Por Adrián Levy Pernudo*

Los líderes mundiales se reúnen en San Petersburgo para hacer frente a los problemas económicos y financieros globales. El fraude fiscal supone un quebradero de cabeza para el Grupo de los Veinte (G20), que tiene una propuesta de acción de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) para acabar con la evasión impositiva de las grandes multinacionales.

san petersburgo

La organización internacional Oxfam ha advertido que el fraude fiscal de las grandes compañías contribuye a aumentar la brecha de la desigualdad entre Estados. El director Oxfam en Rusia, Dmitri Medlev, ha expresado que "los países más pobres del mundo no pueden permitirse perder miles de millones de dólares que podrían invertirse en la lucha contra la pobreza y el impulso de sus economías”.

Según datos de Tax Justice Network, los activos financieros en paraísos fiscales han aumentado más del 2% en 2011 y, en los paraísos fiscales, se ocultan entre 28 y 32 billones de dólares, una cuarta parte de la riqueza mundial. El presidente del país anfitrión de la cumbre, Vladimir Putin, ha expresado que “este puede ser el paso más importante de los últimos 100 años en la modernización y coordinación de nuestras políticas tributarias”, en referencia a las decisiones a tomar en los próximos días.

Este verano, los ministros de Economía y Finanzas del G20 dieron luz verde a un plan para frenar la evasión de impuestos por parte de las empresas multinacionales. Un proyecto donde los países más empobrecidos no tuvieron ni voz ni voto pese a los abusos cometidos dentro de sus fronteras.  

Las compañías más señaladas son las tecnológicas. Apple, Microsoft o Google apenas tributan en aquellos países donde más ingresos consiguen. La ingeniería financiera realizada por estas multinacionales les permite derivar sus pingües beneficios en filiales para evitar el pago al fisco de los Estados. Gracias a los paraísos fiscales o territorios de baja tributación, sus cuentas de resultados se amplían mientras que la Hacienda de cada país en el que evaden impuestos sufre una cuantiosa merma. Se debe, también, a la falta de voluntad política que, hasta el momento, han tenido los Estados occidentales a la hora erradicar estas prácticas.

Apple es el paradigma perfecto de la ingeniería fiscal. Según Financial Times, la compañía creada por el difunto Steve Jobs no pagó impuesto de sociedades en Reino Unido en 2012. En ese año en España y tras facturar 2.031 millones de euros, la declaración de Hacienda le salió a devolver. El fisco español le abonó 4 millones de euros. Un 99% de sus ingresos en España se derivaron a Irlanda que, pese a ser miembro de la Unión Europea, disfruta de reglas impositivas distintas.

El fraude fiscal es un asunto global: se expande a lo largo del planeta. Se ceda con los países menos desarrollados, que albergan los grandes centros productivos. Aquí cabe hablar no sólo de empresas tecnológicas, sino de multinacionales de cualquier sector en busca de ventajas laborales y fiscales.

Laborales gracias a laxas regulaciones del mercado de trabajo que permiten explotar a los trabajadores. Es la máxima y más oscura deformación del capitalismo, tornada en realidad cuando meses atrás el derrumbe del Rana Plaza en Bangladesh se llevó por delante la vida de cientos de personas. Fiscales por la escasa presencia estatal, tanto para exigir un impuesto sobre el beneficio empresarial a estas empresas como para demandar una mejora de las condiciones de trabajo de sus ciudadanos en estas fábricas.    

La evasión fiscal es uno de los vicios de la globalización. Una de sus muchas caras malas. No sólo supone una brecha entre países. Implica, dentro de cada frontera, un distanciamiento entre clases ricas y pobres. El Estado aparece como garante de la redistribución de la riqueza y el papel de los impuestos es clave para su consecución. Tras la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial, el mundo occidental fue consciente de la necesidad de potenciar un modelo más justo. Más social. Pese a los fallos, las clases medias entonces habían triunfado. Leningrado amanecía libre.

*Periodista

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