Por Larisa Saenko
La detención en Moscú de un agente de la CIA fue muy cómica. El servicio secreto más potente de EE. UU., que desplegó sus tentáculos en todo el mundo, casi por primera vez en la historia de su existencia quedó en ridículo.
Últimamente, los estadounidenses se burlaron de modo similar del caso del desmantelamiento de la red de presuntos espías rusos en 2010.
La operación de detención del supuesto espía estadounidense, Ryan Christopher Fogle, al que Rusia devuelve generosamente a su patria, se realizó al estilo de la película de animación “Pasiones de Espionaje” rodada en 1968. El protagonista de la película, jefe de un servicio de inteligencia extranjero, que sufre de dolor de muelas, desarrolla un plan sutil del robo de un sillón dental soviético. En el territorio de la URSS trata de penetrar en un colegio odontológico, con un artefacto explosivo en sus manos, o huye de la persecución en una bicicleta de tres ruedas.
Al día de hoy, un diplomático real con una peluca anda por Moscú con el mapa de la ciudad y una brújula en sus manos esperando reclutar a un ruso insobornable. En los bolsillos lleva billetes de 500 euros y una carta destinada al supuesto reclutado. A eso de la medianoche, el espía estadounidense llama por teléfono al oficial del Servicio Ruso de Seguridad (FSB) que anteriormente ya ha renunciado a reunirse, y vuelve a insistir en el encuentro.
Se podría entender esto si este oficial del servicio ruso de seguridad fuese una mujer o si Ryan Christopher Fogle, que ocupaba el puesto del tercer secretario de la sección política de la embajada estadounidense, fuese de orientación homosexual: uno bien puede perder el juicio por la pasión. En todo caso, parece inverosímil que un agente de la CIA con experiencia reclute de ese modo a un efectivo de los servicios secretos rusos.
“Torpe y aún más torpe”
Así es el título del artículo publicado en la revista estadounidense The Nation sobre la detención de Fogle en Rusia. Los usuarios de las redes sociales bromean sobre el arsenal del espía descubierto: pelucas, varios pares de gafas, un mapa de Moscú y una brújula.
“¡Y esto pasa en un momento en el que China está adquiriendo experiencia en materia de ciberespionaje!”, exclama un usuario.
“Hillary Clinton dijo alguna vez en el Congreso que unos 70 000 diplomáticos de EE. UU. trabajan en el extranjero. Yo no entendía qué hacen allí todas estas personas. Ahora entiendo: lucen pelucas en los parques”, señala otro.
“Gracias a los rusos, podremos ahorrar millones de dólares que despilfarra la CIA”, bromea el tercero sobre la oferta de pagar a una supuesto reclutado un millón de dólares anualmente a cambio de “cooperación a largo plazo”.
La oferta de cooperación impresa en papel en el siglo de la información digital sorprende a los ciudadanos estadounidenses. No entienden por qué la CIA no ha enviado el mensaje al teléfono móvil del supuesto reclutado. Claro está que lo hizo para dejar el ADN y huellas dactilares en el papel.
La carta está dirigida a un “querido amigo”. “Suelo recibir tales cartas constantemente, sólo que llegan a través de internet y firmadas por el ‘Príncipe de Nigeria’. ¿Quizá hayan sido escritas por la misma persona?”, destaca un usuario en el foro de The New York Times.
La última vez que EE. UU. se burló tanto de los espías “torpes y groseros” fue hace tres años, en junio de 2010, cuando fue desmantelada en EE. UU. una red de supuestos espías rusos que en breve fueron deportados a Rusia. La descripción por la Oficina Federal de Investigación de EE. UU. (FBI) del arsenal de espías rusos incluía transmisores de onda corta, tintas especiales y escondites dentro de los árboles. Ahora Rusia respondió a esto con la brújula y el mapa de Moscú.
Las acciones de los agentes rusos parecían en aquella época demasiado extravagantes. Por ejemplo, siguiendo las instrucciones de un agente encubierto del FBI que se hacía pasar por un agente del gobierno ruso, uno de los espías depositó 5.000 dólares en efectivo debajo de un puente en Virginia.
La presunta espía [rusa] Anna Chapman dejó su ordenador en manos del FBI para repararlo y, al regresar a la patria, se convirtió en un fenómeno mediático, al demostrar a todo el mundo que no se debe temer a los espías rusos.
El arresto escandaloso de los “espías rusos” en EE. UU. se produjo varios días después de la visita oficial del entonces presidente de Rusia, Dmitri Medvédev a Washington y sus negociaciones con el mandatario estadounidense, Barack Obama, sobre el “reinicio de relaciones” ruso-estadounidenses. “No nos explicaron de qué se trata. Espero que nos lo expliquen. Pero el momento en el que se hizo fue elegido con delicadeza”, comentó sobre aquellos acontecimientos el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov.
El momento de la detención del “espía estadounidense” en Rusia fue elegido con cuidado también. Esto pasó varios días después de la visita a Moscú del secretario de Estado de EE. UU., John Kerry. La historia con Ryan Christopher Fogle parece a primera vista tan absurda que la comunidad internacional sospecha que pudo ser falsa.
Mientras, Moscú y Washington declararon que este escándalo no empeorará las relaciones entre los dos países.
Sorprende la transparencia, que no es típica en los servicios secretos. Las fotografías desde el lugar de detención fueron divulgadas en los medios de información y el respectivo vídeo fue publicado en Internet.
Así son las leyes de la propaganda, independientemente del régimen político y las peculiaridades nacionales. En todo caso, esta vez no sólo los rusos sino también los estadounidenses se burlan de la CIA, que pierde popularidad. Los espías saben bromear también.
RIA Novosti en Español, 17-05-2013