Un héroe de nuestro tiempo
Por Gustavo Espinoza M. (*)
Si un hecho ha marcado la historia de América Latina en el siglo XX, éste ha sido la Revolución Cubana.
Por Gustavo Espinoza M. (*)
Si un hecho ha marcado la historia de América Latina en el siglo XX, éste ha sido la Revolución Cubana.
La epopeya vigorosa de la Sierra Maestra, la lucha resuelta ABA contra la dictadura genocida de Batista, y el apoteósico esfuerzo de millones de hombres y mujeres, orientado a construir una sociedad nueva; ha sido el hito principal de nuestra historia. Y marca el derrotero para todos.
La Revolución significó la insurgencia moral contra la fuerza del Imperio. Y esta última golpeó a Cuba con toda su perfidia.
El odio de los opresores, fue inmenso. Y se ensañó con Fidel y con su pueblo. A ambos quisieron desaparecerlos materialmente de la faz de la tierra.
Una anécdota se cuenta en torno al tema:
En 1961, cuando se vivían los tensos días de Playa Girón, un informante de la CIA desde La Habana, enviaba un reporte confidencial y urgente a su matriz: Castro no pasa de esta semana.
Diez años más tarde, en 1971, luego de la derrota de la ola guerrillera que sacudiera América Latina, la oficina de Virginia recibía otra nota desde la capital cubana: Castro no pasa de este mes.
Una década después, en 1981, cuando la crisis de Mariel, los agentes camuflados de la CIA en Cuba aseguraban a su agencia: Castro no pasa de este año.
En 1991, después de la quiebra de la URSS y cuando aparecía inminente la victoria del capitalismo en el mundo, el mismo servicio informada: Castro no pasa de esta década.
Y el 2001, al inicio del siglo XXI, el más reciente de los documentos remitidos a la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos afirma rotundamente: Castro no pasa de este siglo.
Esto último ocurrirá, con lo cual la Inteligencia Americana podrá congratularse por la eficacia de sus servicios informativos.
Pero Fidel no morirá, por cierto, del mismo modo como no morirá tampoco la epopeya de su pueblo.
Podemos hablar de Maceo o Agramonte, de Céspedes o Martí, de Mella o de Baliño, de Abel, Camilo o el Che. Fidel simboliza el mensaje de todos, los encarna a todos, los representa a todos. Es lo que Lermontov llamara Un héroe de nuestro tiempo.
En Cuba la revolución continúa venciendo enormes obstáculos, pero el mundo aprecia con horror cómo el Imperio somete, doblega y humilla a pueblos y naciones, y convierte a los gobiernos en dóciles instrumentos de sus políticas. Nadie puede rebatir ni una, ni otra realidad.
Llegará día, sin duda, en que la Revolución Cubana tenga que marchar con otros conductores. Pero eso no significará que Fidel haya muerto.
¿O es que alguien cree que Simón Bolívar está muerto porque su cuerpo quedó exánime en julio de 1830 en Santa Marta; que San Martín no existe más, porque su corazón dejó de latir en Boulonge Sur Mer en 1872; que Tupac Amaru, o Miguel Grau, o Francisco Bolognesi pertenecen al pasado, porque perecieron en distintos avatares de la historia? ¿Que José Carlos Mariátegui, el nuestro, ha sido cancelado por la vida? Ciertamente que no.
Los hombres viven en sus pueblos porque interpretan sus inquietudes, sus necesidades, sus sueños y sus rebeldías. Y Fidel vivirá no sólo en el pueblo de Cuba sino en todos los pueblos del mundo después que en este siglo haya desaparecido de la vida material. También esa es la historia.
Se ha dicho que hoy América Latina es otra. No es más el emporio del Imperio, ni el patio trasero del Gran Capital. Es un inmenso campo en el los pueblos libran una batalla decisiva.
En lo que se refiere a nosotros, tenemos el deber sagrado de ganarla. Pero eso, sólo será posible con la unidad, y con la lucha. A ella llamamos, y en su nombre enarbolamos una invicta bandera solidaria.
La suerte de René, Fernando, Gerardo, Antonio y Ramón, está en las manos de los pueblos. Los cinco héroes serán liberados por la demanda del mundo y por las manos unidas de millones de personas.
Y con ellos, nuestros pueblos ganarán, Cuba saldrá airosa; pero, sobre todo, Fidel alcanzará la victoria. Gracias
(*) Palabras pronunciadas en el acto central de homenaje al 50 aniversario de la Revolución Cubana. Lima, 23 de enero del 2009
La Revolución significó la insurgencia moral contra la fuerza del Imperio. Y esta última golpeó a Cuba con toda su perfidia.
El odio de los opresores, fue inmenso. Y se ensañó con Fidel y con su pueblo. A ambos quisieron desaparecerlos materialmente de la faz de la tierra.
Una anécdota se cuenta en torno al tema:
En 1961, cuando se vivían los tensos días de Playa Girón, un informante de la CIA desde La Habana, enviaba un reporte confidencial y urgente a su matriz: Castro no pasa de esta semana.
Diez años más tarde, en 1971, luego de la derrota de la ola guerrillera que sacudiera América Latina, la oficina de Virginia recibía otra nota desde la capital cubana: Castro no pasa de este mes.
Una década después, en 1981, cuando la crisis de Mariel, los agentes camuflados de la CIA en Cuba aseguraban a su agencia: Castro no pasa de este año.
En 1991, después de la quiebra de la URSS y cuando aparecía inminente la victoria del capitalismo en el mundo, el mismo servicio informada: Castro no pasa de esta década.
Y el 2001, al inicio del siglo XXI, el más reciente de los documentos remitidos a la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos afirma rotundamente: Castro no pasa de este siglo.
Esto último ocurrirá, con lo cual la Inteligencia Americana podrá congratularse por la eficacia de sus servicios informativos.
Pero Fidel no morirá, por cierto, del mismo modo como no morirá tampoco la epopeya de su pueblo.
Podemos hablar de Maceo o Agramonte, de Céspedes o Martí, de Mella o de Baliño, de Abel, Camilo o el Che. Fidel simboliza el mensaje de todos, los encarna a todos, los representa a todos. Es lo que Lermontov llamara Un héroe de nuestro tiempo.
En Cuba la revolución continúa venciendo enormes obstáculos, pero el mundo aprecia con horror cómo el Imperio somete, doblega y humilla a pueblos y naciones, y convierte a los gobiernos en dóciles instrumentos de sus políticas. Nadie puede rebatir ni una, ni otra realidad.
Llegará día, sin duda, en que la Revolución Cubana tenga que marchar con otros conductores. Pero eso no significará que Fidel haya muerto.
¿O es que alguien cree que Simón Bolívar está muerto porque su cuerpo quedó exánime en julio de 1830 en Santa Marta; que San Martín no existe más, porque su corazón dejó de latir en Boulonge Sur Mer en 1872; que Tupac Amaru, o Miguel Grau, o Francisco Bolognesi pertenecen al pasado, porque perecieron en distintos avatares de la historia? ¿Que José Carlos Mariátegui, el nuestro, ha sido cancelado por la vida? Ciertamente que no.
Los hombres viven en sus pueblos porque interpretan sus inquietudes, sus necesidades, sus sueños y sus rebeldías. Y Fidel vivirá no sólo en el pueblo de Cuba sino en todos los pueblos del mundo después que en este siglo haya desaparecido de la vida material. También esa es la historia.
Se ha dicho que hoy América Latina es otra. No es más el emporio del Imperio, ni el patio trasero del Gran Capital. Es un inmenso campo en el los pueblos libran una batalla decisiva.
En lo que se refiere a nosotros, tenemos el deber sagrado de ganarla. Pero eso, sólo será posible con la unidad, y con la lucha. A ella llamamos, y en su nombre enarbolamos una invicta bandera solidaria.
La suerte de René, Fernando, Gerardo, Antonio y Ramón, está en las manos de los pueblos. Los cinco héroes serán liberados por la demanda del mundo y por las manos unidas de millones de personas.
Y con ellos, nuestros pueblos ganarán, Cuba saldrá airosa; pero, sobre todo, Fidel alcanzará la victoria. Gracias
(*) Palabras pronunciadas en el acto central de homenaje al 50 aniversario de la Revolución Cubana. Lima, 23 de enero del 2009