Nadie se ha burlado más de la historia del Perú que Alan García: durante su primer gobierno se firmó una repugnante acta para falsificar la historia de la Guerra del Pacífico1 y ahora acaba de entregar al hampón chileno que murió cuando la banda homicida chilena atacó Chorrillos2. Pero ahora García pretende presentarse como defensor de nuestra historia y dice que hay que conservar el terreno del morro de Chorrillos, donde están sepultados restos de combatientes defensores del Perú y de los criminales chilenos.
No nos queda más que rescatar lo positivo de este doble discurso, el mandatario embarra con una mano y limpia con la otra. Lo cierto es que una empresa quiere realizar construcciones en esa área, ante lo cual García exclama: “¡Por Dios!, respetemos la historia”.
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