Por Herbert Mujica Rojas
No entiendo, o, mejor dicho, sí lo hago pero debo contemplar piadosamente, la algarabía de múltiples autoridades que se solazan y celebran como si fuera un acto de supremo heroísmo que Chile devuelva los libros que se robó durante la guerra entre 1879-1883. Retornar lo que no es suyo, es un acto de vergüenza y reivindicación actual de un pasado que retrata a salvajes que confundieron textos, laboratorios científicos, estudios e instalaciones con botín de guerra. ¡Hay que ser profundamente descastado para celebrar con júbilo lo que es un acto de contrición del país del sur con respecto al nuestro!
Muy interesante el gesto de los del sur. Pregunto: ¿es cierto, como se maneja en las esferas militares y diplomáticas, que el triángulo que se forma desde el Hito 1 a orilla del mar, mañosa -¡cuándo no!- especie oficial del Estado chileno que pretende fijar desde allí la frontera con Perú, ha sido minada hasta Concordia, donde sí comienza el límite terrestre?
El artículo segundo del Tratado del 3 de junio de 1929 y su inseparable Protocolo dice lo siguiente: “El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes. Tacna para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas dos partes y, en consecuencia, la frontera entre los territorios del Perú y de Chile, partirá de un punto de la costa que se denominará Concordia, distante diez kilómetros al norte del puente del Río Lluta, para seguir al oriente paralela a la vía de la sección chilena del ferrocarril de Arica a La Paz y distante diez kilómetros de ella, con las inflexiones necesarias para utilizar, en la demarcación los accidentes geográficos cercanos que permitan dejar en territorio chileno las azufreras del Tacora y sus dependencias, pasando luego por el Perú y la otra en Chile… .”
Como se sabe, un grupo de legisladores -si se pusieran los pantalones, debía ser una comisión multipartidaria, acompañada masivamente del pueblo de Tacna y de todos los peruanos que quieran llegar- estará en Concordia el próximo 5 de abril. Los infelices y quintacolumnas han hablado de provocación, pero ese lenguaje claudicante sólo traduce un complejo de inferioridad, casi nunca gratis y sí siempre muy bien pagado. ¿Qué provocación puede haber cuando los peruanos caminan sobre su territorio libre y soberano como lo dice el Tratado de 1929?
Cualquier suspicaz podría encontrar una sintonía aviesa entre la devolución de libros robados en saqueos indescriptibles por las tropas chilenas de ocupación en Perú, con un presunto minado ―de comprobarse, una clara violación criminal del Tratado de 1929― de la zona que cubre aproximadamente 16 mil metros cuadrados. ¿Quién responde por semejante barbaridad? Entonces ¡las cosas claras y el chocolate espeso!
Por otro lado, la miopía de ciertos diplomáticos habría procurado, en pasado reciente, incluir ante La Haya ¡precisamente! este tema del triángulo invadido por Chile, asunto que habría motivado una enérgica movilización en el sentido revelado por el actual ministro Rafael Rey, entonces, durante el gobierno de Alejandro Toledo, parlamentario. Si hay un asunto de límites, éste demanda un tratamiento distinto, diferente y divorciado, por completo, de todo aquello que es delimitación marítima, tema en que Perú debiera tener una población informada y plena en conocimientos de qué pretende lograr con respaldo popular, desde abajo y nacional, cuanto que nacionalista, del pueblo peruano. Y no como sucede ahora cuando eternamente muerto canciller José García Belaunde se contorsiona en muecas y gestos, todos insuficientes por su mediocre desempeño en el intríngulis.
¡Es hora de aclarar temas! ¿Ha minado el gobierno del sur el triángulo que se formadesde el Hito 1 y van a poner en peligro la vida de cualquier ciudadano que se adentre en la zona? Perú o ningún peruano necesitan pedir permiso para caminar sobre su territorio. ¡A ponerse los pantalones y a exigir el cumplimiento estricto del Tratado de 1929!
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