fairlie Reinoso
La revolución tecnológica trae consigo una serie de cambios en las comunicaciones y la información, con tecnologías que son capaces de potenciar el desarrollo de la sociedad y dar un impulso a la generación de conocimiento. Sin embargo, hay desafíos que están relacionados con la expansión del acceso y uso de estas tecnologías, lo cual resulta mucho más problemático en los países en desarrollo.
En el contexto de la pandemia se hace mucho más urgente reducir la brecha digital existente, especialmente en el ámbito rural que es donde existen mayores carencias. La conectividad puede traer no solo beneficios en términos de la vida social y comunitaria, sino también en lo económico, que puede estar impulsado por la aplicación de las tecnologías en las actividades productivas, elevando los niveles de productividad e ingresos.
Una propuesta es la presentada por IICA, el BID y Microsoft, cuya iniciativa conjunta permite obtener información comparativa entre países y áreas urbanas y rurales de distintas fuentes de información, a partir de lo cual se han elaborado Índices de conectividad, tanto para el ámbito rural (Índice de Conectividad Significativa rural (ICSr)), como para el ámbito urbano (Índice de Conectividad Significativa urbana (ICSu)).
Según el estudio presentado por el IICA y el BID[1], que aborda el problema de la conectividad en la región, existe un aproximado de 77 millones de pobladores rurales de 24 países de América Latina y el Caribe, que no acceden a una conectividad con estándares mínimos de calidad. Mientras el 71% de la población urbana cuenta con servicios de conectividad de calidad, solo el 37% de la población rural tiene acceso a estos servicios. Es importante destacar que no solo es importante tener conectividad con una mayor cobertura, sino que la calidad sea la suficiente para acceder a servicios básicos que puedan ser impartidos a distancia (salud, educación, etc.). A este concepto asociado a la calidad se le denomina la Conectividad Significativa, el que está compuesto por 4 elementos: i) Uso regular de Internet; ii) Dispositivo apropiado; iii) Datos suficientes; y iv) Velocidad adecuada de Conexión.
En un análisis realizado para 7 países de la región, se encuentra que los niveles de conectividad significativa rural y urbana mantienen grandes diferencias entre sí. En promedio, el porcentaje de conectividad significativa es dos veces más alto en áreas urbanas que en áreas rurales, con brechas que van desde 2,5 veces en Bolivia, Honduras y Perú a 1,6 veces en Brasil y Costa Rica. En el medio se encuentran Ecuador y Paraguay con alrededor de 1.9 veces (ver cuadro).
ÍNDICES DE CONECTIVIDAD SIGNIFICATIVA RURAL (ICSr), URBANA (ICSu), GENERAL (ICg) Y BRECHA URBANO – RURAL AÑO 2017
Fuente: IICA, BID, Microsoft; 2020
La infraestructura para la conectividad es una de las primeras barreras que los países tienen que enfrentar, dadas las dificultades de acceso a territorios que están alejados y los pocos incentivos que las empresas operadoras de telecomunicaciones tienen para realizar inversiones en zonas rurales. La falta de electricidad, las malas condiciones de vías de transporte terrestre, los marcos regulatorios obsoletos, así como las condiciones difíciles en términos geográficos y sociales, hacen que los costos sean bastante elevados para que habitantes de estas zonas puedan acceder a un servicio de calidad.
Ante estas barreras, una de las primeras medidas que se deberían tomar es elaborar un diagnostico profundo sobre la situación de la calidad de la conectividad en las zonas rurales. Así se pueden generar acciones conjuntas del sector público y el privado, que involucren a los distintos actores y se puedan articular con la academia e institutos de investigación.
Por otro lado, se requieren de políticas que impulsen la inversión pública en la construcción de la infraestructura necesaria y se incentive la inversión privada para poder llevar los servicios a zonas alejadas (por medio de subsidios, asociaciones público-privadas, incentivos fiscales y fondos de acceso universal).
Finalmente, se hace necesario elaborar políticas específicas de conectividad rural de acuerdo a cada país, dado que la ruralidad no es uniforme y, por tanto, se requiere del diseño de soluciones tecnológicas que se adapten mejor a las distintas realidades. Además, se debe generar contenido específico para los ámbitos rurales como una forma de incentivar la expansión y el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, a través de, por ejemplo, el desarrollo de plataformas que permitan colocar los productos en mercados virtuales.
[1] https://repositorio.iica.int/bitstream/handle/11324/12896/BVE20108887e.pdf?sequence=1&isAllowed=y