¿Quién teme a Vladimir Putin?
Germán Gorraiz López*
El caprichoso y cíclico devenir de la Historia, podría hacer que dos presidentes de Rusia separados en el tiempo por 60 años quedaran hermanados por la recesión económica y el posible regreso a escenarios ya olvidados de Guerra Fría, teniendo como ojo palindrómico a la Península de Crimea (cedida en 1.954 por Jruschov y anexionada por Putin en el 2014). Putin y Jruschov quedarían pues hermanados y pasarían a la Historia como dos iconoclastas que habrían acabado con las herencias del purgador Stalin (histórico discurso de Jruschov en 1956 en el XX Congreso del PCUS denunciando los crímenes y errores de la época de Stalin, el culto a la personalidad y el dogmatismo ideológico) y del cirrótico Yeltsin (demoledora defección de Yeltsin por parte de Putin, acusándole de desmembrar la extinta URSS) y como creadores de nuevos idearios que incluirían la posibilidad de revoluciones por vías pacíficas (desestalinización) y del pragmatismo y el acercamiento a Occidente (oficialismo), aunadas con el objetivo inequívoco de equipararse a EEUU como superpotencia mundial, hija de los ideales expansionistas de Pedro el Grande.