Por Boris Leonardo Caro | Blog de Noticias – vie, 6 dic 2013
En la zona metropolitana de Reikiavik habitan dos tercios de los islandeses (Paul York - Flickr)
No hay oficio más aburrido que el de periodista de crónica roja en Islandia. El país del Atlántico norte exhibe una tasa de homicidios tan baja que una versión local de la serie televisiva CSI clasificaría como ciencia ficción. Sin embargo, los islandeses adoran las novelas escandinavas sobre crímenes y tres de cada 10 posee un arma de fuego.
Esta semana la muerte de un hombre a manos de la policía en las afueras de Reikiavik, la capital, fue difundida como una noticia extraordinaria. Los agentes del orden de la Logreglan jamás habían ultimado a una persona. De hecho, solo la llamada “Escuadra Vikinga”, un equipo para operaciones especiales, puede portar armas.
Islandia encabeza, junto a otros vecinos europeos, la lista de países con menor baja tasa de homicidios en el planeta. Entre esas tranquilas naciones aparecen lugares que apenas generan información en medios internacionales: Liechtenstein, el Principado de Mónaco, Andorra y Malta. Pero el caso islandés llama la atención por encima de los demás, pues se trata de un estado que ocupó titulares durante la pasada crisis financiera, resuelta gracias a la presión popular y las audaces medidas del gobierno.
Las armas son utilizadas exclusivamente para la caza y el tiro deportivo (Chris Goldberg - Flickr)
Muchas armas, pero controladas
La casi inexistencia de homicidios en Islandia –apenas 19 entre 2001 y 2011, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) —contrasta con la elevada posesión de armas de fuego: alrededor de 90.000, distribuidas en una población de 328.000 habitantes. ¿Por qué esa afición a los fusiles no se ha transformado en una pesadilla nacional, como ha ocurrido en Estados Unidos?
De acuerdo con el sitio Iceland Review, la tenencia de armas de fuego está estrictamente reglamentada. La ley prohíbe el uso público de todos los rifles automáticos y semiautomáticos, así como de la mayoría de las pistolas. Las licencias expedidas limitan el calibre a menos de 8 milímetros. Solo quienes pertenecen a asociaciones deportivas pueden adquirir un revólver u otra arma de ese tipo.
Una persona identificada como islandés en un debate sobre el tema en Reddit describió el proceso de adquisición de la licencia. Los solicitantes deben pasar un test visual y presentar un informe médico que descarte cualquier trastorno mental. Con estos documentos acuden a la policía y hacen la demanda. Luego asisten a un curso de tres días, al cabo de los cuales prueban sus aptitudes en un campo de tiro.
Después de comprar el arma, los futuros dueños necesitan la autorización de la policía. Tras esta aprobación aún deben regresar a registrar el arma y actualizar los datos de la licencia. Las autoridades mantienen un monitoreo constante sobre la posesión de cualquier armamento.
“Ser propietario de un arma en Islandia demuestra fundamentalmente el interés por la caza y los deportes”, explicó Elvar Árni Lund, presidente de la Asociación de Caza, en declaraciones a Iceland Review. A su juicio, el alto número de fusiles en manos de los civiles perpetúa la tradición cazadora, extendida por los países del hemisferio norte.
Los islandeses disfrutan de una notable equidad social (Chris Goldberg - Flickr)
A menor desigualdad, menor criminalidad
La igualdad entre los islandeses sería una de las razones fundamentales de la escasa criminalidad en el país, según la investigación de Andrew Clark, estudiante de la Escuela de Derecho de la Universidad Suffolk, en Boston. Un artículo de Clark, publicado por la cadena británica BBC, revela que los ciudadanos de la isla apenas experimentan las diferencias de clases en la vida cotidiana.
Estadísticas Islandia confirma esa impresión. En Europa, la nación nórdica clasifica en el tercer lugar por el nivel de distribución de los ingresos. Mientras el coeficiente Gini –utilizado para medir la igualdad social—es de 24 en Islandia, el promedio europeo se eleva a 30,5 –donde cero representa la equidad total. El 20 por ciento más rico de los islandeses recibe apenas 3,4 veces más ingresos que el 20 por ciento más pobre. En la Unión Europea esa proporción alcanza 5,1. Solo Noruega y Eslovenia exhiben mejores cifras.
La UNODC establece una relación entre desigualdad y violencia en su Estudio Global sobre Homicidios, de 2011. "Las mayores tasas de asesinatos ocurren en países con bajos niveles de desarrollo humano y las naciones con altos niveles de inequidad en los ingresos padecen tasas casi cuatro veces superiores a las sociedades más igualitarias", asegura el reporte.
Los países más violentos de América Latina y el Caribe –Honduras, El Salvador, Venezuela, Guatemala y Jamaica—reportan índices de desigualdad que duplican el de Islandia. Sin embargo, este factor no justifica por sí solo la diferencia abismal entre el llamado Triángulo de la Muerte centroamericano y la paz de la volcánica isla.
Drogas y pandillas, una rareza en Islandia
En las Américas el 25 por ciento de los homicidios está relacionado con el crimen organizado y las guerras entre las pandillas. Esa proporción se ha disparado en el último lustro en Centroamérica, donde las bandas se disputan el control del tráfico de drogas hacia Estados Unidos. El continente ocupa el segundo lugar en el ranking mundial de homicidios elaborado por la UNODC, después de África –aunque no se incluyen las muertes vinculadas a las guerras civiles.
Mientras, en Islandia el consumo de drogas duras constituye una excepción entre los jóvenes, más habituados a adquirir la marihuana cultivada en el país. En Reikiavik los delitos menores, como el robo en automóviles y el vandalismo en los comercios, representan el grueso de la actividad criminal. Reportes recientes han alertado sobre algunas operaciones de los Hell Angels, vinculados con el tráfico de estupefacientes y el lavado de dinero, pero a un nivel irrisorio en comparación con cualquier otro país.
Un reportaje del sitio The Reyjavík Grapevine resumía con una frase el espíritu prevaleciente en la capital islandesa: “Vamos a amarnos este fin de semana, gente”.