Chile quiere ganar al Perú la guerra del espacio
La estrategia chilena, tratando de adecuarse a las exigencias tecnológicas internacionales del siglo XXI, está poniendo énfasis al desarrollo de la tecnología satelital, que cuenta con todo el apoyo del estado.
La Agencia Chilena del Espacio posee patrimonio propio, sometido a la supervigilancia directa de la Presidenta de la República, para asesorarla en materias espaciales y servir de instancia de coordinación entre los organismos públicos que tengan competencias asociadas a dichas materias.
Actividades espaciales. Prioritariamente, se orientarán a la formación de una masa crítica conformada por científicos, profesionales, técnicos y especialistas que permita la operación de los elementos del sistema indicados anteriormente.
De igual manera, su plan estipula potenciar el área de la ciencia y tecnología.
Respecto del plan chileno, leamos el siguiente artículo:
Chile: El “gran hermano” del cielo
Por Rodrigo Alarcón Bohle - Desde Santiago
"Quien controla el reconocimiento, observa al enemigo; quien observa al enemigo, percibe la amenaza; quien percibe la amenaza, establece las alternativas; quien establece las alternativas, determina la respuesta".
William Burrows. Deep Black, 1986.
Tras dos experiencias anteriores en materia espacial, con la fallida puesta en órbita del satélite Fasat-Alfa en 1995 (debido a un falla en el sistema de anclaje del cohete ruso) y la exitosa misión del Fasat-Bravo entre 1998 y 2000, ambos construidos por Surrey Satellite Technology de Inglaterra para la Fuerza Aérea (Fach), fueron lanzados desde el cosmódromo ruso de Baikonur, y hoy Chile se apresta a concretar uno de los proyectos que lo harán dar un enorme salto cualitativo en materia militar.
Tal es la trascendencia que ha adquirido este contrato para EADS (European Aeronautic and Space Company), empresa con una mayoritaria participación francesa, que incluso el mismo presidente galo, Jacques Chirac, viajó a Chile para firmar en La Moneda el acuerdo con la presidenta Michelle Bachelet para la puesta en marcha del denominado "Proyecto Aurora", que será lanzado al espacio en 2007.
Dado que se estima demasiado esperar dos a tres años una vez firmado el contrato para que se entregue el satélite a Chile, la idea es que paralelo a su construcción, se arriende la información de otros satélites ya en órbita. Al mismo tiempo, se pretende instalar en el país la infraestructura adecuada. De esta forma, cuando el satélite se lance al espacio y empiece a entregar sus datos y se potencie con los demás, ya habrá un capital humano capaz de manejar todo el sistema.
Este monitoreará las fronteras ―y a todo el país― en áreas relacionadas con la pesca, agricultura, hielos, temperaturas, salinidad de aguas y el sector forestal. Tendrá más de 170 aplicaciones, incluidas las policiales y militares.
Tecnología militar de iniciativa civil
El astrofísico Rolando Hernández Mellado, el principal asesor científico con que cuenta la Subsecretaría de Aviación del Gobierno de Bachelet para crear un sistema satelital destinado a observar y vigilar el territorio nacional, instaló hace 15 años un pequeño laboratorio para investigar esta materia en la Universidad de Concepción, institución insigne de la capital de la VIII Región del Bío Bío, 500 kilómetros al sur de Santiago.
Su ubicación allí no es azarosa. La urbe es la segunda ciudad más importante y poblada de Chile (1 millón de habitantes y 10 municipios o "comunas"). Es un centro eminentemente universitario (con 5 planteles) y científico (sede del centro de investigación en biotecnología) y en cuya bahía, a la sazón, la Armada de Chile cuenta con la Base Naval de Talcahuano, puerto base de la Fuerza de Submarinos y de los Astilleros y Maestranzas de la Armada (Asmar).
Además de ello, la Región del Bío Bío es una de las principales concentradoras de las actividades económicas del país. En su interior acoge rubros tan diversos como la siderurgia (en la planta Huachipato), la agricultura tradicional, la industria de la celulosa, región donde está la mayor concentración de estas plantas en Chile y por la actividad forestal, de la cual es la principal exportadora. Representa así un porcentaje no menor del PBI neto de Chile. Sin embargo, el lugar donde se montarála infraestructura aún no está decidido. Puede ser Valparaíso o Santiago.
A mediados de 2003, el doctor Rolando Hernández pensó que recibía una llamada equivocada desde Santiago cuando lo saludó al otro lado de la línea el entonces director nacional del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), Carlos Parra Merino, a quien no conocía.
Parra, preocupado por la salud del ganado chileno, le consultó cómo se podrían monitorear desde el espacio las permeables fronteras con Argentina, ya que sólo entre las regiones del Maule y del Bío Bío existen más de 80 pasos fronterizos ilegales.
"Le planteé el proyecto de realizar la cobertura de la cordillera en forma tridimensional, vía satélite, y planificarlo desde la oficina como si fuera un escenario bélico. Además, esa data debería actualizarse diariamente mediante pequeños aviones no tripulados", contestó un entusiasmado Hernández.
Y tocó la circunstancia que ni el mismo Director del SAG sospechaba: en octubre de 2004 el entonces presidente Lagos lo puso como subsecretario de Aviación. Con ello, presidió la Agencia Chilena del Espacio, comisión asesora presidencial donde Rolando Hernández intregraba desde antes un comité técnico. "Ahí se nos ofreció la llave política", comenta el astrofísico.
Ahora Hernández asesora científicamente al nuevo subsecretario, el capitán de bandada (r) Raúl Vergara, coordinador principal del acuerdo con la European Aeronautic and Space Company (EADS), consorcio que negocia con Chile la venta del satélite y sus accesorios. Así pasó a ser el científico que afina en Defensa el ambicioso proyecto "Aurora".
El siempre problemático resquemor del norte
Pero, como ya es rutina luego de los movimientos de la Defensa chilena, el sólo trascendido de la adquisición de un satélite generó inmediatas reacciones en su problemático vecino del norte. En Perú ven con recelo cualquier adquisición de índole militar que haga Chile, aún cuando su utilización sea en gran parte civil.
Ello tiene cierta lógica: con el sistema propio, Chile adquirirá ventajas cualitativas notables en el aspecto estratégico detectando con antelación movimientos de tropas e instalaciones, lo que sumado a sus sistema de defensa altamente tecnificado, con material de combate de última (y penúltima) generación, haría fácilmente aplacable cualquier acto hostil.
Las razones para ello son el espíritu de la actual política de defensa de Chile: la estabilidad política del país, su pujante infraestructura y su seguridad económica y social se han constituído en verdadero baluarte que como país no está dispuesto a tranzar. Por ello, se debe constituir en una verdadera fortaleza para disuadir a cualquier potencial agresor convencional, que haga completamente inviable toda eventual aventura revanchista de corte populista. Pero una cosa es clara: el país sólo quiere vivir tranquilo. Quienes afuera piensan en un política expansionista y de agresión no pueden estar más alejados de la realidad.
Sin embargo los síndromes post traumáticos derivados de la Guerra del Pacífico hace más de un siglo todavía calan muy hondo en Perú. Titulares como "Chile nos espía", "Preparan una invasión" "Chile se sigue armando" son rutinarios en la prensa peruana, sobre todo en la denominada "prensa chicha", que adopta posturas parciales respecto tal o cual color político, en el que el "factor Chile" siempre actúa en la opinión pública como agente aglutinador de masas por la causa nacionalista. Pero también hay visiones más aterrizadas y racionales, como la del analista de defensa peruano Alberto Bolívar Ocampo.
En una columna de opinión del diario limeño La Primera, el analista sostiene que la aspiración espacial chilena "no sólo es una excelente compra, sino también una necesidad por la ambiciosa meta trazada de alcanzar el estándar militar OTAN en 2010, es decir, en el año de su bicentenario, las FF.AA. sureñas estarán en condiciones de interoperar con cualquier fuerza armada de la alianza atlántica. A eso debemos añadir las capacidades que desde hace más de una década le proporciona la adquisición en Israel del avión espía "Cóndor" por US 500 millones: espiar, interferir y controlar absolutamente todo el espectro electromagnético en 600 kilómetros a la redonda de donde se le ubique", sostiene.
Agregando sobre el aspecto estratégico del a estas alturas artificial balance militar entre Chile y Perú, Bolívar Ocampo plantea la necesidad de que las FF.AA. peruanas adquieran aviones pequeños no tripulados para reconocimiento aéreo. "Lo ideal es tener satélites espías, pero si no hay el dinero suficiente -o la decisión política e institucional, factor que es mucho más importante- se pueden adquirir los vehículos aéreos no tripulados (también llamados drones) -conocidos como UAVs por sus siglas en inglés- y los resultados tácticos y operacionales pueden ser espectaculares, como lo demostraron los ecuatorianos en 1995 al obtener inteligencia en tiempo real usando dos UAVs desde su base en Coangos. Esa ventaja tecnológica sólo acabó cuando nuestras fuerzas especiales incursionaron sobre la base y destruyeron a los drones".
Todos los analistas peruanos coinciden (como es obvio) en la necesidad de que Perú renueve su armamento para alcanzar el equilibrio militar con Chile, previendo un conflicto que no tienen hoy ninguna posibilidad de ganar en una guerra convencional simétrica. de hecho el tema ha sido parte de las campañas presidenciales de los dos candidatos que hoy postulan al sillón de la Casa de Gobierno.
Sin embargo, Alberto Bolívar Ocampo aterriza casi con desazón la postura peruana a la capacidad y voluntad de Chile de estar siempre unos pasos adelante para "asegurar su seguridad". Al respecto, el analista peruano es categórico: "Las FF.AA. peruanas podrán comprar todo lo que quieran, modernizar todo lo que quieran, pero mientras primero no adquieran su propio satélite de comunicaciones y observación, seguirán siendo unas FF.AA. atrasadas, del siglo XX, con sistemas de comunicaciones débiles e inseguros. Siempre a merced de aquel que esté sólo un poco más avanzado tecnológicamente, como ocurrió en el Cenepa (conflicto con Ecuador de 1995) y con las graves implicancias que esto conlleva, en un entorno estratégico sudamericano cada vez más inestable".
Más que un satélite: un sistema satelital de monitoreo
El astrofísico chileno Rolando Hernández es enfático en aclarar que lo que Chile implementará es todo un sistema, cuyo mayor impacto estará en el mundo civil y no tanto el militar. "No se trata solamente de un satélite. Uno solo no sirve. El proyecto consiste en manejar varios tipos de satélites porque necesitamos recoger múltiples datos que uno solo no entrega (...). En el sistema 'Aurora' un satélite propio será el gran motor", asegura.
Pero, ¿por qué Chile debiera contar con un sistema satelital para observación y vigilancia? "Porque se necesitan varios instrumentos de diversas resoluciones, radares y telescopios, para contar diariamente con distintas imágenes del territorio nacional. Un solo satélite no tiene la instrumentación para cubrir todos los tipos de necesidades. Porque el satélite óptico que quiere Chile no lleva normalmente radares, fundamentales para las zonas marítimas, o donde esté nublado", contesta.
Según agrega el diario El Mercurio, con sus varios satélites, Chile también podría bajar información valiosa para otros países e intercambiarla con aquella que le interesa internamente.
Hernández confirma que a nivel civil el Servicio de Impuestos Internos (SII) será el gran favorecido: "Desde el momento que un satélite analice con gran resolución elementos más chicos que una terraza o una piscina (pileta), podrá captar si alguienconstruyó algo no declarado". Pero no olvida que la cuestión militar tiene mucha importancia:
"La Fach está absolutamente estimulada; a la Armada le sirve para observar las naves que penetren en aguas chilenas. Dentro de los varios tipos de datos que llegarán estarán aquellos que tienden a satisfacer cada una de las necesidades nacionales... A lo mejor hay sectores de la sociedad civil o militar que no se verán completamente satisfechos (dice sobre el Ejército, que también deberá financiarlo sin una ventaja comparativa importante sobre las otras ramas). De lo que sí estamos ciertos es de que lo que se plantea colmará sobre el 90 por ciento de las necesidades nacionales", concluyó.