Por Herbert Mujica Rojas
El dicharrachero e incontinente general EP Edwin Donayre, jefe principal de la Fuerza Armada, afirmó ayer que buscará el apadrinamiento del empresariado para las bases contrasubversivas. ¡Ni Wagner, el ministro de Defensa que escuchó sobre defensa el día que asumió el cargo, sería tan aventurero! ¿Qué ONG o quién o quiénes le soplaron tan desventurada idea al general mencionado?
¿Se imaginan qué ocurriría si San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los banqueros, “apadrina” alguna base contrasubversiva? ¿el gato ¡qué gato, digo tigre!, de despensero? ¿y qué tal si Minera Yanacocha, Majaz y otras, hacen lo propio? ¿no estarían comprándose un servicio fidelizado, particular y militar letal para la defensa de sus intereses? ¿lucha contrasubversiva? ¡Bah! En política, en negocios y tampoco en esta clase de intríngulis hay casualidades.
¿Habrán sido los empresaurios nacionales, siempre tan fértiles en NO producir ideas, sino hábiles tan sólo en llorar por apoyo estatal, coimas institucionales, licitaciones con nombre propio o contratos con estabilidad jurídica para ganar en cinco años lo que a otros toma 20, los fautores de semejante adefesio expresado por el general Donayre? ¿La economía de mercado nos ha hecho llegar a la subasta de bases contrasubversivas al compás de la jaculatoria, quién da más? ¿será con martillo y sobres con dólares y a mano alzada, la faena?
Digamos que, sin exacerbar la habitual pereza intelectual de los empresaurios, sean otros los inventores de la peregrina conjetura de Donayre. ¿Qué ONGs o integrantes de éstas, que es lo mismo en estos clásicos exaccionadores de cualquier ubre que dé dólares, le “internalizó” el esperpento a nuestro comandante de las FFAA? ¿O hay un consorcio de unos y otros? ¡Qué desmadre!
La lucha contrasubversiva tiene un lado militar, fundamental y heroico. Hay que prestar todo el apoyo irrestricto en el marco de una ley que respete a los vencidos y los juzgue con estricto apego categórico a los derechos humanos. El pueblo peruano tiene que pulverizar a los violentistas de cualquier signo o especie ideológica.
Entre esos también están los que dotan de “ideas” o “insumos” al status quo subversivo. Por tanto la lucha cultural, de principios democráticos tiene que ser integral y comenzar en el hogar, en el colegio, en la universidad y en el centro de trabajo.
Es hora de definiciones y no de payasadas. ¿Qué se dice en el Establo? A muchos peruanos pareciera ganar la idea que el terrorismo violentista –y también existe el de bufete burocrático y judicial- ha desaparecido. ¡Nada más falso! La desorientación del general Donayre así lo indica porque discurre por avenidas que no son las suyas para zamparse por arte de birlibirloque en fangos que no hacen ningún bien a los peruanos con uniforme.
Privatizar las bases contrasubversivas es, nada más y nada menos, que dar patente de corsos para que los empresaurios y sus bandas de abogángsteres, cabilderos en losministerios, asalariados en la burocracia estatal, infiltrados en el gobierno y el gabinete, den por hecho que van a tener respaldo militar para la comisión de sus barbaridades. Es decir lo que en aviación civil se llama round trip (vuelta completa): negocios y apoyo de la fuerza. Si hay banqueros que enviaban avionetas para compilar y apilar dólares del narcotráfico y pagaban coimas millonarias, fácilmente, trocarían esas prácticas, les bastaría con apadrinar, como dice el general Donayre, bases contrasubversivas. Y si antes no había justicia cuando la bala era de un fusil militar, hoy habría la certificación de los privatizadores que cualquier desmán se haría en nombre de la lucha contrasubversiva. Con ese criterio, 28 millones de peruanos podrían ¡mañana mismo! ser declarados subversivos. Las bases militares en manos de empresaurios equivaldría a monos con metralleta ¡y tanques! ¡Pamplinas!
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