Si algo tiene la ciudadanía que aprender es a pensar sus criterios respecto de cuanto ocurre. Mirar con observación crítica y no dar por hecho que si está publicado, en la radio o televisión, entonces “es cierto”. Allí comienza la domesticación de un pueblo.
El fatalismo de la vida peruana se acentúa desde los medios de comunicación cuando se “borreguiza” el mensaje y se da por cierto lo que son abominables y aberrantes prácticas que una conciencia acrítica, profundamente enraizada en el espíritu nacional, no cuestiona, toma como parte de su medio ambiente y asimila con la consabida sentencia infeliz: “así son las cosas”.
Se lee que algunos pobres diablos ganan el equivalente de US$ 10 mil o más, en el actual gobierno y antiguas administraciones y emerge automáticamente la pseudo justificación: ¿debería cobrar menos? No se dice que es el mal utilizado dinero del pueblo.
Se anuncia con bombos y platillos que el próximo Establo parlamentario será peor que el actual pero no se inquiere por las tropas de asesores, las bandadas de secretarias y brigadas de conserjes que cobran por hacer muy poco o porque integran la cohorte de mantenidos por la ubre estatal y que hacen “estudios de imagen, propuestas”, etc. como si lo podrido pudiera oler bien alguna vez.
De repente, como decía Manuel González Prada, lo más sensato que pudiera hacer el Establo ¡es el análisis, inmediato, categórico y definitivo de su propia cerrazón y clausura por los tiempos de los tiempos!
Las universidades, sobre todo las particulares, preparan profesionales-soldados de la empresa privada. No hay grandes gerentes con visión nacional o nacionalista, privilegiadores de la industria peruana, sus proyecciones, su valor agregado o el desarrollo en los próximos 100 años de acuerdo a un gigantesco proyecto-país que tenga en ellos a los vectores fundamentales de esa construcción.
¿Para qué queremos “brillantes” turiferarios de las firmas transnacionales? ¿No será que el diseño de la universidad-materia prima para los dólares foráneos colisiona directamente con el ágora creadora de líderes forjadores de una nación?
Una conciencia nacional colectiva es requisito histórico indispensable para una dinámica social ágil, limpia, sensata, capaz de construir un Estado nacional con perspectivas.
No muchos lustros atrás, a una cáfila de descastados, se le ocurrió que la historia de la guerra con Chile (1879-1883) debía ser reescrita. ¡Claro, el propósito era suavizar, matizar, difuminar, el paso de la pezuña bestial del invasor, con su larga e interminable lista de tropelías y abusos con un país vencido, para edulcorar y justificar la invasión actual globalizante que privilegia asimetrías culturales, raciales y ¡sobre todo! económicas.
Con una mentalidad acrítica, de colonos mentales, el futuro está aherrojado a los sirvientes de cualquier país que tenga un relativo mayor desarrollo. Y aquí no hay jingoísmos o xenofobias, simple y llanamente, la constatación de una cobardía que siempre pretende oropeles intelectuales y coberturas mediáticas, muy fáciles, por cierto.
En Perú hay que aprender a pensar. No sólo eso. A pensar con criterio ferozmente crítico. Si la nación está en flecos y con unas desigualdades protervas es porque el diseño de su desarrollo está mal y sólo protege a minorías insolentes que no entienden que un país desarmado de cultura, de armas disuasivas, carente de una política externa agresiva e inteligente, no es una garantía de paz. Un país desarmado, es una presa apetecible.
Creemos en la paz que cuida límites y que privilegia al ciudadano peruano. ¿Equivale eso a idiotizar en el olvido punible de la historia, de cuanto ocurrió, cómo fue y de qué modo Perú debió entrar en liza y pelear por su independencia y que hoy debe hacer lo mismo pero con las armas modernas de la tecnología, una educación integral y un civismo crítico acrisolado?
Recordemos, fue un 5 de abril de 1879 que Chile declaró la guerra al Perú. ¿Y cómo quedó el país luego de esa invasión que se prolongó hasta 1883 y con la “ratificación” de esa paz con tropas sureñas aún en Perú?
Quien o quienes pretendan el olvido, so pretexto de “pacifismos” que más parecen complicidades, la gran amnesia nacional ¡tienen que explicar qué se traen entre manos y por causa de qué están en estos despropósitos!
La conciencia crítica está al alcance de todos. Basta con ver diarios, oír noticieros radiales o televisivos. Cuanto allí se dice contiene un estilo apocalíptico y de caballazo.
Muchos de nuestros legisladores no hablan siquiera castellano entendible, menos inglés. El burócrata mañoso y proditor, sabe cómo entrampar las negociaciones y abre el dique cuando sus intereses son “tomados en cuenta”.
06.04.2024
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Señal de Alerta
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