¿Dónde están las carpas?
Gobierno retrógado: estamos peor que en el incanato
Gobierno retrógado: estamos peor que en el incanato
Tras la catástrofe, los sobrevivientes del terremoto del sur deben soportar las frías noches a la intemperie. Además de muchas cosas, han faltado las muy necesarias carpas, no ha habido ni siquiera pocas. Prácticamente TODAS las familias afectadas han dormido y siguen durmiendo a la intemperie.
Si tenemos frío en la comodidad de una casa, es fácil imaginar lo que están pasando los iqueños, pero parece que la gente del Instituto de Defensa Civil, Indeci, no se da cuenta, pero sí se preocupa de tener personajes que cobran hasta 41,940 soles. A propósito de estos jugosos pagos, ¿dónde está la austeridad? Estos indolentes ganan más que el Presidente de la República. Con motivo de esta emergencia, ¿serán capaces de cobrar además viáticos?
¿Acaso no se podría haber dado trabajo a la gente para que el costo de cada carpa se pueda obtener quizás hasta por 100 ó 200 soles? ¿Cuántas carpas podrían comprarse si se considerase a los profesionales del Indeci como a los demás profesionales de la administración pública, con los mismos sueldos, y en lugar de destinar su presupuesto a engordar funcionarios, se preocuparan por una existencia de carpas, ropa, alimentos no perecibles y otros elementos que se pueden almacenar, teniendo en cuenta que en el Perú suceden diversos fenómenos naturales que azotan a las poblaciones?
El Indeci se comporta igual que las famosas ONGs caviares, donde el dinero para fines humanitarios enriquece a unos pocos que están prestos a aparecer ocasionalmente haciendo gala de figuretismo, mientras la naturaleza flagela a desesperados peruanos. Este caso es peor, porque el dinero de las ONGs viene de fuentes privadas, pero al Indeci todos los peruanos lo mantenemos con nuestros tributos. Mucho ojo, porque ahora que esta catástrofe está en primeras planas, las autoridades hablan de incrementar el presupuesto de Indeci. ¿Para quiénes? Es algo que el Congreso debe investigar.
En el incanato existían las colcas, que eran almacenes de grano en cada provincia. De esta manera se aseguraba un oportuno aprovisionamiento a una localidad por cualquier clase de escasez. Además, en los tambos también había reservas de ropa, la cual podía ser utilizada en caso de necesidad. Sin embargo, pasan los siglos y lo que manda es la incapacidad, la indolencia y la politiquería barata. Este es un gobierno en degradación funcional y regresión.
De nuevo comprobamos que lo que está reinando es la indiferencia, el atornillamiento a puestos bien pagados y la improvisación, para esa gente la vida de los peruanos no vale nada. Alan García, pese a que ya conduce un segundo gobierno, revela que no ha aprendido la lección, pues demuestra un terrible centralismo. Si bien es cierto que hay regiones, éstas deben trabajar sobre la base de un plan nacional que el gobierno central debe liderar.
¿Acaso no se podría haber dado trabajo a la gente para que el costo de cada carpa se pueda obtener quizás hasta por 100 ó 200 soles? ¿Cuántas carpas podrían comprarse si se considerase a los profesionales del Indeci como a los demás profesionales de la administración pública, con los mismos sueldos, y en lugar de destinar su presupuesto a engordar funcionarios, se preocuparan por una existencia de carpas, ropa, alimentos no perecibles y otros elementos que se pueden almacenar, teniendo en cuenta que en el Perú suceden diversos fenómenos naturales que azotan a las poblaciones?
El Indeci se comporta igual que las famosas ONGs caviares, donde el dinero para fines humanitarios enriquece a unos pocos que están prestos a aparecer ocasionalmente haciendo gala de figuretismo, mientras la naturaleza flagela a desesperados peruanos. Este caso es peor, porque el dinero de las ONGs viene de fuentes privadas, pero al Indeci todos los peruanos lo mantenemos con nuestros tributos. Mucho ojo, porque ahora que esta catástrofe está en primeras planas, las autoridades hablan de incrementar el presupuesto de Indeci. ¿Para quiénes? Es algo que el Congreso debe investigar.
En el incanato existían las colcas, que eran almacenes de grano en cada provincia. De esta manera se aseguraba un oportuno aprovisionamiento a una localidad por cualquier clase de escasez. Además, en los tambos también había reservas de ropa, la cual podía ser utilizada en caso de necesidad. Sin embargo, pasan los siglos y lo que manda es la incapacidad, la indolencia y la politiquería barata. Este es un gobierno en degradación funcional y regresión.
De nuevo comprobamos que lo que está reinando es la indiferencia, el atornillamiento a puestos bien pagados y la improvisación, para esa gente la vida de los peruanos no vale nada. Alan García, pese a que ya conduce un segundo gobierno, revela que no ha aprendido la lección, pues demuestra un terrible centralismo. Si bien es cierto que hay regiones, éstas deben trabajar sobre la base de un plan nacional que el gobierno central debe liderar.