Por Humberto Pinedo Mendoza
Vivimos una época en que la tecnología de las comunicaciones está convirtiendo al hombre y mujer en personas deshumanizadas. No se respeta la privacidad del otro. No miden el peligro en las calles ni en el transporte. Son dependientes de estos aparatitos. Es decir, se han convertido en zombies, tecnológicos. Lo más dramático es que esto sucede en todo el mundo, en especial en los países desarrollados. En nuestro país es escalofriante la demanda de celulares. Cerca de diez millones los han adquirido. Se pueden imaginar la falta de comunicación familiar, social y estudiantil. Por eso estamos últimos en comprensión lectora y lógico-matemáticas.
¿Qué somos humanos o zombies?
Todos hablan sin reflejos, los humanos no tienen piedad del otro
los aparatos rompen el diálogo sin escrúpulo alguno que desprecio
nos sentirnos más que el otro y lo ajeno se nos impone muy torpe
el sudor se congela con seres que no conocen al prójimo caído.
Que palabreo ocultan sin reflexión y desperdician sus vidas
somos autómatas de celulares, videojuegos, tablet que atrofian
que nos separan de nuestro hábitat sensible y sin ternura amiga
sin emoción, sin raza, sin pasión que bárbaro saludo nos imponen.
Caminos vacíos, sin rumbo, sin miradas, sin amistad que nos cure
nunca amanecerá la flor que recoja los sueños de sus amantes
cruzando pistas, pasajes y calles con objetos que no perdonan
que nos vuelve zombies del otro, sin querer un pobre inhumano.
Cruzar los días sin amistad sin enamorar a la otra, sin placer
los humanos caminan huidizos, sin medir los peligros diarios
perdemos sus miradas que nos desprenden la dicha querida
al seguir la ruta que nos llevará al insensible despeñadero.
Ante cruel situación ignoro a estos mediocres parias sin futuro
que se olvidan de su prójimo que necesita alegría, comprensión
una mirada que los aliente, un abrazo que les alimente más sueños
así no quiero vivir con seres sin corazón, sin alma sin rumbo amigo.
Como premiar al niño que se entristece al responder una llamada
sin alientos que nos convierten del otro en pasajeros sin rumbo
volvamos a encontrar el camino de alivios, ensueños y de caricias
e ignoremos al imberbe que hablan sin sentido ni conciencia amable.
Humberto Pinedo Mendoza
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