Autor: Andrei Smirnov
El escudo antimisiles de los EE. UU. difícilmente alcanzará, en cercana perspectiva, una potencia suficiente como para resistir un golpe de respuesta por parte de la fuerza nuclear rusa, opinan investigadores del Instituto de EE. UU. y Canadá de la Academia de Ciencias de Rusia, de acuerdo a su reciente informe publicado con motivo del décimo aniversario de la salida de Washington del Tratado ABM (Misíles Anibalísticos).
Desde la época de la “guerra fría”, la existencia de un equilibrio militar estratégico se ha ido asociando no sólo con los misiles y armas nucleares, sino también con los medios de defensa antimisiles. El Tratado ABM, firmado entre la Unión Soviética y EE. UU. en 1972, era una piedra angular de la estabilidad estratégica global. De acuerdo al mismo, Moscú y Washington se comprometían a limitar sustancialmente sus sistemas de defensa contra misiles estratégicos para mantenerse mutuamente vulnerables ante un eventual ataque con misiles nucleares. Este concepto garantizaba el carácter inevitable de un golpe nuclear de respuesta a un potencial agresor y abría camino a las negociaciones sobre reducción de armas estratégicas ofensivas. La restricción suponía la existencia de sólo cien inerceptores y una región con sus bases de emplazamiento.
En junio de 2002, la administración de George Walker Bush decidió quitarse de encima el compromiso limitador y abandonó unilateralmetne el Tratado ABM. Desde entonces, la defensa antimisiles es uno de los temas centrales de las relaciones ruso-estadounidenses y la política mundial en su conjunto.
Washington explica que de esta manera busca protegerse de las amenazas procedentes de países como Irán o Corea del Norte. Pero los autores del informe señalan que los estadounidenses parten en sus evaluaciones del peor escenario posible, que es prácticamente hipotético. Un riesgo de ínfima probabilidad es interpretado por ellos como una amenaza directa e inmediata. Rusia, obviamente, se siente preocupada ante el despliegue de antimisiles estadounidenses en Europa (Rumania y posiblemente también Polonia), una estación de seguimiento en Turquía y buques con interceptores Aegis en los mares del Norte, que muy poco tienen que ver con las explicaciones que ofrece Wahington. En el hipotético caso de que Irán pretenda atacar a Los Ángeles, sus misiles difícilmente volarían sobre Noruega.
En realidad, a Rusia le tiene más preocupada la actitud de Washington que la amenaza real asociada con el escudo antimisiles, dice nuestro experto militar, el general coronel, el general coronel Víctor Yesin:
Al analizar los trabajos que desarrollan los estadounidenses para implementar su escudo antimisiles global, queda claro que las dificultades a que se enfrentan sus investigadores son enormes. Para el año 2020 el sistema apenas tendrá muy limitadas capacidades para interceptar misiles balísticos intercontinentales y misiles con base en submarinos. No debemos sobrestimar las posiblidades que tiene EE. UU. para desvirtuar el potencial nuclear ruso.
Al mismo tiempo, el desarrollo de sistemas de defensa antimisiles no es un juego de niños inocentes. Estratégicamente, diez años es un período bastante corto. Para evitar una posible ruptura del equilibrio estratégico, Moscú ya está modernizando su fuerza nuclear. Pero la persistencia con que Washington promueve este sistema es un motivo de reflexión, señala el director del Centro de Estudios Políticos, Vladímir Yevséev:
En caso de un golpe nuclear preventivo por parte de Rusia, no lo podría neutralizar ningún escudo antimisiles. Esto es obvio. Pero si Rusia es objeto del primer golpe nuclear y, a raíz del mismo, queda con una parte limitada de su potencial estratégico, surge la ilusión de impunidad: alguien puede pensar que, al atacar primero a Rusia, podrá contrarrestar su golpe de respuesta mediante un escudo antimisiles.
El escudo antimisiles es una prioridad para el Partido Repúblicano de EE. UU. En caso de su triunfo electoral en 2012, los gastos en la defensa antimisiles pueden aumentar. Los expertos no descartan que la administración republicana abandone también el Tratato START (Armas Estratégicas Ofensivas). Pero, si gana el Partido Democrático de Barack Obama, EE. UU. puede mostrar cierta flexibilidad en sus negociaciones con Rusia sobre este asunto.
Fuente: La Voz de Rusia, 13-06-2012