¿Quién protege los derechos de la niñez?

Hoy se cumplen 22 años de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), el tratado de derechos humanos que más ratificaciones y celeridad en su aprobación ha recibido en la historia de la humanidad. Todos los países del planeta –excepto uno– aprobaron sus disposiciones, demostrando la universalidad de sus principios. Nuestro país fue uno de los primeros estados que la firmaron, ratificaron y pusieron en vigor. ¿Qué mejor día para preguntarnos qué estamos haciendo hoy –colectiva e individualmente– para proteger a la niñez?

La respuesta avergüenza, si observamos los atentados cotidianos perpetrados contra menores de edad: maltratos físicos y psicológicos, trata de menores, prostitución infantil, violaciones y crímenes atroces a manos de los propios progenitores.

Recordemos, por ejemplo, a Romina, víctima de un grupo de delincuentes que disparó contra su familia. La pequeña de 4 años quedó cuadripléjica y su caso es emblemático de la inseguridad ciudadana. ¡Y qué decir ante el caso de Pierina Cardoza, una niña de 9 años, torturada y muerta a manos de su propia madre, Isabel Mirella Tello Chanduví! La depravada le cosió hasta los labios, lo cual revela un grado de crueldad escalofriante. Y aquí las autoridades judiciales tienen mucho que explicar porque de modo reiterado negaron la patria potestad al padre “por no contar con medios económicos” y se la entregaron a la abuela materna, quien finalmente la puso en manos de la criminal.

Ni en la calle ni en el hogar los más pequeños están a salvo. Y ya tampoco en el colegio donde el ‘bullying’, o acoso escolar, sigue extendiéndose: los menores son agredidos, física o verbalmente, por sus pares hasta los límites brutales que llevan a las víctimas hasta al suicidio. ¿Qué hacen los maestros? ¿No se dan cuenta los padres, el resto de compañeros? ¿Y las autoridades?

El representante de Unicef en el Perú, Paul Martin, dice que “la privación del derecho a vivir en familia es una violación de derechos humanos, que trae inefablemente el incumplimiento de otros derechos… el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión”. Y seguridad, tendríamos que añadir.

Pero la realidad de la niñez peruana es triste. Según el Ministerio de Salud, el 6% de la población entre 6 y 17 años trabaja y no estudia; el 21% de la población entre 6 y 17 años trabaja y asiste a la escuela. Y si bien la tasa neta de matrícula aumentó, persisten desniveles entre las zonas urbanas y rurales, además de alta repitencia, deserción e incomprensión lectora.

En el caso de las víctimas de trata de personas, la mitad son adolescentes de entre 14 y 17 años. Y solo entre enero y abril de este año, se reportaron 1.122 casos de abuso sexual a niños, niñas y adolescentes.

La desnutrición crónica, asimismo, afecta a más del 20% de los niños menores de 5 años, mientras la anemia golpea al 56,8% de los menores de 3 años, sobre todo en las zonas rurales.

Ante este panorama no cabe la tolerancia y sí una acción concertada a favor de la infancia y en contra de quienes representan una amenaza contra su integridad (incluido un Poder Judicial capaz de albergar en su seno a jueces que favorecieron a un padre violador de sus tres hijas, una de ellas con síndrome de Down, por ser hermano de un colega).

Es responsabilidad del Estado Peruano y de la sociedad garantizar la integridad física y emocional de los más pequeños. Y alzar la voz frente a la vulneración de sus derechos, venga de quien venga.

El Comercio.