Con frecuencia vemos en la televisión imágenes de la captura de delincuentes que ante lo inevitable, ante el hecho de estar ya en manos de la policía, sueltan una frase muy común: “Perdí” o “Ya perdí”. A la mayoría se les nota entre preocupados y abatidos, y así desaparecen de la pantalla. Pero en el rostro de algunos, al retirarse cabizbajos, se nota cierta tranquilidad, un extraño brillo en los ojos e incluso un esbozo de sonrisa. A más de intentar escudriñar en los recovecos del alma humana, vale intentar una explicación de esta contradictoria actitud. Tratando de entender la cosa, se sabe que el ladrón o secuestrador, durante su detención previa a la presentación ante cámaras y en el momento mismo de ser enfocados, va pensando en el futuro: cuántos años de cárcel le esperan (no muchos si busca un buen abogado y tiene dinero) y —lo más importante— cuánto dinero ha logrado ocultar, cuyo paradero de ninguna manera revelará; esto último es lo que hace ver a los hampones el lado bueno de las cosas: saldrán después de cierto tiempo a disfrutar del bien escondido botín; por eso no pueden ocultar la sonrisa.
Chile interpreta y disfruta a su manera del concepto de “tratamiento por cuerda separada” que le brindan sus entusiastas sirvientes peruanos. Así como el ladrón capturado que pierde una batalla pero no la guerra, la diplomacia chilena aspira a robar 100 y se contenta aunque sea con uno… ¡algo es algo! Pero además, como el ladrón que cifra sus esperanzas de bienestar en el botín oculto, Chile tiene ya algo asegurado, de hecho tan importante como las áreas de tierra y mar que usurpa y de las que intenta apoderarse definitivamente: se trata del enorme volumen de inversiones que tiene en el Perú en todos los sectores (ya se acerca a los cinco mil millones de dólares) y cuya intangibilidad y seguridad defienden fanáticamente sus sirvientes en el gobierno peruano. En conclusión, nuestro enemigo del sur puede permitirse perder en la Corte Internacional de La Haya el diferendo con el Perú; pero de ninguna manera acepta que se toque o expulse del Perú a las empresas chilenas.