Héroes Lambayecanos, 27 de noviembre

Por Carlos Pongo Huamán; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.


Conversaba por teléfono con mi amigo, el arquitecto Oscar Perleche, que vive en Chiclayo, estuvimos comentando el artículo que escribí sobre la Batalla de Tarapacá. Al final de nuestra conversacion me dijo: "sabes Carlos, aquí en Chiclayo yo sé que hay un Mausoleo en Honor a los Combatientes Lambayecanos que pelearon en la Guerra del Pacífico (1879-1883). No sé exactamente dónde queda, pero se que existe." Yo ubiqué el Mausoleo en Enero del 2006 cuando estaba en Chiclayo, durante la campaña electoral, y está situado en el antiguo Cementerio "El Carmen".


Este 3 de octubre fui con mi compañero de carpeta del Colegio Nacional San José, Ing. Manuel Soto Díaz, a visitar a nuestros Héroes Lambayecanos. Llevamos un ramo de flores y al entrar al Cementerio habian varios músicos que ofrecían sus servicios. Pregunté si alguno podía cantar temas patrióticos y uno levantó la mano y nos acompañó.

Andrés Avelino Cáceres

No sé la historia de cuándo fue construido el Mausoleo pero allí descansan los restos de 54 combatientes de la Guerra del Pacífico. El primero que falleció fue el Capitán Manuel Cespe, en enero de 1912 y el último fue el de Máximo Carranza Villalobos, el 12 de febrero de 1955. Hay dos primos hermanos, Emilio Ugaz, fallecido el 30 de Julio de 1935 y Lorenzo Ugaz, fallecido el 16 de Julio de 1935. Teniendo en cuenta que la edad promedio de los soldados era de 16 y 21 años, la mayoria de los que allí descansan fallecieron 40 y 50 años después de haber empezado la guerra.

Chilenos se rinden en cuartel


Los combatiente lambayecanos que participaron en la guerra, muchos fueron levados a la fuerza y muchos fueron voluntarios pero todos pudieron haber escapado del conflicto huyendo a la sierra o ceja de montaña y regresar cuando la guerra haya acabado. Pero escogieron por decisión voluntaria responder al llamado de la Patria que necesitaba jóvenes, miles de jóvenes para luchar en el conflicto armado que se venía anunciando desde hacía varios años y que las clases dirigentes ignoraron y mal prepararon al país ante esa eventualidad.


Muchos sirvieron en la Marina, otros en la caballería y la gran mayoría como soldados infantes. Allí están los nombres de estos 54 Héroes de apellidos desconocidos, pero nunca olvidados porque fueron enterrados en sus pueblos y vi en el Mausoleo que muchas tumbas tenían flores frescas, seguramente de sus familiares o de gente patriota que se acuerda de ellos. Allí están las inscripciones de las lápidas: "combatiente en San Juan, Miraflores", "combatientes de Tarapacá", "combatiente en Huamachuco", "recuerdo de tu hija", "recuerdos de tus hijos", "de tu esposa", o esta otra: “te quiero abuelito".

Voluntarios del Batallón Concepción, Junín


Y así fue desapareciendo esa generación a la cual le debemos tanto. La historia de la guerras no es solamente la descripción de las batallas, o el Honor a los oficiales talentosos, valerosos, pero sobre todo es la historia de los soldados anónimos, que pusieron la fuerza del número, la fuerza de sus brazos, y la fuerza del valor para enfrentar al enemigo común.

Habían venido de Zaña, de Ferreñafe, Reque, Chiclayo, Lambayeque, Monsefú, Chongoyape, de las caletas de pescadores de Pimentel, San José, Santa Rosa, de las haciendas algodoneras y azucareras de Patapo, Pucalá, Tumán, Pomalca, Cayaltí, de los fundos de Mochumi, Illimo, Morrope, Olmos. Jóvenes de todos los rincones del departamento, fueron a la guerra como soldados y pelearon codo a codo con los soldados que venían de Arequipa, Cuzco, Abancay, Concepción, Jauja, y aunque hablaban idiomas distintos, el español y quechua, cuando murieron en combate lo hicieron como hermanos de un solo país y de una sola Bandera.


Los que sobrevivieron regresaron a sus sitios de origen, crecieron, trabajaron, formaron familias y lentamente fueron muriendo llevándose consigo la historia de los tiempos que les tocó vivir, en la cual fueron protagonistas directos y no espectadores.

Todos los peruanos debemos estar agradecidos de ellos. La guerra no fue ganada por mi país, pero eso no quita en lo más mínimo el respeto y cariño para todos los que participaron en la primera fila del peligro. Ellos fueron en el tiempo de agresión los más ciertos en horas inciertas.


Me puse a pensar que NO hay una cultura de agradecimiento para los que han dado todo por nuestra Patria. No solamente en el terreno militar sino en todos los ámbitos de la vida del país. Pero es más evidente en los soldados, porque es cuestión de vida y muerte. ¿Y qué es lo más preciado en la vida de un ser humano si no es la vida misma? No hay que esperar a que estén muertos para darles las Gracias. Tenemos Héroes viviendo y conviviendo con nosotros en estos momentos que escribo.

Y digo que no hay agradecimiento porque estuve revisando mis escritos y encontré una carta que envié al Director del Diario La República. Eran los últimos meses del Gobierno de Alberto Fujimori. Allí decía:

"Sr. Director del Diario la Republica:
He leído en su edición del 29 de Agosto la noticia que centenares de ex combatientes del Alto Cenepa han venido a Lima desde distintos puntos del país para exigir que se aprueben tres Proyectos de Ley que favorecerían a cerca de mil veteranos de guerra.

Invoco a los miembros del Congreso de todas las ramas políticas a que aceleren este Proyecto y lo hagan realidad: el de proveerles del Seguro Social, el ingreso libre a las Universidades o Institutos Técnicos del Estado y una indemnización no menor de una unidad impositiva tributaria. Es lo menos que podemos ofrecerles en agradecimiento a nuestros Héroes soldados que respondieron al llamado de la Patria en el último conflicto armado fronterizo. Muchos no volvieron: ¡NO LOS OLVIDEMOS! y los que volvieron necesitan un mínimo reconocimiento de nuestra Nación agradecida..."


¿Sabe como acabó esa manifestación pacífica de los veteranos de guerra del Cenepa, muchos de ellos en silla de ruedas y muletas, frente a Palacio de Gobierno?


La policía los atacó con palos y bombas. Por la TV vi como los Héroes eran golpeados en el suelo, vi a los veteranos tratando de proteger a sus compañeros inválidos. Ese día más de un peruano habrá llorado de rabia, indignación e impotencia. En noviembre de ese mismo año, ese Presidente huía del país.


Estuve conversando con directivos de la Asociación de Clases y Soldados Discapacitados del Ejército Peruano (A.C.S.D.E.P.) y me contaron que en el año de 1982 todos los soldados que han quedado heridos de guerra, sin piernas, brazos y sabiendo que no podían esperar nada de la Nación, juntaron su platita y compraron una casa antigua en Breña (Jr. Restauración 500- Telf. 423-3000) donde han dispuesto de cuartos para que los soldados discapacitados que vengan de las provincias del país tengan un techo que los acoja. Como me decían: "la mayoría somos provincianos".

Hace pocos meses en el programa de TV que dirige María Rosa Palacios se hizo un reportaje de la situación de los soldados que habitan en el hace poco llamado Cuartel de los Inválidos (Paseo de la República 874-Santa Beatriz, Telf. 433-2066). Ud. saque sus propias conclusiones.

En setiembre del 2007, en una ceremonia en la Plaza de la Bandera, que realizan todos los años los ex alumnos que viven en Lima, del Colegio Nacional San José de Chiclayo, había una delegación de esta Asociación de soldados Discapacitados. Fue un honor desfilar junto a ellos.



Actualmente hay un combate armado y frontal contra un enemigo internacional equipado con armamento sofisticado y moderno que se ha enraizado en zonas extensas de nuestro territorio nacional específicamente en los Valles de los ríos Apurímac y Ene (VRAE). Lea Ud. los nombres y apellidos de los soldados y policías que mueren en emboscadas y enfrentamientos defendiendo al país del flagelo del vicio que es el narcotráfico y no encontrará ningún apellido de los que más gozan de fortuna y privilegios en el país. Como siempre, son los mismos apellidos de gente sencilla, los mismos que combatieron en la Guerra del Pacifico, los mismos que defienden las fronteras y que ahora están luchando por todos nosotros, por ti, por mí, por nuestras futuras generaciones. Estos son Los Héroes Anónimos de nuestra Patria. Los que no tienen nada y lo dan todo.


La cultura de indiferencia se combate con nuevos hábitos de conciencia. Que tal si en estas Navidades nos acercamos al Cuartel de Soldados Inválidos o al local de la Asociación de clases y soldados discapacitados y les llevamos regalos, sencillos regalos. Que tal si la extensa colonia peruana que vive en países distantes mandan una tarjeta, una simple tarjeta por Navidad tan solo para decirles: GRACIAS. MUCHAS GRACIAS.

El músico en el Mausoleo a los Héroes Lambayecanos cantó solo dos canciones, la estrofa del" Somos Libres, seámoselo Siempre" de nuestro himno Nacional y después. haciendo una reverencia a los Héroes, les cantó esta canción que se las dedico a todos nuestros Héroes del pasado y del Presente.


http://www.youtube.com/watch?v=Zp17aIezX4s



Canción “Amigo”

Tú eres mi hermano del alma realmente el amigo.
Que en todo camino y jornada estás siempre conmigo.
Aunque eres un hombre aun tienes alma de niño.
Aquel que me da su amistad, su respeto y cariño.
Recuerdo que juntos pasamos muy duros momentos.
Y tú no cambiaste por fuertes que fueran los vientos.
Es tu corazón una casa de puertas abiertas.
Tu eres realmente el mas cierto en horas inciertas

En ciertos momentos difíciles que hay en la vida.
Buscamos a quien nos ayude a encontrar la salida.
Y aquella palabra de fuerza y de fe que me has dado.
Me da la certeza que siempre estuviste a mi lado.
Tú eres mi amigo del alma en toda jornada.
Sonrisa y abrazo festivo a cada llegada.
Me dices verdades tan grandes con frases abiertas.
Tu eres realmente el mas cierto de horas inciertas.

No preciso ni decir, todo esto que te digo.
Pero es bueno así sentir que eres tú mi gran amigo.
No preciso ni decir, todo esto que te digo.
Pero es bueno así sentir que yo tengo un gran amigo.
No preciso ni decir, todo eso que te digo.
Pero es bueno así sentir que eres tú mi gran amigo.
No preciso ni decir, todo eso que te digo.
Pero es bueno así sentir que yo tengo un gran amigo