Misteriosa agenda marítima entre Bolivia y Chile
Por Alfredo Palacios Dongo
A raíz de la entrevista concedida por el presidente Alan García al diario La Tercera de Chile, publicada el pasado día 23, en la que señala que Bolivia podría tener listo un “acuerdo bajo la mesa” con Chile para lograr una salida al mar, se ha puesto en evidencia que en la agenda de 13 puntos “sin exclusión” pactada en julio de 2006 entre Bolivia y Chile, el trato marítimo es misterioso y desconocido para la población de ambos países, y también para el Perú.
A raíz de la entrevista concedida por el presidente Alan García al diario La Tercera de Chile, publicada el pasado día 23, en la que señala que Bolivia podría tener listo un “acuerdo bajo la mesa” con Chile para lograr una salida al mar, se ha puesto en evidencia que en la agenda de 13 puntos “sin exclusión” pactada en julio de 2006 entre Bolivia y Chile, el trato marítimo es misterioso y desconocido para la población de ambos países, y también para el Perú.
De acuerdo a esta agenda, el 30 de junio último se realizó en La Paz, la XX Reunión del Mecanismo de Consultas Políticas Bolivia-Chile —cuya última ronda será a fines de octubre en Santiago― tratándose el tema de la salida al mar de Bolivia en forma misteriosa y empleando términos tales como: fórmulas para dar continuidad al tratamiento del tema; desarrollo de enfoques constructivos y realistas; fortalecimiento de confianza mutua; vías de concreción; trabajos técnicos realizados; enfoque de integración; entre otros, que podrían enmascarar conceptos de intencionalidad para cualquier acuerdo.
A lo largo del siglo XX, Bolivia le ha reclamado insistentemente a Chile una salida soberana al mar, la cual fue siempre desechada bajo el argumento de la intangibilidad de sus tratados —Pacto de Tregua de 1884; Tratado especial sobre transferencia de territorio de 1895; y Tratado de Paz y Amistad de 1904― y recalcando la no cesión de soberanía. Sin embargo, a pesar que desde hace 31 años sus relaciones diplomáticas son a nivel consular, es en este período de gobierno de Michelle Bachelet y su par Evo Morales, que los bolivianos tienen las más grandes expectativas que su salida al mar se concrete, a pesar de la fuerte oposición política y de la población chilena, especialmente de Arica.
Aunque ambos gobiernos nieguen algún acuerdo, sus actitudes muestran lo contrario. Dicen mucho la postura chilena dirigida a que Perú aparezca como un obstáculo para la salida al mar de Bolivia, el condescendiente trato de Evo Morales hacia Chile y sus continuas intromisiones y ataques contra nuestro país, como también sus patéticas declaraciones que cuando termine la lista de 13 puntos, él ya se estará bañando en el mar. Asimismo, el canciller David Choquehuanca, el año pasado durante el “Día del Mar” —23 de marzo, fecha en que recuerdan la pérdida de su litoral en la guerra con Chile de 1879― aseguró que su país está negociando con Chile una “salida soberana” al océano Pacífico. Por el lado chileno, el ex canciller Alejandro Foxley, confirmó en junio del año pasado que ambos gobiernos decidieron encargar estudios técnicos para abordar la mediterraneidad boliviana, y también el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Van Klaveren, a cargo de la delegación chilena en las reuniones con Bolivia —además agente ante La Haya en el proceso marítimo con Perú― reiteró que existen avances para la salida al mar de Bolivia.
En este panorama, además de dichas actitudes y declaraciones, debemos considerar: 1) La reserva con que se han llevado, por más de 3 años, las reuniones de agenda y diálogos sobre la salida al mar de Bolivia. 2) Que esta sería por Arica, lo cual tocaría el Tratado de 1929 y la zona marítima de 37,900 km2 en controversia; y 3) Que la agenda culminará el próximo mes de octubre.
Con justa razón, esta misteriosa agenda ha generado desconfianza en que no sólo se trate de negociaciones entre ambos países, sino de acuerdos definidos que no conocemos y que podrían afectar nuestros intereses nacionales.
Expreso, 29.08.09
A lo largo del siglo XX, Bolivia le ha reclamado insistentemente a Chile una salida soberana al mar, la cual fue siempre desechada bajo el argumento de la intangibilidad de sus tratados —Pacto de Tregua de 1884; Tratado especial sobre transferencia de territorio de 1895; y Tratado de Paz y Amistad de 1904― y recalcando la no cesión de soberanía. Sin embargo, a pesar que desde hace 31 años sus relaciones diplomáticas son a nivel consular, es en este período de gobierno de Michelle Bachelet y su par Evo Morales, que los bolivianos tienen las más grandes expectativas que su salida al mar se concrete, a pesar de la fuerte oposición política y de la población chilena, especialmente de Arica.
Aunque ambos gobiernos nieguen algún acuerdo, sus actitudes muestran lo contrario. Dicen mucho la postura chilena dirigida a que Perú aparezca como un obstáculo para la salida al mar de Bolivia, el condescendiente trato de Evo Morales hacia Chile y sus continuas intromisiones y ataques contra nuestro país, como también sus patéticas declaraciones que cuando termine la lista de 13 puntos, él ya se estará bañando en el mar. Asimismo, el canciller David Choquehuanca, el año pasado durante el “Día del Mar” —23 de marzo, fecha en que recuerdan la pérdida de su litoral en la guerra con Chile de 1879― aseguró que su país está negociando con Chile una “salida soberana” al océano Pacífico. Por el lado chileno, el ex canciller Alejandro Foxley, confirmó en junio del año pasado que ambos gobiernos decidieron encargar estudios técnicos para abordar la mediterraneidad boliviana, y también el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Van Klaveren, a cargo de la delegación chilena en las reuniones con Bolivia —además agente ante La Haya en el proceso marítimo con Perú― reiteró que existen avances para la salida al mar de Bolivia.
En este panorama, además de dichas actitudes y declaraciones, debemos considerar: 1) La reserva con que se han llevado, por más de 3 años, las reuniones de agenda y diálogos sobre la salida al mar de Bolivia. 2) Que esta sería por Arica, lo cual tocaría el Tratado de 1929 y la zona marítima de 37,900 km2 en controversia; y 3) Que la agenda culminará el próximo mes de octubre.
Con justa razón, esta misteriosa agenda ha generado desconfianza en que no sólo se trate de negociaciones entre ambos países, sino de acuerdos definidos que no conocemos y que podrían afectar nuestros intereses nacionales.
Expreso, 29.08.09