Se necesita púas contra los ladrones del sur |
Traición al Perú. Poniendo por pretexto la posibilidad de desórdenes o provocaciones a sus adorados policías y soldados chilenos, el servil gobierno aprista de Alan García, a quien los chilenos han delegado la administración y gobierno del Perú, procedió a interrumpir la pacífica marcha de los ciudadanos peruanos que deseaban realizar un acto cívico en la zona de frontera, en suelo peruano. En verdad —y para empezar— ni el prochileno “gobierno” de los apristas ni los medios de prensa a sueldo de Chile desean reconocer algo elemental, básico: la gente está muy inquieta porque en realidad existe un problema no resuelto, que es el de la usurpación de suelo tacneño. ¿Se imaginan Alan García y los demás apristas sirvientes de Chile que los tacneños deben ser indiferentes a la mutilación de su territorio, que también es nuestro? Nada de esto les importa; su afán es servir a Chile y acceder a todas sus demandas, aunque para un peruano hacerlo signifique traición a la patria.
Rendir cuentas de la traición. Para mala suerte de los individuos que gobiernan el Perú por mandato chileno, que merecen la denominación de mandatarios chilenos2, los tacneños y los peruanos en general somos inteligentes y dignos, no nos puede engañar ningún grupo de sinvergüenzas, ningún corrupto puede contarnos cuentos. Los hechos ocurridos en Tacna ponen en primer plano los siguientes asuntos, sobre los cuales deberán rendir cuentas los delegados o mandatarios de Chile llamados “gobierno Peruano”:
1) Soberanía. El estado peruano, sin haber sufrido alguna nueva derrota militar, renuncia a ejercer la soberanía que le corresponde a partir de la línea de frontera definida en el tratado de 1929, línea que empieza en la orilla del mar, en el punto Concordia, y termina en el altiplano. No se trata de un área que haya quedado pendiente de demarcación, sobre cuya extensión o dominio pueda haber interpretaciones diferentes por parte de cada país; no, toda la frontera terrestre entre Perú y Chile ya está definida por el tratado de 1929. Sucede simplemente que Chile —de modo unilateral y habiendo puesto a su gente aprista a gobernar el Perú— se niega a reconocer la existencia del punto Concordia y traza otra línea (no incluida en ningún tratado) que le posibilita al mismo tiempo robarnos parte del suelo tacneño y arrebatarnos más mar territorial. Consecuentes con su condición de delegados de Chile, los seudogobernantes peruanos como fieles sirvientes dicen “chi cheñó” y acatan enardecidamente la voluntad de su mandante sureño. Envalentonados por las órdenes de sus patrones chilenos reparten palo a diestra y siniestra a cuanto tacneño o peruano cometa el delito de desear tener un territorio completo.
2) Las minas. Diversos medios de comunicación informaban de la existencia de minas en la zona de nuestro territorio que iba a ser visitada por los patriotas tacneños. Lo que no se sabía es quién las había plantado3. Ahora las cosas están más claras: las han puesto los chilenos y lo manifiestan abiertamente, como quien dice “Pongo minas en tu territorio y qué va a pasar”. Así, una nota de la agencia EFE de fecha 3 del presente trae unas declaraciones clarísimas: “El ministro chileno del Interior, Belisario Velasco, advirtió que la marcha que sectores nacionalistas peruanos pretenden realizar el miércoles en la frontera entre ambos países ‘es bastante peligrosa’, por la presencia de minas antipersonales en la zona.” Como el mencionado ministro sabía que los peruanos iban a caminar en territorio peruano (el itinerario no era secreto) se adelantó con la advertencia, porque es de su conocimiento que el ejército de su país ha minado el territorio peruano usurpado. Pregunta inocente: ¿los mandatarios chilenos instalados en el Palacio de Gobierno de Lima denunciarán en la ONU el delito internacional cometido por su patrón Chile al usurpar suelo tacneño y sembrarlo de minas?
4) Planteamiento. Las fronteras entre países adquieren diversas formas o aspectos según la relación de amistad o recelo que exista entre los estados colindantes. En condiciones normales, la línea de frontera se marca mediante hitos que se erige cada cierto trecho; así los países limítrofes viven en paz. En otros casos, cuando un país percibe peligro de parte del vecino, levanta cercas o pone alambre de púas, como ocurre en la frontera entre Israel y Líbano o entre Corea del Norte y Corea del Sur. Si por hechos históricos y sucesos actuales está completamente demostrado que Chile es un país que delinque violando el Derecho Internacional, especializado en robar territorio de sus vecinos (Argentina, Bolivia y Perú), ¿por qué en el lado peruano y sin traspasar la frontera del tratado de 1929 no se pone de una vez una cerca de alambre de púas, al menos desde el punto Concordia hasta el Hito 1? ¿Acaso no rodeamos nuestras casas con rejas cuando hay rateros en el barrio?