Esta semana han emergido noticias más claras del problema surgido entre los comuneros de Lucanas con la empresa italiana Loro Piana, que adquiere lana de vicuña que le venden los comuneros, que habitan extensas punas en que está la reserva de Pampa Galeras, establecida para proteger a la vicuña de cazadores furtivos que la habían llevado casi al borde de la extinción.

 

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La mencionada empresa italiana, perteneciente al consorcio LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy), adquiere aquí la lana y con ella fabrica finas y costosas prendas que se venden en Europa y muchos otros países a elevados precios. El problema salta a la luz porque los ingresos obtenidos por la comunidad por la venta de la lana son insuficientes, y la mayoría de ellos está en la pobreza.

Los campesinos afectados que viven en la zona cumplen varias funciones, de las que las más importantes son vigilar el territorio para evitar que maten a los animales y, además, cada dos años, realizar el chaco o chacu, que consiste en formar un cerco humano de miles de personas alrededor de las vicuñas e ir cerrándolo, hasta que todas quedan encerradas, y se procede a la esquila.               

Para tener una idea de lo desventajoso que es el contrato con los italianos, el 20 de marzo, hace tres días, Dominique Baillard, de Radio Francia Internacional, informaba, citando como fuente a Bloomberg, que la comunidad recibe solamente 260 euros por una prenda que se vende en 9000 euros. Esto nos hace ver cuán injusto y desigual es el contrato, que impone condiciones leoninas.

Añade Radio Francia Internacional:

Pero mientras Bernard Arnault, patrón de LVMH, se ha convertido en el hombre más rico del mundo, ellos siguen siendo muy pobres: el 40% vive por debajo del umbral de la pobreza. Su situación no ha mejorado en treinta años. Los más jóvenes se marchan a probar suerte en las minas de oro, y los más viejos, como una de las mujeres entrevistadas, se ven obligados ahora a esquilar vicuñas de forma voluntaria, porque el precio que se paga al pueblo ha ido cayendo desde que LVMH compró la marca en 2013.

Tras cuernos palos: como vemos, no solamente esa empresa compra en situación ventajosa todo el tiempo sino que controla el precio y lo baja cuando quiere.

 

¿Renegociar para lo mismo?

Una primera reacción sería que la comunidad exija mayor precio por la lana, lo cual tendría que aceptar Loro Piana, teniendo en cuenta que más allá de Perú y Bolivia (Ecuador tiene pocas vicuñas) no pueden conseguir la preciada lana. Si en una renegociación se logra un mejor precio por la lana, podrían calmarse las aguas y muchos quedarían contentos.

Sin embargo, un trato así, que llevaría a conseguir un precio para la lana de vicuña, prácticamente nos mantendría en una situación similar a la de extractivismo (como ejemplo tenemos los metales, que se llevan de acá como mineral en bruto porque los contratos no ponen la condición de que al menos una parte del mineral se procese en el Peru). De modo similar, en el caso de la lana de vicuña, no se debe vender nada a empresas extranjeras ni a ciudadanos extranjeros.

¿Por qué vender la lana para que otros ganen más que los comuneros? ¿Qué negocio es ese? La solución es otra, no tiene que ver con pedir mejor precio para la lana.

Se crearían para los campesinos más puestos de trabajo si ellos mismos, herederos de los eximios tejedores del cumpi* de los incas, confeccionan artesanalmente toda clase de prendas, lo que no excluye que se traiga del extranjero máquinas tejedoras especiales. Todo eso —sea tejido artesanal o mecanizado— está ahora muy cotizado en el mundo entero. Además, en el país hay diseñadores que, como ya lo ha hecho el Estado con Gamarra, podrían asesorar a los comuneros para producir prendas exportables, además de orientación para la exportación. Los comuneros, por ser de poblaciones pobres tradicionalmente olvidadas por el Estado, necesitan más que Gamarra de la promoción estatal.

De esta manera, en el Perú los comuneros tendrían casi la exclusividad en la producción de tejido de lana de vicuña. Quien desee una prenda tendrá que comprarla de ellos.

 

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La cereza sobre el pastel

Aparte de todo eso, la muy corrupta Constitución de 1993, que nos ha puesto en condición de república narconeoliberal, permite que extranjeros compren tierra peruana. En este caso LVMH adquirió 2000 ha en la reserva, con vicuñas y todo. Informa Radio Francia Internacional:

El esquileo de los nativos debe competir incluso con el realizado por Loro Piana en su propia hacienda, en las 2.000 hectáreas compradas en la región con la complicidad de un antiguo miembro del equipo del presidente Fujimori. La protección de la vicuña ha provocado un aumento del rebaño, en gran beneficio del actual propietario de la marca, LVMH. Porque baja los precios. En las redes se insta ahora a LVMH a poner fin a esta explotación y a pagar el precio justo por la lana. Una piedrecita en los zapatos Berluti de la familia Arnault.

Esa venta de tierras de una reserva debería ser dejada sin efecto porque los territorios no tienen por qué ser vendidos, por razones superiores por ley son reservas naturales, y si se abrió la posibilidad, la única explicación es la corrupción.

Esta desgracia de permitir que extranjeros lucren con nuestro territorio dejando de lado a agricultores y empresarios peruanos empezó cuando se permitió a Chile adquirir tierra agrícola peruana. ¿Desde cuándo un extranjero como el chileno o italiano va a tener más derecho a la tierra que un peruano? Es urgente que este Congreso o el que viene prepare una ley para declarar la tierra agrícola activo estratégico accesible solo a peruanos. Consecuentemente, debería retirarse del Perú de costa, sierra y selva a todos los agricultores extranjeros e indemnizarlos. Ese dinero lo recuperaría el estado peruano con la venta de las tierras a agricultores y empresarios peruanos.

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* El cumpi o cumbi era el tejido para los incas y la nobleza. Se hacía de lana de vicuña, a veces con hilos de colores o hilos de oro. Como tejido fino, posiblemente entraba en esta categoría el tejido de piel de murciélago, como el que lucía el inca Atahualpa cuando lo vieron los españoles por primera vez.

 

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