Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Ha sido claro y contundente el secretario general de la ONU, el coreano Ban Ki- moon, al expresar su firme condena a la ocupación israelí de los territorios palestinos de Cisjordania.
No ha dejado para las calendas griegas el verdadero problema entre ambos pueblos: territorios. Luego de la Guerra de los Seis Días, en 1967, en que Israel invade sorpresivamente los países árabes -ocupa todo el Sinaí-, se produce una nueva estructura geopolítica en la región.
La ocupación significó la expulsión de los árabes que cruzando fronteras revelaron el triste fenómeno de los refugiados al cual el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, creado en 1950, había comenzado a atender por los desplazamientos producidos luego de la Segunda Guerra Mundial. Junto a este suceso, la misma ocupación judía originó el surgimiento de los asentamientos de colonos judíos. Israel y Palestina no cuentan con fronteras reconocidas mutuamente y ese sí que es un enorme problema central.
Toda la negociación que puedan emprender ambas partes debe centrarse en los territorios de lo contrario será un completo fracaso. Esa es la razón por la que Ban Ki-moon ha insistido en que la única solución al conflicto entre israelíes y palestinos debe pasar por "un horizonte político que termine a casi medio siglo de ocupación" y dé pie a un "Estado de Palestina coexistiendo con Israel en paz y seguridad".
La ONU ha emitido sucesivas resoluciones en ese sentido y el secretario general de la ONU sabe que no puede ir a contracorriente de la voluntad internacional que abrumadoramente se ha alineado con el reconocimiento de Palestina como estado pleno. Los palestinos han dicho que todas sus energías negociadoras están concentradas en esa aspiración. Los israelíes también.
Mucha disposición y buena fe de ambas partes es lo que se necesita.
Correo, 14.10.2014