Por Rocío Ferrel
Escuchar música alegre no sólo mejora el ánimo, sino que a uno le hace creer que los demás también están felices, según un estudio publicado en la revista Neuroscience Letters.
Los resultados mostraron que la música feliz resaltó de forma significativa la percepción de felicidad de un rostro, en un efecto que dura tan sólo una fracción de segundo y puede suceder sin que nos demos cuenta.
Los hallazgos fueron efectuados por psicólogos de la Universidad de Londres en diversas series de estudios realizados en estudiantes, quienes pasaron pruebas en las que escucharon fragmentos de música de 15 segundos, tras lo se grabaron sus reacciones a las fotografías de variados tipos de rostros.
Los investigadores emplearon 120 fragmentos diferentes de música pop, clásica y jazz que hicieron escuchar a los estudiantes, tras lo cual se les solicitó calificar el ánimo de los rostros que se les mostró en fotografías.
Los resultados evidenciaron que la música alegre resaltó significativamente la percepción de felicidad en los rostros que las personas ven. Estudios adicionales de las ondas cerebrales de los voluntarios revelaron que el efecto de la música fue prácticamente instantáneo.
La medición de los instrumentos arrojó sólo 50 milisegundos para que los cambios se produzcan, lo cual es demasiado rápido como para que se deban a un control consciente.
Por el contrario, resulta curioso que se haya constatado el efecto contrario: escuchar música triste influyó en las personas para perciban más tristes los rostros que se les mostró.
El doctor Joydeep Bhattacharya, uno de los autores del trabajo, califica de sorprendentes los resultados, en especial, por la forma en que una cara sin emoción fue percibida más feliz después de la intervención de la música alegre y el hecho de que tan sólo quince segundos de música pueden causar este efecto.
y demandó que se investigue más para que se descubra cómo los sonidos ambientales, como la música de los supermercados, pueden afectar nuestras emociones; también estimó que se debe investigar otros factores, como la forma en que la preferencia musical según nuestra personalidad pueden incidir en esta percepción.
En la antigüedad
Estos resultados realizados con instrumentos modernos confirman lo que los antiguos ya sabían: la música tiene efectos positivos en el ánimo de las personas. Por ejemplo en este pasaje de miles de años de antigüedad, recomiendan a Saúl escuchar la música para calmar su ánimo (1 Samuel 16,16-23):
16Por eso, ordene usted a estos servidores suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa, para que, cuando le ataque a usted el espíritu maligno, él toque el arpa y usted se sienta mejor.
17—Pues busquen a alguien que sepa tocar bien, y tráiganmelo —contestó Saúl.
18Entonces uno de ellos dijo:
—Yo he visto que uno de los hijos de Jesé, el de Belén, sabe tocar muy bien; además, es un guerrero valiente, y habla con sensatez; es bien parecido y cuenta con la ayuda del Señor.
19Entonces Saúl mandó mensajeros a Jesé, para que le dijeran: “Envíame a tu hijo David, el que cuida las ovejas”, 20y Jesé envió su hijo David a Saúl. Con él le envió a Saúl un asno cargado de pan, un cuero de vino y un cabrito. 21Así David se presentó ante Saúl y quedó a su servicio, y Saúl llegó a estimarlo muchísimo y lo nombró su ayudante. 22Y Saúl envió un mensaje a Jesé, rogándole que dejara a David con él, porque le había agradado mucho. 23Así que, cuando el espíritu maligno de parte de Dios atacaba a Saúl, David tomaba el arpa y se ponía a tocar. Con eso Saúl recobraba el ánimo y se sentía mejor, y el espíritu maligno se apartaba de él.
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