La lamentable muerte del joven futbolista Yair Clavijo cuando jugaba un partido de fútbol en el Cusco revela que el programa SAMU tal vez fue más gasto en propaganda para la imagen presidencial, pues hacía pensar que las ambulancias abastecerían a todo el país con calidad. pero la que llegó a socorrer al futbolista no tenía desfibrilador, equipo elemental en un vehículo de emergencia.
Así pudimos enterarnos de que las ambulancias del Estado son sólo cascarón y para un caso grave a lo más se dedicarán en la práctica al traslado de un cadáver, sin cumplir su función esencial de salvar vidas.
De otro lado, las autoridades del deporte, en especial la federación de fútbol peruano, muestra también deficiencias al enviar a equipos a jugar en lugares donde no hay atención mínima de emergencia, lo cual podía haber sido verificado antes, pese a las quejas de jugadores que denunciaban la ausencia de agua temperada para ducharse en ambientes helados y otras quejas.
Sin duda, otro desacierto más de la ministra de Salud, Midori de Habich, quien no es médico, sino pobretóloga.
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