“se intersecta”
En el diario Correo del 21 de diciembre de 2008, en el artículo “Atmósfera cero”, de José Güich Rodríguez, se lee:
En el diario Correo del 21 de diciembre de 2008, en el artículo “Atmósfera cero”, de José Güich Rodríguez, se lee:
La apuesta de La línea en medio del cielo se nutre de ambigüedad. Es un mérito que la escritura del texto no se precipite en truculencias o densidades sólo para iniciados, a pesar de esa rara atmósfera de verdades a medias. A partir de tales premisas, Ángeles traza la historia de Ignat y Virginia, cuyas identidades son un misterio sin solución. La novela, en sí, se erige como enigma en cuanto a la realidad que viven los personajes; ella se intersecta permanentemente con lo irreal o con una sensación de que nada ha ocurrido: todo es ilusión o magma ficcional que busca su cauce. Las deudas con el Ricardo Piglia de Respiración artificial se anuncian sin pompa o cálculo efectista -otro logro del autor-. No obstante, aún es posible bruñir el fraseo y evitar breves descensos en el estilo que, en rasgos generales, cumple con sus objetivos de manera solvente.
Comentario
1) “La línea en medio del cielo” y “Respiración artificial” son títulos que deben escribirse en cursivas o entre comillas.
2) El verbo “intersectar” no existe. Lo que hay es el verbo intersecar, pronominal (que se combina con los pronombres me, te, se, nos) y que en tiempo presente, tercera persona, da se interseca.
3) En la intercalación “-otro logro del autor-” se emplea signo menos en lugar de raya.
El autor debió escribir:
1) “La línea en medio del cielo” y “Respiración artificial” son títulos que deben escribirse en cursivas o entre comillas.
2) El verbo “intersectar” no existe. Lo que hay es el verbo intersecar, pronominal (que se combina con los pronombres me, te, se, nos) y que en tiempo presente, tercera persona, da se interseca.
3) En la intercalación “-otro logro del autor-” se emplea signo menos en lugar de raya.
El autor debió escribir:
La apuesta de La línea en medio del cielo se nutre de ambigüedad. Es un mérito que la escritura del texto no se precipite en truculencias o densidades sólo para iniciados, a pesar de esa rara atmósfera de verdades a medias. A partir de tales premisas, Ángeles traza la historia de Ignat y Virginia, cuyas identidades son un misterio sin solución. La novela, en sí, se erige como enigma en cuanto a la realidad que viven los personajes; ella se interseca permanentemente con lo irreal o con una sensación de que nada ha ocurrido: todo es ilusión o magma ficcional que busca su cauce. Las deudas con el Ricardo Piglia de Respiración artificial se anuncian sin pompa o cálculo efectista —otro logro del autor—. No obstante, aún es posible bruñir el fraseo y evitar breves descensos en el estilo que, en rasgos generales, cumple con sus objetivos de manera solvente.