Mensaje en el Día Internacional Contra la Corrupción.

En el Día Internacional contra la Corrupción, que se celebra este 9 de diciembre, es pertinente que reflexionemos todos acerca de la necesidad de hacer frente a este flagelo que atenta contra el desarrollo de nuestro país y que afecta las bases del Estado de Derecho, no solamente por el desvío de ingentes recursos hacia fines particulares fuera de la ley, sino también por la desconfianza que genera en la población ante sus autoridades.

Es momento que tomemos conciencia que cumplimos un papel determinante en la noble tarea de luchar contra la corrupción desde todos los frentes. Por un lado, están las instituciones que tienen la responsabilidad funcional de prevenir, controlar, investigar y sancionar los actos de corrupción, sin embargo, es indispensable que los actores de la sociedad tomen la decisión de no formar parte de dichos actos y proteger la integridad de los recursos de los peruanos.
 
Proponemos que tanto las instituciones autónomas, como las del gobierno nacional y subnacional, desarrollen en el interior de las mismas, programas, acciones y estrategias para implementar el control interno como un sistema de autoprotección contra los actos de corrupción que pudieran afectar sus operaciones, y por ende de la modernización que debe formar parte de la política nacional en materia de gestión pública.
 
Los gremios empresariales, cámaras de comercio y empresas en general, deben seguir involucrándose decididamente en la lucha contra la corrupción, siguiendo los más altos estándares de integridad en los negocios a nivel mundial.  El Perú se inserta en los más importantes foros de cooperación económica, donde las buenas prácticas de rechazo a actos de corrupción en las transacciones con el Estado son un requisito indispensable para hacer negocios.
 
Nuestro sistema educativo debe incorporar, con carácter prioritario, el desarrollo de valores en nuestras nuevas generaciones, que formen ciudadanos proactivos y comprometidos con la gestión de sus autoridades e intolerantes a los actos de corrupción que afectan su entorno. Una sociedad moderna no es posible, entre otros aspectos, sin ciudadanos activos, constructivos e informados con respecto a lo que sus autoridades e instituciones hacen por su desarrollo y bienestar.
 
La lucha contra la corrupción requiere del apoyo de todos los sectores y de la participación de cada persona, todos somos importantes y nadie puede atribuirse la “propiedad” de la misma. El país y la comunidad internacional reclaman una acción eficaz ante este flagelo, el desarrollo y progreso de las próximas generaciones dependen de ello.