El sobrino de Ollanta Humala estuvo durante más de un mes como NN en la morgue de Lima. ¿DOS CUERPOS? NECROPSIA DESCRIBE A OTRA PERSONA
No solo las circunstancias que rodearon la muerte de Daniel Seiffert Humala [sobrino del expresidente Ollanta Humala] fueron extrañas, también lo es el informe de la autopsia practicada al cadáver del joven tres días después de su deceso, ocurrido el 30 de enero de 2016.
De acuerdo al Informe Pericial de Necropsia Médica Legal N.° 000396-2016, del 2 de febrero de 2016, al que EXPRESO tuvo acceso, el cuerpo al que se le practicó la autopsia medía 1.68 metros y pesaba 62 kilos. Sin embargo, según la ficha Reniec del sobrino del exmandatario, Seiffert Humala, figura con 1.75 metros de estatura y su peso —según aseguran varios familiares– era de aproximadamente 85 kilos, versión que se puede corroborar con las últimas fotografías que se tomó y en las que se aprecia a una persona de, por lo menos, contextura gruesa.
¿Cómo pudo entonces el sobrino del expresidente Humala disminuir su talla en siete centímetros y perder 20 kilos en solo dos días? Para el médico forense David Ruiz Vela, esto es imposible, ya que lo máximo que una persona puede perder en tamaño, al morir, es entre centímetro y medio a tres centímetros [si pasan varios días], pero no más, porque los huesos no se achican nunca.
Inconsistencias
En cuanto al peso que figura en el informe lo que se observa en las fotografías, Ruiz Vela sostiene que es aún más improbable que el cadáver de Daniel Seiffert haya podido perder 20 kilos en tan poco tiempo.
“Alguien que pesaba más de 80 kilos a la hora de morir es imposible que después de dos días pese 62 kilos, no hay forma. En los últimos 16 años nunca he visto que se pierda más de cinco kilos. Desde mi experiencia eso es imposible, más aún si hablamos de Lima que tiene una gran humedad y una temperatura no tan alta”, indicó el especialista.
Las inconsistencias no acaban aquí. A Daniel Seiffert también se le realizó un estudio bioantropológico, el 9 de febrero de ese mismo año, es decir siete días después de la autopsia. En él, se detalla que el color de su piel es amarillo, su patrón ancestral mongoloide [asiático] y el rango de edad biológica es de entre 35 a 40 años.
Características que no coinciden con las de Seiffert Humala y que, de acuerdo al forense David Ruiz, implicarían que se examinó otro cuerpo, pues es imposible confundir a un joven de 30 años con una persona de casi 40. “Yo creo que el antropólogo ha hecho reconocimiento de otro cadáver. Es que no puede ser, o son tan ineptos o es otro cadáver. ¿Qué tipo de antropología se está haciendo?”, se preguntó.
¿Putrefacción?
Pero hay más. Mientras que en la necropsia se describe a una persona con cara pentagonal, orejas medianas y 1.68 metros de estatura, en el informe antropológico se habla de alguien con cara romboidal, orejas pequeñas y 1.58 metros de estatura.
¿Cómo son posibles tantas diferencias en dos exámenes con pocos días de diferencia? Para el experto forense, en un estado de putrefacción podría darse el caso que las orejas sobresalgan un poco y darle unas prominencias laterales que en el pentagonal no tiene, pero no habría forma de que salga una proyección hacia arriba para ser descrita como romboide.
“No puede ser, así como puede un cadáver, que supuestamente ya se ha encogido 7 centímetros, perder 10 centímetros más, por más que haya deshidratación”, asegura.
Otra de las observaciones mencionadas en la necropsia —realizada supuestamente a los tres días de su deceso— es el desprendimiento espontáneo del cabello de Daniel por una supuesta avanzada putrefacción. Esto, de acuerdo a los especialistas consultados, es sencillamente imposible.
Expreso, 16.102017
“En ese lapso hay estados cadavéricos que se van presentando post mortem, pero no es posible que haya descomposición absoluta del cuerpo. Hay velorios que se practican durante dos días y al tercer día recién se entierran, de ser así el estado de putrefacción sería tan avanzado que sería imposible siquiera soportar el olor que desprende del cuerpo. Desde un punto de vista natural es imposible de sostener”, comentó a EXPRESO el criminalista Miguel Pérez Arroyo.
¿Dos cadáveres diferentes?
De acuerdo al criminalista Miguel Pérez Arroyo, existen fenómenos cadavéricos tempranos y tardíos, los tempranos se observan desde el día siguiente hasta los 15 a 20 días posteriores, mientras que los tardíos implican la aparición de las larvas y un estado de putrefacción. “¿Estamos hablando de un cadáver de tres días o de 30 días de fallecido?”, cuestionó el criminalista.
Todo parecería indicar que se examinaron dos cadáveres diferentes, el que describe la necropsia y el asiático presentado en el informe antropológico, y que ninguno de ellos sería el cuerpo de Daniel Seiffert Humala.
La pregunta es ¿cuál de estos tres cuerpos está enterrado en Suiza? El cadáver que la morgue entregó a la familia Humala nunca pasó por una prueba de ADN, nunca compararon el informe dental con las de su odontólogo, tampoco pudieron reconocer el cuerpo por el avanzado estado de putrefacción. Todo esto, ¿fue simplemente negligencia o hay mucho más detrás de la misteriosa muerte de Daniel? Con una investigación en el Congreso de la República tal vez se pueda conocer la verdad detrás de tantas inconsistencias.
Cabe recordar que a principios de 2016, Daniel Seiffert Humala murió supuestamente tras caer del segundo piso de un grifo ubicado en el distrito limeño de Surco, luego de lo cual permaneció en la morgue como NN durante un mes porque —según dijeron los médicos legistas — no pudo ser identificado.
Desde que se descubrió la identidad del occiso, muchas versiones se tejieron respecto a las razones por la desaparición del joven familiar de Humala Tasso, e incluso se habla de una conspiración desde Palacio de Gobierno contra el hijo de Ivoska Humala por información que este manejaba. Solo una profunda investigación lo dirá.
Lo dijo Antauro
En entrevista para Hildebrandt en sus trece, Antauro Humala dijo estar convencido de que su sobrino Daniel Seiffert Humala fue asesinado y que el general PNP José Lavalle, Wilfredo Pedraza y José Luis Pérez Guadalupe tienen mucho que explicar.
Por Victoria Manrique