Mauricio Macri 2César Lévano

Multitudinario adiós brindó el pueblo argentino a Cristina Kirchner, la presidenta de la Argentina. Tras un recuento de los logros económicos y sociales de su gobierno, la señora rogó a Dios que permita que el presidente entrante, Mauricio Macri, tenga una despedida como la que ella recibió en una Plaza de Mayo repleta, hasta el último centímetro, de seguidores.

Mientras contemplaba con emoción y respeto la concentración bonaerense que repletaba la Plaza inmensa, pensé que ese deseo benigno sobre Macri no se va a cumplir. Por una simple razón: por el origen y el compromiso del nuevo mandatario.

Dos hechos ocurridos antes de que Macri asuma el poder me llevaron a esa conclusión: su pedido de sancionar a Venezuela en la Unasur y el editorial del diario La Nación que expresó, sin máscaras, que la victoria de Macri debía conducir a la impunidad para los fascistas asesinos aún con vida.

Al conjuro del último mensaje de la presidenta recordé páginas de un libro que denuncia la complicidad de los grandes empresarios argentinos con los gorilas que reprimieron, asesinaron y entregaron al país al imperialismo yanqui. Uno de los más destacados fue el padre de Mauricio Macri.

Aludo al libro Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, escrito por un conjunto de periodistas de investigación y economistas, bajo la dirección de Horacio Verbitsky, publicado en el 2003 por el grupo editorial siglo XXI en Ciudad de México y en Buenos Aires. Un párrafo revelador de ese texto expresa:

“La fracción diversificada de la oligarquía pampeana ejerció la conducción del Estado y para asegurar su hegemonía ubicó a sus intelectuales orgánicos en los puestos clave de la estructura de gobierno. Se trató de una fracción del capital integrado, entre otros, por grupos económicos como Pérez Companc, Bridas, Acindar, Techint, Arcor, Loma Negra, Clarín, Macri, Bemberg, Bunge y Born, entre otros, que ejercieron el control del Estado durante la vigencia de este patrón de acumulación y lograron detentar el predominio económico durante su desarrollo (1976-2001)”.

Otro párrafo condensa el sentido de clase de los empresarios tipo Macri:

“Desde el golpe de Estado en adelante, los trabajadores perdieron los derechos laborales más básicos y elementales que habían conquistado a través de duras luchas en las décadas anteriores. Durante la dictadura militar se intervino la CGT; se suspendieron por tiempo indeterminado las negociaciones salariales, el derecho de huelga y toda medida de fuerza; se eliminó el fuero sindical; se autorizó a dar de baja, sin sumario, a los trabajadores estatales”.

 

Diario Uno, 10.12.2015