Tras emplear la violencia para interrumpir abruptamente el comercio mayorista en La Parada, sin planificar la reubicación de los trabajadores que dependen de esta actividad, la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, humilla a los más de dos mil personas que se quedaron sin trabajo convirtiéndolos en mendigos.
Los más perjudicados son los carretilleros, estibadores y ambulantes, pues son personas muy pobres, porque los comerciantes mayoristas tienen una mejor situación económica.
Mientras ayer impedía el ingreso de carretilleros y estibadores al mercado de Santa Anita (ver Santa Anita: más ineptitud, no hay carretilleros), pese que los comerciantes demandaban su presencia para movilizar sus mercaderías, se mantuvo a estas personas haciendo cola desde la noche del domingo hasta el día siguiente, negándoseles la posibilidad de trabajar.
Ahora Villarán convierte en mendigos a personas acostumbradas a vivir de su trabajo, pues solicitó la entrega de alimentos para los afectados de La Parada, lo cual fue aprobado por el Ejecutivo, a través del Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa) que entregará los alimentos.
Vemos así una vez más la perversidad de las acciones de la alcaldesa de Lima, pues tras perjudicar gravemente a estas personas, mella su dignidad al obligarlos a recibir migajas y vivir de la caridad estatal, con lo cual pretende engañar con una imagen de compasiva, pues de ello nada tiene.
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