Falsos defensores del Perú
“Chile continúa armamentismo; compremos armas”
De tiempo en tiempo los medios de comunicación “alertan” —según ellos— sobre la “alarmante” y exagerada adquisición de armas que realiza Chile. Entonces salen políticos, periodistas, diplomáticos, militares en retiro, etc., que confirman la situación de peligro y recomiendan o exhortan a tomar las medidas correspondientes, de las cuales la principal (o única para ellos) es la compra de armamento.
Esta conducta parecería correcta y lógica —considerando que Chile amenaza invadirnos, robar más territorios y asesinar peruanos— si no fuese por dos graves defectos:
1) Es reactiva. Solamente se habla de esto hasta que las aguas se calmen y entonces todo vuelve a su lugar, lo que significa dejar que el enemigo chileno siga ampliando su ventaja en armamento para que invada con éxito nuestro país y mate miles de peruanos.
2) Protege intereses de Chile. Poner énfasis solamente en la compra de armamento refleja una grave ceguera o traición a la patria. No podemos enfrentar a un enemigo peligroso como Chile cuando por acción corrupta de Alberto Fujimori se le ha abierto las puertas del Perú para que entren grandes inversiones y capitales chilenos que cumplen la doble función de tener hegemonía económica en el Perú y consolidar una red de espionaje1 que garantice a Chile que podrá asesinar peruanos con toda precisión, a partir de la información reunida por el espionaje.
Naturaleza del problema. Las relaciones Perú-Chile se desarrollan en un marco de amenazas y dominación por parte de Chile. Mediante la corrupción de Alberto Fujimori pudieron los chilenos meterse más en el Perú y desarrollar su plan de espionaje y dominación que había empezado en la década de 1970, de la que debemos recordar siempre el incidente del barco Beagle, que en diciembre de 1978 llegó al puerto de Talara con infantes de marina chilenos, que demostraron tener control de la situación y buenos contactos con los marinos peruanos, al salir libres como si nada hubiese pasado (lo razonable era fusilarlos por basuras).
Debemos entender que la situación que enfrentamos con Chile no debe reducirse al aspecto del armamento y demás equipo militar; existe también otra parte —la más importante— que es el aspecto económico: tolerando la presencia del ladrón en casa —empresas chilenas, tierras agrícolas peruanas en manos de chilenos2, aerolínea LAN con su espionaje3, etc.— le damos todas las ventajas —hegemonía económica y licencia para el espionaje— y, por tanto, resulta superfluo e hipócrita anunciar que se va a comprar armas, olvidando que la doctrina geopolítica de los asesinos chilenos establece que allí donde están sus inversiones, está la fuerza armada que mata a quien se les oponga en su dominio económico. ¿De qué nos quejamos? Dejamos que múltiples ratas de Troya chilenas se instalen en el Perú y después nos asombramos de que Chile se crea con derechos de dominar el Perú militarmente.
En nuestra peligrosa relación con Chile lo económico —inversiones chilenas en el Perú, capitales, empresas chilenas, LAN— y lo militar son dos caras de la misma moneda; no ocurre lo uno sin lo otro. Cuando se llega a este punto, incluso el más belicista de los que declaran sobre el tema saca de su libreta de apuntes el argumento de las “cuerdas separadas” y dice: “Ah, lo de las inversiones chilenas en el Perú es otra cosa; es un asunto diferente, es político”. ¡Por supuesto que eso —la hegemonía chilena en el Perú— es algo político, como lo es también el armamentismo chileno y la consiguiente amenaza de agresión al Perú!
Pero militares en actividad y en retiro, y también empresarios que van a cursos especiales, saben que lo económico y militar se dan juntos, que en la realidad no hay tal cosa como las cuerdas separadas. Tanto es así, que a finales de su campaña electoral y cuando era presidente electo, Ollanta Humala manifestó que la política de cuerdas separadas era insostenible. Sorprendentemente, los chilenos dijeron que era así. Claro, fue así porque una cosa es hablar y otra hacer: los chilenos sabían que pese a declararse contra la política de cuerdas separadas, Ollanta Humala iba a mantenerla —como ha sucedido en la práctica—, con toda lealtad a Chile.
De las enseñanzas del estratega alemán Carl von Clausewitz se cita con frecuencia la expresión “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, que es una forma simplificada de "La guerra es una pura y simple continuación de la política, sujeta a la inclusión de otros medios"4. Sea como fuere, se entiende con claridad que todo es política. Si la actitud política de un país hacia otro es buena y positiva, habrá buenas y leales relaciones; de lo contrario, de no ser positiva la actitud política de un país hacia otro, habrá afán de dominación y, consecuentemente, guerra.
Y eso es lo que tenemos con Chile; no hay que engañarse. Chile se guía por su afán de dominar al Perú y empieza por lo económico —inversiones, tierras agrícolas, LAN— para llegar a lo militar: en este momento, con la complacencia de los militares, Chile tiene control del triángulo de 36 000 m2 de Tacna2 y 37 000 km2 de mar territorial5, lo cual nos ha obligado a recurrir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. La situación es grave, por la negligencia o traición de políticos y militares (Ejército y Marina). El Perú no debe esperar que La Haya diga algo para que recién se reconozcan nuestros derechos.
Dejando de lado entreguismos y capitulaciones, el Ejército y la Marina del Perú deben retomar ya el control del triángulo de tierra de Tacna y del mar territorial peruano que usurpa Chile; no hacerlo proporciona al enemigo chileno el argumento de que el Perú consiente la presencia chilena en territorio peruano, y “la costumbre es ley”. Nadie pide que los militares peruanos crucen la línea establecida en el tratado de 1929; lo que se necesita es que hagan respetar esa línea. Si esta presencia reivindicativa de territorio no la hacen los militares, ¿quién la va a hacer?, ¿un comité de damas?
Acciones. Entendiendo este caso en su integridad, es necesario actuar de manera efectiva, no limitándose únicamente a la adquisición de armamento —que, además, no ocurre o se da en escala insignificante—, sino también a las acciones principales. En consecuencia, hay que adquirir armamentos, pero para que la adquisición tenga sentido y no sea traición a la patria, se complementa con lo siguiente:
1) Limitar y, finalmente, retirar del Perú todas las inversiones chilenas, declarando expresamente que son peligro para la seguridad nacional (¡no necesitamos tener buenos modales con el enemigo!). Sugerir a los empresarios peruanos aliados de Chile que retiren las empresas y negocios que tienen en ese país (o permanecerán allí por su cuenta y riesgo).
2) Expropiar las tierras agrícolas que ciudadanos chilenos, con el apoyo de su gobierno, han comprado en el Perú con la finalidad de que sirvan de bases de apoyo6 para los grupos de fuerzas especiales chilenas ya preparadas para invadir al Perú.
3) Dejar sin efecto el corrupto y traidor convenio de “cielos abiertos” que permite a Chile tener hegemonía en cielos peruanos y realizar comprobado espionaje.
4) En cumplimiento de promesas electorales, el gobierno debe suspender completamente la exportación del gas peruano y la refinación de petróleo peruano en Chile (que viene acá ya como gasolina en los grifos Primax). Somos demasiado vulnerables en petróleo y gas7, esto debe cambiar urgentemente.
5) Para privatizar o efectuar concesiones u otro tipo de contratos, hacer concursos y licitaciones por invitación específica a empresas y países que no sean Chile. Esto es necesario porque si se hacen concursos de manera abierta, se cuelan las cucarachas chilenas. Hay que cerrar todas las rendijas.
6) Al adquirir armamento y equipo militar, comprar de cualquier país, menos de los EE. UU., que es enemigo del Perú8.
1 Ver Más inversiones chilenas en el Perú para espiarnos.
2 Ver Estado chileno adquiere más tierra en el Perú.
3 El 14 de mayo de 2006 la policía detuvo a Fidel Alberto Trinidad Zapata, trabajador de LAN, tomando fotos a instalaciones del grupo Aéreo N.o 6 de la FAP, con sede en Chiclayo.
4 En alemán "Der Krieg ist eine blosse Fortsetzung der Politik unter Einbeziehung anderer Mittel".
5 Ver De nacionalismos y transfuguismos.
6 Militares peruanos entrevistados, reiteradamente han explicado que dada la gran disparidad de armamento en fuerzas de tierra, aire y mar, la fuerza armada del Perú será desbaratada en un ataque militar chileno, por lo cual el Perú tendría que responder con fuerzas especiales y guerra de guerrillas. Los chilenos han previsto esto, y para que los militares y civiles armados defensores del Perú no tengan donde ir, han adquirido terrenos agrícolas, a los cuales en el momento oportuno llegarán las fuerzas especiales chilenas, que así cortarán la retirada de los guerrilleros peruanos (de origen militar o civil).
7 Ver En siete años el Perú sería importador de gas natural, Gas de Camisea: Para tener presente y frenar la corrupción y Gas: Chile cobra prepago.
8 Fue cómplice de Chile en la no realización por Chile del plebiscito que según el tratado de Ancón debía decidir el futuro de las provincias peruanas invadidas por los rateros chilenos. Además, los EE. UU. hicieron que el Perú, en situación de extrema debilidad militar, cediera a Colombia el Trapecio Amazónico, maniobra con la cual los EE. UU. compensaron a Colombia con territorio peruano por la secesión de Panamá, promovida por los yanquis para construir el canal.
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