Tras la abdicación de Alberto II, su hijo Felipe I juramentó ante el Parlamento en calidad de nuevo monarca de Bélgica.
Se trata de la segunda suceción real por abdicación en 2012, después que la reina Beatriz hiciera lo mismo. Así se proclama un nuevo rey sin pompas fúnebres por medio, como ha sido en la mayoría de los casos.
“Juro observar la Constitución y las leyes del pueblo belga, preservar la independencia nacional y la integridad del territorio”, declaró Felipe I, de 53 años en neerlandés, francés y alemán, las tres lenguas oficiales de su país.
El nuevo rey manifestó que es consciente de la responsabilidad que asume e infundió ánimo en sus súbditos: “La crisis afecta a muchas personas en este país. Quiero alentar a todos a que no se den por vencidos”.
Hizo un llamado a la unidad de Bélgica. “La riqueza de nuestro país (…) está sobre todo en que hagamos una fortaleza de nuestras diferencias. También señaló que Bélgica debe seguir trabajando en el proyecto europeo y terminó su alocución con un “¡viva Bélgica!”, proclamó.
La asunción de Felipe I fue acompañada por miles de belgas con la bandera de su país, que se apostaron frente al palacio real en un día veraniego de fiesta nacional. Todos querían ver a Felipe y Matilde, saludar desde el balcón, rodeados de sus cuatro hijos, entre ellos la ya princesa heredera Elisabeth, de once años. La reina Paola y la nueva reina Matilde no pudieron contener las lágrimas.
La abdicación de Alberto II, de 79 años, se oficializó después que el monarca señaló motivos de edad y salud cuando anunció su intención de abdicar, siendo el primer rey en ceder el trono en forma voluntaria en los 182 años de historia de la casa real belga.